Moisés Marín, tenor

Moisés Marín: "Granada se merece su propia temporada de ópera"

Moisés Marín regresa a su tierra natal por la puerta grande como una de las voces de 'Turandot'.

Moisés Marín regresa a su tierra natal por la puerta grande como una de las voces de 'Turandot'. / R. G. (Granada)

El tenor Moisés Marín, natural de La Zubia, debutará este 12 de julio en el Festival de Granada con una versión de concierto de la ópera de Puccini Turandot dirigida por Robert Wilson, interpretando al ministro Pang. Esta obra se estrenó el pasado 3 de julio en el Teatro Real de Madrid, y para el festival, las entradas se agotaron en apenas una hora.

El artista granadino se formó tanto en España como fuera del país y se ha convertido en un habitual de las temporadas líricas españolas y un referente internacional. Ha trabajado con artistas de renombre como Plácido Domingo, Carlos Chausson o Renata Scotto y actualmente está viviendo un gran momento en su carrera.

-Debutar en el Festival de Música y Danza de Granada por primera vez es especial para cualquier artista, pero me imagino que para usted, siendo granadino, aún más. ¿Cómo se siente al respecto? ¿Qué le parece cantar al aire libre y en un entorno tan monumental como es el Palacio de Carlos V?

-Para mí cantar en el Festival supone mucho más que algo especial, es como cerrar un ciclo vital porque fue el marco en el que escuché ópera por  primera vez cuando en mi quince cumpleaños mi tía me regaló unas entradas para ver Juana de Arco en la Hoguera de Honegger. Me fascinó y me enamoré aun sin saber que mi carrera iba a desarrollarse en el mundo operístico y que unos pocos años después iba a terminar pisando esas mismas tablas. Imagínate lo que significa para mí, por fin he conseguido el sueño de pisar ese mismo escenario en ese entorno centenario de la Alhambra, que para un granadino es una parte de su corazón. Es muy emocionante hacerlo con la ópera de Turandot en la que los ministros, que parecen personajes al margen, aunque lo son de cierta manera, llevan el peso dinámico de la acción, tanto del primer como del segundo acto y explican la obra. El ministro Pang es un “bomboncito” porque permite cantar con frases maravillosas puccinianas y, entre la acústica del palacio y la luz de la luna, creo es algo maravilloso.

-¿Cuándo y cómo descubrió su pasión por el canto lírico?

-Fue un poco después de aquel cumpleaños, yo estudiaba flauta en el conservatorio y ahí siempre te hacen cantar. Recuerdo que en uno de los últimos exámenes, la profesora me dijo que por qué no estudiaba canto en vez de instrumento y entonces empecé a cantar en agrupaciones corales, porque Granada es enorme en coros. Una cosa llevó a la otra, empecé a cantar para no dejar la música porque había empezado mis estudios de Ingeniería de Caminos y al final la vida me dio la vuelta y me enseño que mi camino era la música, el canto.

-¿Cuál ha sido el momento más emocionante o memorable de su carrera hasta ahora? ¿Cuál considera que es su aria o papel más desafiante y por qué?

-Ambas preguntas coinciden en el reto más importante al que me he enfrentado a nivel artístico y vocal, fue el año pasado en el que grabamos una opera de Rossini de un repertorio poco habitual: yo interpreté un papel que tiene una extensión grandísima, casi de tres octavas y un tipo de vocalidad especial, de “baritenor” que consiste en cantar casi todo el rato en tesitura de barítono con un color oscuro pero luego tiene muchísima agilidad, saltos y agudos y graves extremos. Fue el rol de Pirro en la ópera Ermione. Lo preparé muy a consciencia y se adoptó fantásticamente a las características de mi voz, me sentí como ese rey de Grecia y la satisfacción fue maravillosa, tanto por la respuesta del público, del maestro y de la crítica. Estoy deseando que salga ese disco para poder disfrutarlo.

-¿Tiene alguna obra de referencia o algún papel en especial que le gustaría interpretar?

-Si, es como una carta a los Reyes Magos. A parte de los papeles maravillosos que he tenido la oportunidad de hacer, como el Carlos en Lucia di Lammermoor de Donizetti o Polión en la Norma de Bellini, me gustaría añadir los Mozart de Idomeneo, rey de Creta o Tito en La clemencia de Tito, o el que haré en enero del próximo año en Bilbao, que debutaré como Belmonte en El rapto en el Serrallo de Mozart. Son joyas del repertorio, que no son tan conocidas como podría ser el Alfredo de La traviata de Verdi por ejemplo, pero por eso la complejidad es mucho mayor.

