Una pequeña cuota española en la co-producción latinoamericana justifica la presencia de este primer largo del argentino Federico Schmuckler en una sección oficial europea a la que cuesta verle a priori el criterio de selección, si es que lo hubiere en el empeño de completar hasta 23 títulos sin mediar concurso.

Felipe nos lleva a la Argentina de los días previos al corralito de 2001, o sea, a otro episodio de su eterna crisis económica y social, para seguir las idas y venidas entre la casa de la madre en Córdoba y la del padre en Buenos Aires de un prototípico adolescente aturdido e inadaptado. El encuentro porteño con una chica de su edad, las torpezas del primer amor y el mundo adulto y sus problemas se van revelando al tiempo en que el bolsillo aprieta y el ambiente se caldea.

Si en su primer tercio la cosa sigue un trazado más o menos aceptable dentro de sus códigos de película de iniciación, lo que sigue se despeña ya por el camino de la obviedad, el posibilismo de la revuelta popular y una escapada final a la que le faltan todos los ingredientes para unos mínimos de credibilidad e intensidad romántica.