Sutileza y espiritualidad barroca

Andrea Marcon y el conjunto La Cetra recrean la Misa en Si menor de Bach en el Palacio de Carlos V

El Festival de Granada celebra en el Carlos V las efemérides de Ravel, Juan-Alfonso García y el centenario de 'El amor brujo'

Marcon durante un momento del concierto. / Fermín Rodríguez / GPMedia

El Festival Internacional de Música y Danza inicia su programa permanente con un concierto emblemático: la interpretación de la Misa en Si menor BWV 232 de Johann Sebastian Bach a cargo del conjunto de música antigua La Cetra. Para dirigir este concierto regresa a Granada Andrea Marcon, quien fuera un director muy apreciado de nuestra OCG y gran conocedor del repertorio de Bach. Marcon, que hace poco declaraba su convicción de que si se interpretase más a Bach habría menos guerras, ofreció una versión historicista de este templo de la música sacra, con un elenco de solistas de gran solvencia e idoneidad.

La Misa en si menor BWV 232 de Bach –compuesta a lo largo de más de dos décadas y completada apenas un año antes de su muerte– representa una suerte de testamento artístico, en el que el Kantor de Leipzig condensa toda su maestría contrapuntística, su genio dramático y su profunda fe luterana adaptada al molde latino del ordinario católico. En su aparente contradicción reside su grandeza: es una misa católica escrita por un protestante, para una liturgia inexistente, pero con la voluntad de perpetuar un arte eterno.

Cuando se cumple el 275 aniversario de la muerte de Bach, el Festival recupera este testimonio artístico en un escenario espléndido en el corazón de la Alhambra. La Cetra, que se compone de la Barockorchester y el Vokalensemble de Basilea, ocupó el escenario del Palacio de Carlos V para ofrecer una lectura de profunda coherencia estilística, dirección inspirada y refinamiento técnico, bajo la sabia batuta de Andrea Marcon. La elección de instrumentos barrocos, si bien arriesgada en una interpretación al aire libre por su sensibilidad a los cambios de temperatura y humedad, recuperó una paleta de sensaciones tímbricas muy a propósito para la ocasión, y transportó al público asistente a un imaginario escenario histórico en el que, de manera ideal, Bach hubiera podido ser testigo de la interpretación de su obra.

El director veneciano condujo la obra desde una perspectiva historicista rigurosa pero no dogmática, priorizando la claridad de texturas, el equilibrio tímbrico y una articulación precisa pero viva. Su gesto elegante y funcional permitió que los planos vocales e instrumentales se interrelacionaran con naturalidad. La Barockorchester desplegó una riqueza de color admirable: violines con articulación vibrante y sin exceso de vibrato, flautas traversas de madera de sonoridad cálida, oboes d’amore y da caccia de fraseo aterciopelado, y una sección de continuo sólida y expresiva, con órgano positivo y cuerda grave perfectamente integrados en los bajos continuos.

Por su parte, el Vokalensemble Basel, con apenas veinte voces, se mostró ejemplar por su empaste, flexibilidad dinámica y precisión en la afinación. Lejos de buscar el efecto grandioso, este enfoque camerístico puso de relieve la arquitectura interior de cada fuga, el juego entre bloques verticales y líneas melódicas, y la palabra como vehículo expresivo. Los coros más densos —como en el Kyrie inicial, el Cum Sancto Spiritu o el verso Et expecto— se resolvieron con asombrosa claridad polifónica, mientras que los momentos de lirismo coral, como el verso Et incarnatus est del Credo, resultaron profundamente conmovedores.

Festival de Granada: La cetra

Programa: Johann Sebastian Bach, Misa en Si menor BWV 232”.

La Cetra: Barockorchester y Vokalensemble Basel

Director: Andrea Marcon

Solistas: Jone Martínez (soprano), Lea Elisabeth Müller (mezzosoprano), Carlos Mena (contratenor), Jakob Pilgram (tenor) y Tobias Berndt (barítono)

Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 19 de junio de 2025

Clasificación: 4 estrellas

En el apartado solista vocal, el reparto fue de alto nivel y respetuoso con la estética barroca. En la arquitectura de la Misa en si menor, los solistas no solo cumplen una función ornamental o episódica, sino que representan la voz interior del creyente: si el coro encarna a la asamblea litúrgica, los solistas expresan la intimidad de la fe, la emoción individual que dialoga con lo divino.

La soprano Jone Martínez ofreció un canto estilizado y técnicamente impecable, con timbre cristalino y dominio de los pasajes ornamentados, destacando en un elegante Laudamus te. La mezzosoprano Lea Elisabeth Müller mostró un fraseo cuidado y un centro vocal terso, particularmente expresiva en el dúo "Christe eleison" junto a Martínez. El contratenor Carlos Mena, de afinación segura y gran musicalidad, brilló en cada intervención, culminando con un perfecto control del fiato y la articulación en un Agnus Dei de intensidad contenida que supo conmover, modelando cada frase con una sensibilidad casi instrumental. El tenor Jakob Pilgram brilló por su línea fluida, agudos seguros y un legato muy depurado, con una gran interpretación del Benedictus, mientras que el barítono Tobias Berndt aportó una voz de nobleza sonora, timbre redondo y gran articulación en el Quoniam y el Et in Spiritum Sanctum, donde dialogó con destreza con el corno da caccia.

Todo en esta versión buscó la esencia de la música sin recurrir a la grandilocuencia: un Bach espiritual, sí, pero también profundamente humano, sensible al dolor y a la esperanza. Y, en ese sentido, la lectura ofrecida por Andrea Marcon y La Cetra no solo convenció por su solidez técnica y rigor estilístico, sino por transmitir con honestidad y emoción la belleza trascendente de esta obra.

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