Crítica del Festival de Música y Danza de Granada

Carlos Álvarez y María Moreno crean nuevas aficiones

María José Moreno y Carlos Álvarez en el concierto ofrecido el martes en el Palacio de Carlos V.

María José Moreno y Carlos Álvarez en el concierto ofrecido el martes en el Palacio de Carlos V. / Jesús Jiménez Hita/ Photographerssport (Granada)

La noche que ofreció el martes el Festival de Música y Danza de Granada en el Carlos V fue de esas en las que nacen nuevas aficiones, tanto al cultivo de la música como al consumo de la misma. Fue una noche maravillosa, en la que todo brilló y se disfrutó desde la propuesta del programa hasta la interpretación de cada una de las piezas elegidas.

Granada necesita un espacio escénico, eso es un clamor. Ayer se vio. En cuanto Carlos Álvarez y María José Moreno, dejaron traslucir su dotes comunicativas y dramáticas, en los momentos que podían, dentro de un programa sin escenificación, el público disfrutó, se notó y evidentemente, la cosa fue a más. Está claro, hay público, hay ciudad y hay ganas de disfrutar en Granada de Ópera.

Volviendo a la velada, fue de esas noches en que se crea escuela, el público, plagado de cantantes, profesores de canto, y de amantes de la lírica, se conmovió con lo que dos cantantes pueden generar en escena. Era un disfrute la dicción del malagueño y de la granadina, en italiano, en francés, en español. Se seguía el texto con precisión y delectación. Como digo, en todo momento acompañaron ambos titanes de la música andaluza, sus obras con unos detalles de teatralidad que hicieron las delicias del público. Amén de la elegancia natural de Carlos Álvarez y de María José Moreno. No hubo bis lírico, pero es que fue un despliegue imponente de ambos desde el comienzo del espectáculo.

Carlos Álvarez

El momento de madurez del barítono malagueño, de naturalidad, de elegancia y de transmisión fue hechizante. Camaleónicamente se ceñía a cada texto, desde la agilidad de Mozart, a la marcialidad de Donizetti y finalmente en la zarzuela. Porque si hubo una figura al frente de Mozart y Donizetti, el malagueño desplegó todos los matices, registros y la pasión andaluza en la segunda parte del concierto, con una magistral interpretación de la canción de Manacor de Pablo Luna, o la Jota de Perico, de Soriano.

María José Moreno

La soprano granadina María José Moreno, con sus coloraturas, solo al alcance de muy pocas, estuvo perfecta en Mozart y Donizetti, a pesar de las exigencias de partituras como La voilà, la voilà del genio italiano. Los dúos clásicos junto a Carlos Álvarez eran cautivadores. En la segunda parte, y de la mano de una orquesta soberbia, con un director absolutamente concentrado en que la lírica fluyese y con un magistral Carlos Álvarez, la granadina hizo disfrutar al público de su ciudad. La romanza de Marola o la Canción del Ruiseñor, fueron para la posteridad, al igual que cada uno de los dúos de zarzuela que protagonizaron.

La orquesta 

La Orquesta Filarmónica de Málaga, con el mallorquín José María Moreno a la batuta, estuvieron soberbios. Decimos a la batuta, aunque hubo un momento en Mozart, en el que José María Moreno prescindió de la misma, dando un repertorio de precisión al alcance de pocos. Su dirección, supeditada en todo momento al contexto y al autor, fue un perfecto aliado en Mozart, soberbio en la obertura de Don Pasquale y fue realmente un disfrute, enérgico, delicado, conduciendo la música y el espectáculo. La segunda parte, con la zarzuela, tan dada a cambios de tempo, cambio de planos y de texturas repentinos y toda clase de dificultades para la dirección y al orquesta pusieron de manifiesto el idilio entre el director y la orquesta y de ambos con la interpretación más apropiada en cada pieza.

El termino del intermedio de La boda de Luis Alonso, fue obligado levantar a la orquesta para recibir una cerrada ovación, merecida desde que había comenzado la velada. El bis, fue solo orquestal, un magistral Preludio de la revoltosa, de Chapí, se quedó el director con ganas de más, y eso que no escatimó en gesto ni presencia en todo el concierto, pero ahí mandaban los cantantes y la verdad es que todo había sido perfecto y un disfrute.

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