-¿Cómo se prepara para interpretar diferentes roles operísticos? ¿Cuál es su enfoque para mantener y cuidar su voz de manera adecuada?

-Siempre digo que a un cantante de ópera se le exige la preparación más exigente que se puede tener en el mundo de la música y la escena culta, porque no solo combinamos el aspecto técnico, sino que hacemos actuación y canto en distintos idiomas, con lo cual, tenemos que dominar o pronunciar de manera adecuada varias lenguas, lo normal es el italiano, alemán y el francés, aunque también hago óperas en inglés, ruso o checo. Mi preparación empieza con un coach de idiomas, un repertorista, un maestro musical y de canto y ahora, gracias a que estamos viviendo en este siglo, tenemos también un coach “psicológico” para trabajar la mente, porque la ópera es también un ejercicio de riesgo mental. Nuestra voz es nuestro instrumento y es muy susceptible a las circunstancias. Sería como combinar una preparación de atleta de alto rendimiento (ejercicio, alimentación… todo influye en tu sonido) con la exigencia de un cantante y un actor. El coach te prepara para enfrentar los miedos y retos del directo y ayudar en el crecimiento como artista.

-¿Quiénes han sido sus influencias más importantes en su carrera como tenor, además de su tía?

-El granadino Carlos Atienza, que desgraciadamente nos dejó este año, que era el subdirector de la banda y el primero que me dio la oportunidad de cantar un solo. Lo considero mi mentor y me enseñó a leer más allá de los puntos negros de una partitura, es decir, trasladar eso a una interpretación que pueda provocar alguna emoción. Al final, eso es lo que hace a la música clásica inmortal, universal y atemporal. Las emociones son las mismas siempre, lo que va cambiando es el lenguaje con el que se comunican. También estuve estudiando en Roma con Renata Scotto y sobre todo, mencionaría al violinista Fabio Biondi, que fue mi mentor más profesional y con él debuté como tenor en el circuito internacional.

-¿Qué considera que es lo más valioso que le ha aportado este trabajo, estilo de vida y el mundo operístico? ¿Cómo equilibra su vida personal con las demandas de una carrera tan exigente?

-Es difícil, pero he tenido la suerte de encontrar una persona maravillosa en mi vida, mi mujer, con la que he encontrado el equilibrio entre ambos mundos. Ella es mi apoyo y la persona que siempre está detrás de la escena y haciendo posible esto. Por otra parte, lo que más me ha aportado la ópera es la experiencia vital de la gente, la comunión con el público y hacer música en directo, aunque es muy estresante, cuando la cosa funciona y fluye es una experiencia “casi orgásmica”, muy elevada, es una satisfacción de una necesidad por comunicar.

-¿Qué opina de la escena operística en Granada actualmente? 

-Hay gente que siempre se empeña en que Granada tenga ópera, por ejemplo, Juventudes Musicales. Desde luego Granada se merece una temporada de ópera porque hay afición, fíjate que las entradas de Turandot duraron una hora. Además, Granada es cuna de grandísimos cantantes, como Mariola, Pepe o nuevos, como el barítono Pablo Gálvez. El problema es que la ciudad no tiene un espacio para esto, la ópera requiere de un espacio con una acústica propicia y sobre todo, que sea amplio, con foso propicio para meter una orquesta grande. Siempre, incluso para el público general no iniciado, escuchar una opera es una experiencia única y, en directo, es una experiencia que merece la pena, la ópera es el espectáculo total. Granada se merecería su temporada.

-En esta ciudad donde la ópera no se consume tanto como en Madrid, Barcelona o Valencia ¿Qué consejo les daría a los jóvenes granadinos que desean seguir una carrera en el canto lírico?

-Que estudien mucho, porque es una dedicación absoluta y una carrera complicada, pero que se nutran de ver espectáculos, de ver a profesionales cantar, porque eso cambia mucho el concepto que se tiene del canto y de la voz al emitirla para cantar en un teatro. Asimismo, que se aprovechen de los profesionales que hay en la ciudad, yo siempre me ofrezco a ayudar a las siguientes generaciones, lo considero mi deber como artista. Además, también hay que salir y formarse en el extranjero, porque es lo que te da una visión global de la música, ya que hoy en día la música se desarrolla a nivel mundial, el que está en el Teatro Real luego está en Londres, luego en París y luego en Nueva York. Todo consiste en aprender un lenguaje universal que está detrás de la música y la única forma es mediante la apertura de la mente, y eso solo se consigue saliendo. Hay que “asaltarnos” a los que estamos cerca y luego “saltar” fuera y nutrirse de todos los distintos modos de entender la música.

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