Andre Jaume | Editor y traductor
"Beberé manzanilla el resto de mi vida"
María castellano | Catedrática de Medicina
María Castellano (Jaén, 1948) es la primera mujer que consiguió ser catedrática en una facultad de Medicina española. Experta en Medicina Legal y Forense, su nombre bautiza un pionero protocolo puesto en marcha en Andalucía para facilitar la incorporación de médicos docentes a las facultades. Siempre ha estado vinculada a su tierra, Jaén, y a Granada. Es vicepresidenta de la Real Academia de Medicina. Reconoce que es capaz de hacer cualquier tarea del campo "perfectamente". Sobre la aceituna, las últimas tormentas tiraron mucho fruto, aunque la previsión es buena.
-Ha roto muchas barreras como mujer. Debe ser agotador...
-Bueno, ésa no es la palabra. He ido trabajando con arreglo a mi puesto de trabajo y mis obligaciones y ese trabajo ha ido dando su fruto. He trabajado bien, con intensidad, al igual que muchas personas.
-Usted personaliza la ruptura del techo de cristal en un ámbito como es la Medicina, muy feminizado pero en el que los puestos de gestión predominan los hombres...
-En las aulas actuales, un 70% u 80% de los estudiantes son mujeres. Sin embargo, en los cargos directivos, en las jefaturas de servicio, en los comités de dirección... hay menos mujeres. Exigen un tiempo y unos horarios que muchas veces las mujeres no estamos dispuestas a asumir. Hemos compatibilizado el trabajo con horarios laborales amplios con tareas familiares que también nos producen satisfacción y forman parte de nuestra vida personal.
-El protocolo que lleva su nombre pone sobre la mesa la necesidad de incorporar nuevos docentes a las facultades de Medicina...
-La experiencia clínica aporta una formación que es importantísima. La asistencia en consultas, en hospitales o en centros de salud es fundamental que se complemente con la oportunidad de explicar a los estudiantes de Medicina o MIR la realidad de la relación entre médico y paciente. La clínica también te demuestra lo que no sabes y en qué cosas tienes que investigar.
-Usted pide más humanismo en las consultas...
-El médico ha sido siempre un profesional con una formación humanista. Ha tenido enfrente a una persona enferma que necesita atención, explicación, que se le transmita confianza, seguridad... Eso lo han hecho siempre los médicos. Ahora, en la medida en que la Medicina se ha tecnificado, el médico cuenta con más instrumentos para acertar en el diagnóstico, pero eso tiene el riesgo de que se pueda olvidar que para el paciente tiene mucha importancia sus palabras, sus gestos, su trato, su tiempo... Tenemos que insistir en la importancia que tiene el gesto del médico, la expresión, la forma en que le explica lo que le pasa y que el paciente encuentre en el médico consuelo y esperanza.
-También los pacientes tienen más acceso a la información...
-Hoy los médicos hablan del paciente ilustrado, que llega a la consulta casi proponiéndole al médico incluso qué pruebas tienen que hacer. Eso no es bueno ni para el paciente ni para el médico. Éste le tiene que hacer ver al paciente que su caso es único y que hay que personalizar.
-Quién no tiene la tentación teclear en internet sobre una dolencia o síntoma... Usted no lo habrá hecho, ¿no?
-¡En absoluto! No he abierto Google para consultar mi enfermedad en ningún momento (risas). Alguna vez lo he pensado, pero me he puesto como el más ignorante de los pacientes. Entiendo que la confianza me la da lo que mi médico me cuenta, aunque alguna vez le he dicho, con la confianza que da ser compañeros, "oye, esto a un paciente cualquiera díselo de otra manera, ¿no?"...
-Usted empezó a interesarse por cuestiones médicas en el cortijo en el que se crió...
-El medio rural enseña mucho. Esos diez años vividos en el ámbito rural más clásico fueron extraordinarios. Veía tan normal entre los animales la reproducción, cuando parían, cuando enfermaban... cuando les curaban las heridas.
-Pese a su trabajo ha mantenido ese contacto...
-En los últimos 20 años he repartido mi tiempo entre Granada y Jaén, y en los últimos cinco años con Madrid.
-Usted trasladó el modelo de trabajo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada a Zaragoza y, ahora, a Alcalá de Henares...
-Era la época en la que cambió una medicina legal clásica a una moderna en la que irrumpía el ADN como medio de prueba, se podían detectar las drogas con unas tecnologías muy eficaces, había nuevos instrumento para explorar la mente humana. No fue difícil. Cuando llegué a Zaragoza había incluso aparatos sin desembalar.
-Como experta en cuestiones de violencia de género, en su opinión ¿qué falla?
-Siempre propuse que, cuando una mujer pone una denuncia por violencia de género, en el menor tiempo posible debía estudiarse el caso de esa mujer, su pareja, sus hijos... Teníamos un proyecto con el Instituto Andaluz de la Mujer. Íbamos donde se daban las denuncias, hablábamos con la mujer y hablábamos con el agresor. Detectabas si era capaz de elaborar eso como un cambio que tenía que aceptar sin revancha, sin odio, pero también había quien manifestaba ese odio. Y ése es un indicador de riesgo. Y luego está la prevención, que pasa por la educación, educación desde la guardería.
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