Músicas para el recuerdo

La OCG llega al Palacio de Carlos V para ofrecer un concierto de homenajes al público

Sutileza y espiritualidad barroca

Un momento del concierto de este viernes.
Un momento del concierto de este viernes. / Fermín Rodríguez / GPMedia

Granada/El Festival Internacional de Música y Danza acogió a la Orquesta Ciudad de Granada con un concierto de homenajes. Cuando se cumple el 150 aniversario del nacimiento del pianista Ricardo Viñes, se programó las Noches en los jardines de España, el concierto para piano y orquesta que Manuel de Falla le dedicó. Además, se cumple el centenario del estreno de la versión de ballet en un acto de El amor brujo, que también figuró en el programa. Maurice Ravel, que nació el mismo año que Viñes, estuvo igualmente presente en la velada, junto al compositor granadino Juan Alfonso García, del que se pudo escuchar Epiclesis II cuando se cumple el décimo aniversario de su fallecimiento.

Pocas obras condensan con tanta intensidad la alquimia del folclore y la modernidad como El amor brujo de Manuel de Falla, obra con la que se abrió el concierto, que comenzaba con retraso por culpa de la lluvia. La versión definitiva de 1925 convierte la materia flamenca en un tejido sinfónico destilado, donde cada gesto sonoro parece cincelado con la precisión de un orfebre del silencio. Así lo entendieron anoche la Orquesta Ciudad de Granada bajo la dirección de Juanjo Mena, y la mezzosoprano Cristina Faus, que protagonizaron con autenticidad una interpretación profundamente coherente. La lectura orquestal de Mena, sobria y sin afectaciones, se centró en destacar los planos de color que Falla deja abiertos a la imaginación sonora: los acordes secos y punzantes del metal, las armonías ambiguas de las maderas, el juego de escalas modales que convierten el espacio sonoro en un paisaje andaluz interiorizado. El equilibrio entre secciones fue pulcro, dejando espacio a las intervenciones solistas sin perder unidad dramática. Cristina Faus afrontó la parte vocal con una inteligencia expresiva digna de elogio. Lejos de ofrecer una versión operística, optó por una declamación natural, casi hablada en ciertos pasajes, que devolvió al texto de María Lejárraga su potencia narrativa y mágica. El resultado fue una narración musical directa, auténtica y profundamente eficaz.

Le siguió el Concierto en Sol mayor de Maurice Ravel, interpretado por Jean-Efflam Bavouzet. El pianista abordó el concierto con energía cinética y su exquisita claridad formal. Una mezcla admirable de precisión rítmica y sensibilidad tímbrica hicieron muy sugerente su lectura de la partitura, especialmente en el movimiento central, donde supo hacer cantar la línea con una introspección casi camerística. La dirección de Mena sostuvo con firmeza la arquitectura del conjunto, equilibrando con elegancia la exuberancia jazzística de los movimientos extremos con el lirismo contenido del Adagio assai. Fue una versión de perfil moderno, vibrante y estilísticamente lúcida, que respetó el nervio rítmico de Ravel sin renunciar a su dimensión poética.

Festival de Granada: Orquesta Ciudad de Granada

Programa: Manuel de Falla, El amor brujo (versión de 1925) y Noches en los jardines de España; Juan Alfonso García, Epiclesis II; Maurice Ravel, Concierto para piano en sol mayor y La Valse.

Orquesta Ciudad de Granada

Director: Juanjo Mena

Solistas: Jean-Efflam Bavouzet (piano) y Cristina Faus (mezzosoprano)

Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 20 de junio de 2025

Clasificación: 4 estrellas

La segunda parte de la velada se abrió con una versión orquestal de Epiclesis II, compuesta originalmente para órgano y concebida por Juan Alfonso García en su madurez creativa. Es, en esencia, una plegaria sin palabras, en la que el motivo epiclesial se despliega con sobriedad litúrgica, pero también con una intensidad que trasciende lo devocional para adentrarse en lo ontológico. Mena condujo a la OCG con gesto contenido, logrando que la arquitectura de la obra se proyectara con claridad y densidad emocional, sin caer en retoricismos.

Jean-Efflam Bavouzet volvió a ocupar el escenario para interpretar las Noches en los jardines de España de Manuel de Falla. El solista supo dosificar con inteligencia el protagonismo del piano, integrando su parte en el tejido orquestal con una musicalidad que rehuyó cualquier exceso virtuosístico, particularmente en los pasajes más introspectivos del segundo movimiento, donde el fraseo fluido y la paleta dinámica sutil lograron captar la sensualidad velada que Falla dibuja en su escritura. Juanjo Mena dirigió con trazo firme, sin perder la flexibilidad necesaria para sostener los cambios de carácter y las superposiciones rítmicas, articulando con claridad los planos sonoros sin renunciar al misterio inherente a la obra. La orquesta ofreció un sonido cuidado, con una sección de cuerda especialmente expresiva y unas maderas que aportaron color y lirismo.

El concierto se cerró con La Valse de Ravel, en la que Mena extrajo de la OCG una lectura vibrante y brillante. El pulso decadente del vals fue evolucionando -como pretendía el autor- desde la penumbra de un mundo desaparecido hasta el paroxismo de un universo que se precipita hacia su disolución. La precisión rítmica, el cuidado en la progresión dinámica y una atención exquisita al detalle orquestal hicieron de esta interpretación un verdadero estudio de tensión y color. Lejos de la mera exhibición, la orquesta sonó orgánica y visceral, con una cuerda incisiva y una sección de metales particularmente inspirada en la coda final.

En definitiva, fue una velada llena de grandes momentos y homenajes a la mejor música, que sin embargo fue recibida con cierta frialdad por el público asistente.

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