Crónica Personal

Exceso de teatro en la confrontación PSOE-Podemos

Diferencias. La reforma de  la ley del ‘solo sí es sí’ ha escenificado las divisiones entre ambos partidos y ha hecho que Sánchez esté en deuda con Feijóo,  algo que el presidente no soporta

Irene Montero en el 8-M.

Irene Montero en el 8-M. / Fernando Sánchez / EFE

El argumentario de Moncloa llega a los ministros a primera hora de la mañana, pero si a lo largo del día se produce un acontecimiento significativo, no pasa mucho tiempo sin que reciban alguna sugerencia sobre cómo actuar, o responder, si se ven obligados a dar opinión.

Los argumentarios han existido siempre en todos los gobiernos, partidos y circunstancia, y se envían incluso a periodistas. Pero con Pedro Sánchez los ministros que los reciben no dudan en reproducirlos textualmente, no los toman como sugerencia sino como indicación de obligado cumplimiento, y provocan escenas irrisorios con miembros del Gobierno expresándose casi simultáneamente, y en distintos escenarios, con palabras idénticas. Al final, lo que se transmite es la idea de que Sánchez y su gabinete confían muy poco en la preparación de su equipo de Gobierno.

No van desencaminados: con excepción de Margarita Robles, que tiene discurso aunque insiste en su lealtad inquebrantable a Pedro Sánchez. Sin embargo, no duda en expresar su punto de vista sobre los asuntos más espinosos, que no siempre coinciden con los del argumentario oficial. Los últimos días ha pegado más duro a las ministras Montero y Belarra por sus políticas supuestamente feministas, o por su posición hacia la guerra de Ucrania. Robles incluso ha llegado a decir en público que no debían hablar sobre asuntos que desconocen.

Solo la ministra de Defensa asume sin complejos sus discrepancias con las iniciativas de sus compañeras de Podemos, el resto del Gobierno las defiende o calla. Pero la coalición está irrevocablemente rota aunque durará lo que a Sánchez y Pablo Iglesias les convenga. La tensión entre socialistas y podemitas es evidente, no es casual que la mayoría de los analistas centren sus columnas en opinar sobre cuándo y de qué manera se va a producir la ruptura entre Podemos y PSOE. Lo que habría que preguntarse es cuánto hay de teatro en las arremetidas de los miembros de Podemos contra los sanchistas, con la secretario de Estado Ángela Rodríguez, Pam, como principal protagonista. Por su lenguaje, soez más que hiriente, recurso al que suelen recurrir quienes no saben cómo defender con inteligencia sus puntos de vista.

La buscada soledad de Irene Montero

Desde las filas del PSOE se acusa a Irene Montero de propiciar su imagen de soledad, de víctima, al permanecer sola en la bancada azul durante el debate sobre la proposición de ley para reformar la ley del solo es sí, ya que Ione Belarra no la acompañó todo el tiempo. Puede ser que efectivamente la ministra de Igualdad decidiera mantenerse en su sitio para insistir en la soledad, pero habría que añadir que algo ayudó que desde Moncloa se sugirió a los ministros afines que no acudieran al debate, excepto a la hora de votar aquellos que fueran diputados.

Si hubo teatro de Montero para fomentar su victimismo frente a la prepotencia del PSOE, fue inducido. Con un hecho inesperado: que el presidente de Gobierno decidió no aparecer siquiera para votar. ¿Teatro también, para no verse obligado a agradecer al PP el apoyo que le había dado y le permitió salvar la cara? Si no fuera por el PP no se habría aprobado la proposición de ley y Sánchez habría recibido un importante revolcón por parte de Podemos, el partido que él eligió para gobernar en coalición.

