Nuevas generaciones para músicas del siglo XX

Críticas

Juan Floristán y la Orquesta Ciudad de Granada cautivan al público del Festival con un emotivo 'Concierto para piano núm. 2', de Rajmáninov

Bajo la dirección experta y atenta a cada matiz de Tabita Berglund, la OCG proporcionó un acompañamiento sólido y equilibrado

Tabita Berglund al frente de la OCG.
Tabita Berglund al frente de la OCG. / José Velasco / Photographerssports
Gonzalo Roldán

21 de junio 2024 - 21:07

El Festival Internacional de Música y Danza de Granada lleva contando con la Orquesta Ciudad de Granada (OCG), nuestra orquesta, prácticamente desde el año de su creación. En la edición de este año la OCG viene acompañada de dos flamantes figuras internacionales: la aclamada directora Tabita Berglund y el galardonado pianista sevillano Juan Floristán.

El público granadino sabe de las virtudes de la OCG, si bien la audiencia del Festival de Granada, más internacional y diversa, no necesariamente tiene por qué conocer su ductilidad y riqueza tímbrica. Además, al ser de una formación que se crece ante una gran batuta, la pasada noche lo hizo ante la fuerza expresiva de Tabita Berglund. La directora noruega, de un gesto amplio y decisivo, desplegó todas sus energías y capacidad técnica para ofrecer una magnífica velada con obras de Sibelius y Rajmáninov.

El concierto se abrió con una expresiva versión del poema sinfónico Finlandia op. 26 de Jean Sibelius. La dirección de Tabita Berglund fue efectiva y efectista; con precisos movimientos y una clara concepción de la partitura logró extraer de las distintas secciones de la OCG una interpretación potente y emocional, destacando su habilidad para manejar las dinámicas y la tensión dramática inherente en la pieza. La orquesta, bajo su batuta, mostró una cohesión y precisión admirables, particularmente en unas cuerdas de gran lirismo y unos poderosos metales, haciendo justicia a la majestuosidad y el espíritu del poema sinfónico de Sibelius.

Le siguió la interpretación del Concierto para piano y orquesta número 2 en do menor op. 18 de Serguéi Rajmáninov, con la actuación solista de Juan Floristán al piano. El enfant terrible del panorama pianístico actual no dejó indiferentes a los asistentes por la su impronta personal que proporcionó al repertorio. Desde los primeros acordes, la maestría del pianista quedó patente. Su técnica precisa y su sensibilidad interpretativa hicieron justicia a la complejidad emocional de la obra. Floristán supo captar la esencia melancólica del primer movimiento, Moderato, con una interpretación que oscilaba entre la ternura y la desesperación, revelando los matices más íntimos de Rajmáninov. Su capacidad para manejar los contrastes dinámicos y su control sobre el rubato fueron notables, permitiendo que cada frase musical respirara con naturalidad y enfatizando los climax expresivos, tal vez incluso con demasiada pasión, cuando la partitura lo requería.

La Orquesta Ciudad de Granada, bajo la dirección experta y atenta a cada matiz de Tabita Berglund, proporcionó un acompañamiento sólido y equilibrado. Los músicos dialogaron con el solista de manera fluida, destacándose especialmente en los pasajes de mayor lirismo del segundo movimiento, Adagio sostenuto. El parlamento entre los vientos-madera y el piano solista se convirtió en un momento de sublime introspección. Floristán, que pese a su todavía patente juventud articula unos arabescos sublimes, supo tejer con la orquesta una atmósfera de ensoñación, donde cada nota parecía suspendida en el tiempo, evocando el carácter nostálgico y a la vez esperanzador de la obra. El tercer movimiento, Allegro scherzando, puso de relieve la vertiginosa habilidad técnica de Floristán. Su ejecución fue limpia y enérgica, contraída por momentos ante la complejidad de la partitura, pero siempre apasionada y de gran efectismo; el solista, a quien se consagra este último movimiento, demostró la buena sintonía con la directora, y juntos crearon una perfecta conexión entre ellos y con la orquesta.

La energía acumulada a lo largo de la obra culminó en un final vibrante, lleno de vida y pasión, que arrancó una prolongada ovación por parte del público. El pianista, agradecido, se dirigió al auditorio para expresar lo inspiradora que le resultaba la ciudad de Granada, y quiso rendir homenaje al carácter seductor de nuestra ciudad rememorando cómo dicho influjo fue sentido también por Claude Debussy cuando compuso, a partir de una postal que Manuel de Falla le había enviado, el preludio La puerta del vino, con cuya interpretación Floristán se despidió al concluir la primera parte del programa.

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73 FESTIVAL DE GRANADA

Programa: Serguéi Rajmáninov, Concierto para piano y orquesta núm. 2 en do menor op. 18; Jean Sibelius, Finlandia op. 26 y Sinfonía núm. 5 en mi bemol mayor op. 82.

Orquesta Ciudad de Granada

Solista: Juan Floristán

Director: Tabita Berglund

Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 20 de junio de 2024

El concierto se completó, en su segunda parte, con la Sinfonía número 5 en mi bemol mayor op. 82 de Jean Sibelius, en su versión definitiva de 1919 en tres movimientos. Tabita Berglund demostró al frente de la OCG un despliegue de maestría técnica y sensibilidad musical que se reflejó en el agrado de los músicos y la complicidad artística surgida entre directora y orquesta. Berglund ha probado, en su todavía breve carrera, haber adquirido un profundo entendimiento de la obra de Sibelius, como exhibió al construir una coherente y contenida quinta sinfonía. Definió progresivamente el intrincado diálogo de la obra, haciendo honor a los paisajes sonoros de enorme desarrollo y los temas de majestuoso lirismo que caracterizan esta partitura. La orquesta respondió con precisión y pasión, destacándose por la riqueza de los matices y la claridad de las texturas orquestales en cada movimiento.

Al concluir esta velada, consagrada a las músicas del siglo XX que ya se pueden considerar dentro del gran repertorio, orquesta y directora recibieron un prolongado aplauso, que obligó a Tabita Berglund a saludar hasta en cuatro ocasiones. Abrumada y con evidentes muestras de satisfacción, pese al titánico esfuerzo que le ha debido suponer este concierto, la directora compartió el aplauso con los músicos de la OCG, junto a los que evidenció una profunda conexión y una ejecución técnica impecable al interpretar la música de Sibelius. Sin duda, fue una noche memorable que reafirma el talento y la dedicación de nuestra OCG.

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