Diálogos desde lo más profundo del alma

Les Ballets de Monte-Carlo deslumbran con una producción de Romeo y Julieta de Prokófiev que habla al corazón

Sutileza y espiritualidad barroca

Un momento de la obra representada en el Generalife.
Un momento de la obra representada en el Generalife. / Fermín Rodríguez / GPMedia

Granada/Este fin de semana, el Festival Internacional de Música y Danza de Granada acogió con entusiasmo la propuesta escénica de Les Ballets de Monte-Carlo para el ballet Romeo y Julieta de Serguéi Prokófiev, con una espléndida coreografía de Jean-Christophe Maillot. Este montaje, que fue estrenado originalmente el 23 de diciembre de 1996 en la Sala Garnier de Monte-Carlo, volvió a la vida en una preciosa noche estrellada en la que el público convocado en el Generalife pudo sentir cómo le hablaba, sin palabras, desde lo más profundo del alma.

La producción, fiel al espíritu original, sorprende por su capacidad para fundir emoción y reflexión. La compañía de Monte-Carlo se caracteriza por la ductilidad y el control expresivo de sus bailarines, que calibran cada movimiento para construir estampas de gran belleza en continuo desarrollo. La inteligente propuesta de Jean-Christophe Maillot se plasma en una historia coral, en la que cada escena cobra vida y plasticidad gracias no sólo a la icónica definición de los personajes a través de un vestuario elegante y eficaz a partes iguales –diseñado por Jérôme Kaplan– sino que además evoluciona por medio de bellos cuadros coreográficos en los que las posiciones estáticas, el desafío a la gravedad, el slow motion o la caracterización gestual de los roles construyen a la perfección la historia.

La escenografía, hábilmente diseñada por Ernest Pignon-Ernest, estaba formada por varios volúmenes arquitectónicos yuxtapuestos, siendo algunos de ellos móviles, y una rampa dinámica que, en función de su altura, se trasmutaba en vía de salida, escalinata o balcón. El agudo e inteligente uso de la iluminación diseñado por Dominique Drillot completaba el entorno escenográfico, dotándolo de dinamismo y volumen. En definitiva, la puesta en escena ideada por el equipo de Maillot brilló por su elegancia atemporal y su capacidad para esculpir el espacio y la emoción. La combinación de formas suaves, tonos neutros y sombras estratégicas reforzó la sensación de que el drama se desarrollaba tanto en la mente como en el escenario.

Las primeras figuras de este ballet realizaron una interpretación excepcional de sus roles, evidenciando por qué estamos ante una de las mejores compañías a nivel europeo. Destacó en primer lugar la interpretación de Katrin Schrader como Julieta, cuya delicadeza y presencia escénica capturaron a la audiencia desde el primer movimiento. Frente a ella, Jérôme Tisserand encarnó a Romeo con una mezcla de ardor juvenil y elegancia técnica, logrando una química conmovedora que fue el corazón palpitante de la tragedia y dejaron para el recuerdo bellas estampas como la escena del balcón o el trágico desenlace en la tumba de Julieta.

Festival de Granada: Les Ballets de Monte-Carlo

Programa: Serguéi Prokófiev, Romeo y Julieta.

Les Ballets de Monte-Carlo

Coreografías: Jean-Christophe Maillot

Escenografía: Ernest Pignon-Ernest

Vestuario: Jérôme Kaplan

Iluminación: Dominique Drillot

Elenco: Katrin Schrader (Julieta), Jérôme Tisserand (Romeo), Jaat Benoot (Fray Lorenzo), Cristian Oliveri y Christian Tworzyanski (dos acólitos), Marianna Barabas (Lady Capuleto), Gaêlle Riou (La nodriza), Simone Tribuna (Teobaldo), Michaël Grünecker (Mercucho), Lukas Simonetto (Benvolio), Lennart Radtke (Paris), Candela Ebbesen (Rosalinda).

Lugar y fecha: Teatro del Generalife V, 21 de junio de 2025

Clasificación: 5 estrellas

En los roles secundarios, la compañía mostró un dominio impecable: Jaat Benoot, como Fray Lorenzo, imprimió profunda humanidad a su personaje, convertido en testigo consciente del drama y acompañado por los precisos Cristian Oliveri y Christian Tworzyanski como acólitos. Marianna Barabas, en el papel de Lady Capuleto, ofreció una interpretación poderosa, elegante y estilizada; este rol contrastó admirablemente con la calidez maternal de Gaêlle Riou como la nodriza, un papel representado magistralmente a caballo entre la comicidad y la empatía. Sensacionales también fueron Simone Tribuna (Teobaldo), Michaël Grünecker (Mercucho), Lukas Simonetto (Benvolio), Lennart Radtke (Paris) y Candela Ebbesen (Rosalinda), quienes en conjunto demostraron un control escénico y una precisión coreográfica dignos de ovación, arropando a los protagonistas en las múltiples escenas de conjunto.

El público del Festival que llenó por completo el Teatro del Generalife aplaudió prolongadamente esta puesta en escena de Romeo y Julieta, que se confirmó no solo como una representación de la más alta calidad, sino como una experiencia estética y emotiva. La perfecta realización técnica del conjunto, la expresividad matizada de cada intérprete y el singular sentido dramático de Maillot —capaz de reinventar la tragedia sin sacrificar su esencia— hicieron de esta función un momento de pura poesía en movimiento.

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