España

La hora de Mr. Otegi

  • La cuenta atrás para el canto del cisne de ETA se agota entre un espeso escepticismo y la injusta entronización del timorato portavoz de Batasuna

Tic-tac, continúa la cuenta atrás para el inminente canto del cisne de ETA. Y qué mejor pasarela que la del diario The Wall Street Journal (TWSJ), la joya de la corona del imperio mediático News Corporation, nada sospechoso de connivencias con la organización terrorista aunque bien que lo disimula con ese pedazo de titular -"Grupo vasco hace oferta de paz"- en el que condensó el cuestionario que le remitió Mr. Otegi desde la cárcel.

El emporio del magnate australiano Rupert Murdoch cuenta entre sus consejeros con el ex presidente del Gobierno José María Aznar, que está muy bien pagado -el año pasado percibió más de 170.000 euros- aunque sus reflexiones sobre la pacificación del País Vasco y la negociación que mantuvo el Gobierno de Zapatero con ETA no han cuajado demasiado en el ánimo de los editorialistas del último periódico que ha hecho repicar las campanas de Otegi. El influyente medio conservador considera que el proceso que voló en Barajas hace tres años no sólo no ha fortalecido a ETA, como sostiene el incombustible Mr. Aznar, sino que ha sido el gran punto de inflexión de la banda, ya que el atentado del 30 de diciembre de 2007 y sus dos víctimas mortales erosionaron, según TWSJ, "el apoyo social a la banda y a sus aliados políticos". Lo que no es óbice para brindar una suculenta cobertura al más laureado preso de la cárcel de Logroño, donde lleva 14 meses por sus intentos de resucitar a la ilegalizada Batasuna.

Resulta descorazonador que este hombre tan pacato al abrir los ojos y plantar cara a sus antiguos y sanguinarios camaradas se erija mundialmente como la gran baza para salir del túnel y echar el telón a los asesinatos, las extorsiones y el miedo que padecen miles de hombres y mujeres en España. Otegi ejerce ahora de hombre de buena voluntad y dice que tiene muy claro que el camino hacia la independencia del País Vasco, esa cruenta y testaruda entelequia, no puede seguir manchándose de sangre. Cierto es, gracias a lo que sea, que la gente cambia con el paso del tiempo, bien por madurez bien por razones más espurias (intereses, desengaños, los golpes de la vida, lecturas, películas o vaya usted a saber), pero cuesta creer -mucho y a muchos- en la limpieza de la evolución de ese individuo tan cotizado ahora en la biblia del periodismo financiero, el mismo que no gastó ni un miserable gesto de condena cuando ETA asesinó a un diputado socialista -Fernando Buesa- que se sentaba a unos cuantos metros de él en el Parlamento vasco.

Es muy posible que el comunicado etarra de marras esté a estas horas golpeando o a punto de hacerlo las redacciones de los medios de comunicación, el tercer aniversario del atentado en Barajas del 30 de diciembre de 2007 obviamente tiene muchas papeletas para ser elegido por los terroristas como el día del volver a empezar. Y no es menos probable que más de uno, muchos, de los medios tenga ya listas o al menos pergeñadas las consideraciones editoriales ante el acontecimiento porque su contenido de fondo se antoja más que previsible: un cese de la violencia con el añadido de permanente y verificable.

Un testamento que tendrá vocación, sólo eso, de definitivo. Y ahí está el truco del manco. No hay que ser demasiado perspicaz para aventurar que una de las condiciones que van a poner los matones para decidirse a enterrar las pistolas que por ahora sólo dejan colgadas será que la izquierda abertzale ilegalizada no se muera impecune en la ilegalidad y vuelva a las urnas.

Cuesta dar crédito a este rapto de bonhomía que alumbra ahora el respeto a la vida humana que tanto han despreciado los iluminados. El escepticismo es espeso ante la conversión de ETA-Batasuna, o de ETA y Batasuna, según se calibre. El Gobierno está empeñado en diferenciarlos y el PP no hace distingos entre ambos.

La mejor noticia es que al menos Zapatero se maneja -como buen resentido- con muchas más cautelas que en su primera zambullida en una piscina que igual ahora sí tiene agua. Seguro que el presidente del Gobierno está pensando de nuevo, aunque esta vez se ahorre proclamas y posibles bochornos, lo que dijo hace tres años de que dentro de otro estaríamos mejor.

La peor es que el tiempo no siempre pone a cada uno en su sitio. Para bien y para mal. Que Otegi pueda pasar por hombre de paz y hasta a la historia de España con su cobardía a cuestas mientras otros valientes como Patxi Zabaleta, que fundó Aralar, la escisión de Batasuna que sí tuvo el valor de condenar sin ambages a ETA y es igual de abertzale, parece que no existen es, sencillamente, horroroso. Como ese rutilante tratamiento que recibe Mr. Otegi al sacar la lengua por ahí fuera.

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