Arcángel | Crítica

Arcángel mantiene su idilio con Granada y la Alhambra

Arcángel.

Arcángel. / Miguel Ángel Molina / Efe

Se veía venir, y se confirmó hace ya unos días, Diego el Cigala, no vendría a los Festivales en esta edición. A partir de ahí, Arcángel. Asunto bien resuelto, habrá Cigala y tenemos Arcángel. Después de ayer, el idilio entre Arcángel y Granada sigue vivo. Ya lo disfrutamos el pasado verano en el Generalife, en torno a los veranos que se dedican a Lorca, y ya se percibía cómo alguien con su altura de miras y su sensibilidad, entendía que su flamenco en el Generalife adquiría nuevos y profundos matices. Ayer, en pleno Palacio de Carlos V, acrecentó ese crédito.

Empezaremos por el final, con el público en pie, es un buen comienzo. Arcángel, siempre con un pie en lo jondo y otro en la búsqueda de nuevas fronteras, repasó los grandes palos, bulerías, tangos, de ahí a Lole y Manuel, con su Dime. Emocionado, se dirigió al respetable para presentar su elenco. Soberbios e insustituibles los Mellis y Lito Manez, y virtuoso y exuberante Dani de Morón.

Escenario del Carlos V. Escenario del Carlos V.

Escenario del Carlos V. / Jesús Jiménez (Photographerssports)

Prosiguió con una reflexión como es él, directo al corazón, sobre la pandemia y sus estragos en la salud y la vida cultural. De ahí, a unas alegrías y prosiguió su soberbia actuación. En ese sentido de sinceridad y reconocimiento, dedicó a su amigo, el Doctor Chema, coordinador de trasplantes, que estaba entre el público, unos fandangos marca de la casa, de su querida Huelva, unos fandangos de Alosno. Y al final, como empezamos, el público aclamándolo y él, cantando solo, a capella, en mitad del Carlos V, en mitad de la Alhambra y también de su Granada. Gracias Festival.

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