Ciudadanos

Arrojo andaluz en tierra hostil

  • Inés Arrimadas. La jefa de la oposición corrobora el respeto ganado en dos años en la Cámara catalana con un triunfo incontestable en las urnas.

Sensata, preparada, políglota, determinada, paciente... y arrojada. Inés Arrimadas es la Juana de Arco del constitucionalismo en un territorio hostil como ha sido la Cataluña en tiempos del procés o, acaso sería más apropiado, por su españolidad, compararla con Mariana Pineda, ajusticiada hace casi dos siglos por liberal y por sus ideas contrarias al régimen absolutista de Fernando VII, un sistema, para quienes defienden hoy la denostada Carta Magna, que ha reinado en el Govern desde hace al menos un lustro, en la época de Artur Mas, el gran urdidor de la zapatiesta identitaria que se ha instalado en la comunidad autónoma.

Nacida en 1981, esta jerezana, andaluza, catalana, española y europea se ha erigido en el foco mediático del continente por su osadía para echarle un pulso al secesionismo más recalcitrante y asomarse al 21-D como la gran esperanza española para derrocar a ERC, JxCAT y a cualquier independentista que se le haga frente.

Arrimadas Arrimadas

Arrimadas / Rosell

Se quedó absorta con la valentía y el verbo de Albert Rivera en un mitin en 2010, al que fue acompañando a una amiga, y al poco tiempo se reencontró con el líder de la formación naranja en otro encuentro y ya no se han vuelto a separar. "Te quiero en mi equipo", le dijo el político catalán. Desde entonces su aura no ha parado de crecer: primero como diputada en el Parlament en 2012 y tres años después como cabeza de cartel en las autonómicas de septiembre de 2015 que la catapultaron como jefa de la oposición en la Cámara regional. Ahí es nada para la menor de cinco hermanos, hija de salmantinos, universitaria en Sevilla y que se mudó por motivos laborales a su admirada Barcelona en 2006.

Su idilio con Cataluña trasciende lo profesional, al enamorarse de Xavier Cima, un nacionalista que fue diputado por Convergència y que abandonó por amor su cargo de concejal en el Ayuntamiento de Ripoll en abril del año 2016.

En el Parque de la Ciudadela, donde se ubica la sede del Parlament, se ha desgañitado por defender el orden constitucional ante la afrenta y el desafío de los separatistas que hicieron saltar por los aires el reglamento y la legislación vigente para proclamar dos veces la independencia, una que duró ocho segundos y otra algunas horas hasta que Mariano Rajoy anunció la aplicación del artículo 155 el pasado 27 de octubre.

Arrimadas se ganó el respeto de la ciudadanía desde la tribuna de oradores y le fue birlando adeptos al Partido Popular, visto como un demonio de la ultraderecha en Cataluña, y también a votantes de la antigua Convergència que consideran que el procés se les ha ido de las manos a sus promotores.

En castellano, en catalán o en inglés cuando requería la ocasión, esta andaluza menuda se atrevió a encarararse con Puigdemont y compañía advirtiéndolos de que su familia nunca echaría en la maleta el pasaporte para viajar desde Jerez a El Prat. Aguantó el tipo en la Cámara y mantiene las formas en la calle cuando algunos maleducados amantes de la estelada la increpan al grito de "fascista" y "cerda". "Ladran, luego cabalgamos", la anima desde la banda de las redes sociales su mentor Rivera.

Ha hecho historia al lograr el triunfo (seguramente pírrico) en las urnas, aunque el sueño de ser la primera presidenta de la Generalitat, desde que se estrenó al frente de la Diputación del General de Cataluña en 1359 Berenguer de Cruïlles, suene a quimera por los resultados del bloque secesionista. No podrá gobernar en la Plaza de Sant Jaume, salvo que Puigdemont, Junqueras y la CUP se enreden y no alcancen un pacto, pero desde luego ahora sí se puede decir alto y claro que ha nacido una estrella no únicamente para Cataluña, sino para todo el país. Esta arrojada jerezana está dando guerra a los secesionistas y quizás en el futuro se lo dé a Rivera. Al tiempo.

Más de 1.050.0000 votos naranjas en Cataluña indican el poder arrebatador de esta mujer que se dice tímida y que ha metido el miedo en el cuerpo a los secesionistas, aunque también ha hecho pupa a los constitucionalistas, porque el PSC de Iceta y el PP de García Albiol no han estado a la altura deseada para alzar a esta amante de Led Zeppelin, de la Historia y del queso a la presidencia de la Generalitat para tranquilidad de Rajoy y de Jean-Claude Juncker.

"No es que quieran romper España, es que han roto la convivencia", espetó a Puigdemont la andaluza de nacimiento y catalana de adopción en la agitada sesión del pasado 10 de octubre. Vistos los resultados en las urnas, donde logró un incontestable triunfo, y seguramente pírrico si gobiernan los independentistas, parece que la convivencia seguirá estando fracturada y que, no hay que descartarlo, haya en breve otros comicios porque, en palabras de Arrimadas, otros cuatros de procés serían una pesadilla.

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