Fogo-fátuo | Festival de cine de Sevilla

El príncipe que quería ser bombero

Una imagen del filme de Joao Pedro Rodrigues.

Una imagen del filme de Joao Pedro Rodrigues.

Fantasía musical, distopía retromonárquica, romance interracial y divertimento ecoqueer (el término no es nuestro), Fogo-fátuo nos trae a un Rodrigues juguetón, paródico y político que parece ya alejado de los misterios e hibridaciones de sus películas más interesantes (La última vez que vi Macau). Lo explícito (que ni siquiera parece ya demasiado provocador a estas alturas) ocupa el primer plano de un filme breve, estilizado y auto-reflexivo narrado desde el futuro (2069) que coquetea con la idea de una Portugal monárquica en la que los estertores de su príncipe son el punto de retorno a un pasado que es, en realidad, este presente pospandémico observado por el filtro de numerosos elementos discursivos, de la Gran Pintura a los calendarios fotográficos o las canciones populares infantiles.

Desde su lecho de muerte, el monarca rememora sus días de estricta y simétrica infancia familiar a puerta cerrada, su cándida vocación de soldado de la paz ecologista dispuesto a salvar los bosques del reino y, muy especialmente, ese romance homosexual de juventud con un bombero de origen africano, su instructor durante su periodo de prácticas voluntarias en una estación donde los cuerpos atléticos de los hombres se contonean y exhiben entre escaladas, ensayos y números coreográficos mejorables y esos otros no tan normativos o erotizados de las mujeres que la dirigen y gestionan.

Fogo-fátuo transita además por la performance basada en la iconografía pictórica entre escenificaciones de cuadros de Caravaggio o Bacon al tiempo en que no renuncia a la parodia del cine musical o de las formas y gestos del porno de látex y fluidos de atrezzo. El conjunto, que saca irremediablemente alguna sonrisa en sus chistes más o menos privados y su tono sarcástico contra toda autoridad, pomposidad, orden y toda realidad política e histórica en la Portugal (y la Europa) poscolonial, se resiente empero de su propio carácter fragmentario, distanciado y episódico, insuficientemente articulado para funcionar satisfactoriamente como un largo.