Así que teatro lo ha habido en todas partes. Antes del debate, durante el debate y después del debate. Que se remató con las manifestaciones del 8-M, a las que PSOE y Podemos acudieron perfectamente diferenciados. Con un resultado desolador para el feminismo y quienes defienden seriamente la defensa de los derechos de la mujer para que sean iguales a los derechos del hombre: este año la asistencia ha sido abiertamente más reducida que la de años anteriores. No lo reconocen los organizadores, pero sí las policías locales y las delegaciones del Gobierno. Importan sobre todo estas últimas, porque las delegaciones de Gobierno son socialistas, y siempre han sido acusadas de barrer para casa a la hora de dar cifras de participación en actos organizados o apoyados por el PSOE.

Hay daño colateral en la confrontación que vive el Gobierno entre los ministros socialistas y podemitas: dos de los socios más importantes del Gobierno, ERC y Bildu, se están alineando con las posiciones que defiende Podemos en el Congreso de los Diputados, dejando por tanto en una situación de precariedad a Pedro Sánchez. Ha ocurrido esta semana a la hora de votar la proposición de ley sobre la reforma de la ley de Irene Montero, la del sí es sí, pero ya hay anuncios por parte de las formaciones vasca y catalana de que podrían alejarse también del Gobierno en próximas citas parlamentarias.

A muerte contra Feijóo

Una situación indeseada para Pedro Sánchez, cuyo equipo baraja la idea de no abordar la reforma de la ley Montero hasta después de las elecciones del 28 de mayo, para tratar de apaciguar la actual tensión que se vive en la coalición, que perjudica fundamentalmente a los socialistas. Y alguna persona cercana al presidente confiesa, sotto voce, que no le extrañaría que, con la excusa de la presidencia de turno europea, que a partir de junio obligará a Pedro Sánchez a mantener una agenda de viajes muy extensa y recibir constantes visitas, se fuera atrasando no solo el proceso parlamentario que exige esa reforma sino se decidiera atrasar también side die la muy polémica ley trans, que rechazan de forma tajante una gran parte de la militancia socialista. No conviene por tanto mantenerla activa, con un debate envenenado, en las fechas previas a las elecciones generales que tienen que celebrarse antes de que finalice el año.

Frente a escenificaciones teatrales, inteligentes unas pero otras no tanto, hay una estrategia que se nota diseñada en Moncloa por el equipo presidencial: leña al PP hasta dejarlo malherido.

A Pedro Sánchez la preocupan las encuestas por mucho que su egolatría le lleve a minimizarlas, no le cabe en la cabeza que pueda ser vencido en unas elecciones. Pero hay algo que le duele especialmente, que le humilla: que Feijóo le haya salvado la cara cuando estaba a punto de ser derrotado por Irene Montero.Hace tiempo que Sánchez ha hecho bueno el dicho de: "¿Por qué va contra mi si no me debe ningún favor?" apartando de su lado y dañando la carrera política de aquellos a los que debe haber sido elegido secretario general del PSOE la primera vez, antes de que fuera expulsado y elegido nuevamente. Ahora, la persona a la que quiere ver muerto políticamente es a Feijóo, precisamente porque está en deuda con él. No lo soporta.

Es la razón de que al día siguiente de que ganara la votación parlamentaria con los votos de los diputados del PP, apuntara a Feijóo sacando la famosa fotografía de hace 30 años con un narco gallego. Y seguirá apuntándolo. Con lo que sea. De momento, colocándolo en el mismo espacio que Vox.

Los socialistas hurgarán todo lo que puedan en la biografía de Feijóo, y de cualquier miembro o ex miembro del PP, para recordar casos de corrupción, incluso aquellos que hayan sido archivados o con resultado de absolución. Ya podemos irnos preparando para asistir, todos los días de todos los meses, a acusaciones de que el PP defiende lo mismo que Vox, que los diputados del PP y Vox son intercambiables, que Abascal fue miembro destacado del PP y que el PP, si gobierna, solo podrá ser con Vox.

Es impensable que en el futuro pueda haber algún tipo de acercamiento entre PSOE y PP mientras Pedro Sánchez sea el líder socialistas: no soporta la que el PP le haya sacado de una situación indeseable.

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