Marc Font 'La modista de Barcelona', "Empecé a escribir este libro en anotaciones de móvil por carreteras secundarias"
Escritor
Este joven autor barcelonés ha publicado una novela que recorre la historia de la industria textil catalana desde la posguerra a través de la dura vida de Loreto
Marc Font Trasserra (Gironella, Barcelona, 1989), nació en la una localidad de la pirenaica comarca del Berguedà. Es profesor de Lengua Catalana e Inglesa, licenciado en Traducción e Interpretación por la Universitat Pompeu Fabra y máster en Lingüística por la Universitat de Barcelona. Debutó en la novela con La modista de Gràcia (La Campana, 2024), escrita durante un año sabático en un viaje en autobús desde Ecuador hasta México. Esta obra, traducida al castellano como La modista de Barcelona (Trini Vergara Ediciones, 2025) es una novela negra en el contexto de la posguerra y una Barcelona que surge de sus cenizas a través de una joven con vocación de diseñadora vendida como esposa al dueño de una fábrica.
-Su vocación siempre fue escribir, pero la empezó a desarollar en el móvil...
–Siempre quería escribir pero no hallaba el tiempo necesario. Me tomé un año sabático tras la pandemia y comencé La modista de Barcelona viajando de Ecuador a México en autobuses. Comencé en notas de móvil, escribía por carreteras secundarias. En una libreta hubiera sido imposible. Cuando regresé, en un instituto de Hospitalet, empecé a unir esas notas, a ampliar la historia. Se fue modelando la novela en cuestión de siete meses.
–Prácticamante se publicó, en catalán, hace un año.
–En Barcelona tuve la suerte de dos editoriales, Planeta y Penguin, la quería publicar. Surgió con Penguin con el sello La Campana y este otoño fue con Trini Vergara, con el sello Motus para España y América. En catalán funcionó bien, alguien que salía de la nada vendía 6.000 ejemplares. Y ahora, en castellano.
–¿Ha continuado con la narrativa?
–Tengo muchas ganas de escribir, por eso me vino bien el año sabático, pero compatibilizarlo con el trabajo de profesor me resulta complicado. Necesito tiempo. A cambio en los institutos estamos fomentando crear lectores. Una de mis labores es acercar literaruta en el aula. En distintos institutos hemos conseguido crear clubes de lectura.
–Su libro ha sido traducido al castellano, pero no por usted mismo.
–La traductora, Marta Armengol, es una profesional excelente, que ha revisado y ajustado el texto con mucho detalle. Quería que fuera otra persona el que la llevara al castellano para que su mirada enriqueciera el texto. En ocasiones no es hacer una traducción literal, es conocer toda la obra y la lengua en que está escrita para añadir el matiz necesario.
–¿Qué ejemplo nos podrían de palabras que no tienen una traducción precisa del catalán al castellano?
–En catalán hablamos de “torretes” y en los barrios de Gracia o Sarriá, en las expansiones de Barcelona, de forma traducida literal hablaríamos de “torres, “torrecillas” que es un término aquí más parecido al de chalet. Se habla de “bajar a Barcelona”, cuando Gracia era un pueblo y se acudía a la capital. Quedé muy contento con la traducción. No domino tan ampliamente el castellano como la traductora, es un punto de humildad obligado.
–Su novela es viaje por la industria textil que lo copó todo por su tierra.
–Era el motor económico. Ahora dan pena todas esas fábricas abandonadas. En la zona de Berguedà cuando era pequeño recuerdo mucha industria en funcionamiento. La modista de Barcelona es en parte un homenaje a ese mundo que fue cayendo en los 80 y 90 ante el mercado chino. Queda alguna fábrica... Todo cambia. En la Barcelona de los 40 y 50, como presenta la novela, estaban integradas en la ciudad, generaban su propia vida.
–Y en esas todo ese mundo se transforma en un relato.
–Conocía cómo fue esa industria en los pueblo y en la ciudad. Lancé mi propuesta: una señora mayor, viuda desde hace muchos años, que colecciona trajes de novia. Todo eso me permite viajar cómo se vivía en aquellas apacibles “torretes” tan próximas a las gran ciudad, dónde iban a divertirse las clases sociales. Investigué en torno al complejo de La Sedeta, me miré muchos documentales, para desarrollar la parte histórica.
–¿Cómo se estructura su novela?
-Tiene dos ejes temporales. En los capítulos pares se extiende la historia de Loreto, desde 1944, desde que era pequeña en una familia cuyo padre trabaja en la fábrica de La Sedeta a la que venderán su hija como esposa. Los capítulos impares forman la historia de su vecino Xavi, el corrector que investiga en el periódico La Vanguardia quién es esa anciana que tiene tantos vestidos de novia. Loreto vive una adolescencia muy traumática, sus padres están atormentados por su decisión. Ella inicia una nueva vida y en la ficción se nos vienen a la mente muchas cosas en las que nos podemos identificar, sucesos que conocemos. Valores sociales distintos a los de ahora.
–¿Se vendían muchas jóvenes para ser casadas a la fuerza?
-El matrimonio forzado en España ahora mismo es impensable pero hace un siglo sí existía. Había niñas que eran vendidas para hacer de compañía, para que se instruyeran, al modo de Pigmalión. Sobre los 15 años ya no eran niñas, eran tratadas como mujeres y se convertían en esposas o les ponían un piso...
–La moda nupcial, que es eje de su novela, sigue estando muy presente en Barcelona.
–Ahora tiene carácter internacional. Barcelona siempre ha sido un referente en moda nupcial, con muchas artesanas, y con buena acogida en las tiendas. Ahora es en los centros comerciales y tiendas exclusivas por todo el planeta.
-¿Alguna firma que le haya inspirado en especial?
-Una tienda de tela como Gratacrós,, es una zona muy literaria: el Passeig de Gràcia, la Riera de Sant Miquel. Hablo de las confiterías, de los escaparates por Sant Jordi. Es un paseo que me gusta hacer, la Barcelona desde El Putxet y bajar desde Gracias, recorrer el Paseig de Sant Joan...
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