España

De la cima del golpe de Estado del 23-F a la sima africana

  • La vida del Monarca ha estado marcada por los acontecimientos históricos y alguno más doméstico, como la cacería de elefantes por la que pidió perdón.

De la vida del Rey, que cumple este sábado 75 años, se recuerdan gestos como su defensa de la Constitución ante el golpe del 23-F o la imagen del adiós emocionado a su padre cuando iba a ser enterrado en El Escorial, pero también las disculpas del "me he equivocado, lo siento mucho", tras su viaje a Botsuana.

Son momentos a lo largo de una vida marcada desde muy pronto por los acontecimientos históricos y que ha dejado varias frases para la memoria colectiva, algunas más espontáneas, como el famoso "por qué no te callas" de 2007 al venezolano Hugo Chávez.

Los libros de historia apuntan más atrás, al discurso de su coronación, a la hora de reseñar una de las ocasiones en las que Don Juan Carlos marcó con sus palabras el alcance de su compromiso institucional, una vez fallecido Francisco Franco. "El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición", se le escuchó decir ante las todavía Cortes franquistas, un 22 de noviembre de 1975.

Proclamar su voluntad de ser Rey de "todos los españoles", superando así el frentismo de la Guerra Civil y la división social consolidada por la dictadura era toda una declaración de principios ante la nueva etapa que se abría en España, llena de incertidumbres.

El golpe de Estado del 23-F de 1981 fue uno de los momentos más difíciles de la Transición, y la aparición del Monarca en televisión, de madrugada, y, significativamente, con el uniforme de capitán general de los Ejércitos, fue determinante para su fracaso.

Apenas veinte días antes, el Monarca había visitado por vez primera el País Vasco y en la Casa de Juntas de Guernica un grupo de parlamentarios de Herri Batasuna había interrumpido su discurso, cantando puño en alto el himno al soldado vasco Eusko Gudariak. Su gesto consistió en permanecer en silencio mientras los abertzales cantaban en voz alta, antes de ser expulsados, al tiempo que los demás parlamentarios le aplaudían.

El terrorismo, a lo largo de su reinado, ha motivado infinidad de manifestaciones de condena por parte del jefe del Estado, sobre todo por atentados de ETA, siempre acordándose de las víctimas.

Especialmente emotivo fue su mensaje del 11 de marzo de 2004, tras los sangrientos atentados de Madrid en los que murieron 191 personas.

Como máximo embajador de España, el Rey ha viajado por todo el mundo, cumpliendo un papel de gran alcance político y económico. Así se recuerdan sus históricas visitas a EEUU en 1976 y a Israel en 1993, los encuentros con su "hermano" rey de Marruecos Hassan II o su fructífera relación con los reyes Fahd y Abdala de Arabia Saudí, que favorecieron la concesión a un consorcio español el contrato del AVE a La Meca. Sin embargo, en tiempos recientes sus declaraciones de mayor trascendencia no se pronunciaron en ningún escenario oficial.

Fueron tan sólo once palabras para la prensa en el hospital donde acababa de ser operado de la cadera. "Lo siento mucho. Me he equivocado. Y no volverá a ocurrir", declaró para encauzar la polémica ocasionada tras saberse las circunstancias en que se había roto accidentalmente la cadera, en un viaje privado a Botsuana del que no se tenía noticia, para participar en una cacería de elefantes.

Ocurrió en abril, y desde entonces don Juan Carlos ha hablado en muchos actos oficiales; también, por vez primera, en internet.

En plena ofensiva soberanista de Artur Mas, el Monarca publicó en la renovada página web de la Casa del Rey una carta que dio mucho que hablar, porque, aunque no citaba expresamente la cuestión nacionalista, sí trataba de reflexionar claramente sobre el talante con el que en su opinión deberían actuar los responsables públicos. "En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas", manifestaba el Monarca tras hacer hincapié en la necesidad de aunar fuerzas ante la difícil coyuntura económica.

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