Un vistazo a la serie documental

'Enrique y Meghan', qué duro es sentirse observado cuando se es figurante

Los duques de Sussex en pleno testimonio en su docuserie

Los duques de Sussex en pleno testimonio en su docuserie

Los duques de Sussex se sienten acechados por las miradas. Lógico. Sobre todo en el caso del príncipe: nació con varias cámaras a cuestas y esa persecución de gente dispar dispuesta a sacar partido de su vida se convierte en una losa que se hace asfixiante  en el caso de evocar el triste final de su madre. Tener una vida privada como si se fuera pisando brasas son rigores que llevan mal ambos porque lo que les gustaría es quedarse sólo con lo bueno, una vida de principesca, de figureo y vacaciones exóticos. En el recóndito Lesotho el hijo menor del rey Carlos encontró la comprensión en su homólogo africano. En su aislamiento Enrique se encontró a sí mismo entre elefantes. Y en cuanto pudo llevó allá a su amor, Meghan, actriz a la que conoció por instagram y ambos se reconocieron como bichos raros que necesitaban de afecto incondicional y sentido de la vida.

Enrique & Meghan es la docuserie de Netflix que ha arrancado en sus tres episodios y donde la pareja ducal explica cómo fue eso de encontrarse, cómo vivieron juntos su experiencia en el palacio y por qué se marcharon del Reino Unido (esa segunda parte se estrenará la semana próxima y escocerá en Buckingham más que cualquier capítulo de The Crown). El racismo sobrevuela y en el documental lo subraya la madre de la que fuera actriz. 

Tráiler de 'Enrique y Meghan', docuserie de Netflix

Hay que ser muy entusiasta de los Sussex para enrolarse al completo en su serie documental, como pasa con Georgina y otros egos similares. No son aptos para escépticos y los haters ya pueden infartar con las risas y cuchicheos (sobre todo con el doblaje español, que se hace más pesado). Lo de los duques empalaga por incidir tan reiterativamente en sus lamentos victimistas y en ese forcejeo por encender su papel en la institución monárquica.

Ya sospechábamos que Meghan Markle notó que si han de estar en segundo plano por lo menos que ese sacrificio se vea recompensado. De ahí que soltaran amarras y de ahí este reportaje premium para el ¡Hola! que han montado en Netflix. 

Sobre la duda sobre si iban a aparecer los hijos, por supuesto que salen los dos bebés, Archie y Lilibeth y se convierten en justificación añadida del dolor de sentirse observados y perseguidos. Los Sussex quieren mostrar su compromiso de estar cerca de ellos y criarlos personalmente. De nuevo la silueta de Diana Spencer parece adivinarse entre los deseos y anhelos de la pareja, custodios morales de la sufrida princesa mientras que los actuales príncipes de Gales se muestran como herederos reales de aquella cercanía elegante que lucía la fallecida  suegra de Catalina.

Hay que ser muy de los Sussex para aguantar su docuserie sin fatigarse. Y hay que se espectador de The Crown para disfrutar de este reverso reciente de una pareja que alborota los estrictos despachos de Carlos III.

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