Muere en París la mejor amiga de la reina Sofía, la princesa Tatiana Radziwill

La noble era prima segunda de la reina emérita, hija de la princesa Eugenia de Grecia. Ha muerto en París a los 86 años

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La princesa Leonor empuja la silla de ruedas de la princesa Tatiana, en la cena en Palma en el verano de 2024
La princesa Leonor empuja la silla de ruedas de la princesa Tatiana, en la cena en Palma en el verano de 2024 / EFE
Francisco Andrés Gallardo

21 de diciembre 2025 - 07:12

En vísperas de Navidad, una noticia triste ha envuelto a la Familia Real española. La princesa Tatiana Radziwiłł, conocida cariñosamente como 'Tatan' en el círculo íntimo de la reina Sofía, ha fallecido a los 86 años este viernes 19 de diciembre en París. Su partida, discreta como fue toda su vida, cierra un capítulo de lealtad y afecto inquebrantable que unió a dos mujeres a lo largo de casi nueve décadas, forjando una amistad que trascendió el parentesco y las vicisitudes de la historia europea.

Tatiana Maria Renata Eugenia Elisabeth Margarete Radziwiłł nació el 28 de agosto de 1939 en Ruán (Francia), en plena Segunda Guerra Mundial. Hija del príncipe polaco-lituano Dominik Rainer Radziwiłł y de la princesa Eugenia de Grecia, prima hermana del rey Pablo I, padre de doña Sofía, era prima segunda de la reina emérita. Pero más allá de los lazos de sangre, su vínculo se selló en la adversidad: ambas compartieron el exilio de la familia real griega, primero en Egipto y luego en Sudáfrica, donde las niñas jugaban con muñecas y un solo carrito, riñendo como hermanas por turnos imaginarios. Aquellos años duros, marcados por la incertidumbre y la separación familiar, tejieron una conexión profunda que resistió el paso del tiempo.

Doña Sofía siempre habló de ella con calidez. En su biografía autorizada por Pilar Urbano, La reina de cerca, confesaba: "Tatiana y yo hemos sido siempre muy amigas. Íntimas. Antes de casarnos, después... Aunque ahora vive en París, nos vemos muy a menudo".

Y así fue: Tatiana ejerció como una de las damas de honor en la boda de doña Sofía con don Juan Carlos en Atenas, el 14 de mayo de 1962, un evento que reunió a la realeza europea. Años después, en 1966, la princesa helena devolvió el gesto asistiendo a la boda de su amiga y pariente Tatiana, que se casó con el prestigioso cardiólogo francés Jean Henri Fruchaud, con quien tuvo dos hijos. Fabiola, que hoy gestiona el castillo familiar de Maudétour como hotel; y Alexis, establecido en Londres en el mundo financiero.

La princesa Tatiana es llevada por la Princesa de Asturias
La princesa Tatiana es llevada por la Princesa de Asturias / 82

Profesionalmente, Tatiana destacó por su inteligencia y dedicación: se graduó en enfermería (vocación de la reina emérita), se especializó en investigación bacteriológica, hablaba cinco idiomas y tocaba el piano con maestría. Además, custodió los valiosos escritos y grabaciones de su abuela materna, la psicoanalista Marie Bonaparte, descendiente directa de Napoleón.

Una mujer culta, afable y discreta, que prefirió siempre el segundo plano, alejada de los focos pero siempre presente en los momentos clave.

Sus veranos en Mallorca, en el Palacio de Marivent, se convirtieron en tradición. Acompañada de su marido, era la sombra fiel de doña Sofía: paseos por Palma, cenas distendidas, visitas culturales. Incluso en sus últimos años, tras sufrir un ictus que la obligó a usar silla de ruedas, no faltó.

En agosto de 2024 se produjo su última aparición pública, en una una cena familiar donde la princesa Leonor empujaba su silla, mientras Felipe VI, doña Letizia y la reina Sofía velaban por ella con cariño visible, como con la hermana de la emérita, Irene, también en silla de ruedas.

Para la reina Sofía, esta pérdida llega en un momento especialmente sensible, tras las recientes partidas de su hermano Constantino (2023) y su primo Miguel de Grecia (2024). 'Tatan' era una de las últimas custodias de sus secretos, la confidente que conocía sus alegrías y sombras desde la infancia. En palabras de quienes las conocieron, Tatiana era "casi una hermana", un pilar de lealtad inquebrantable en un mundo de protocolos y distancias.

Con su marcha, se apaga una de las amistades más puras y duraderas de la realeza europea: un lazo forjado en el exilio, templado en la vida y eterno en el recuerdo. Descanse en paz la princesa que, sin buscarlo, fue testigo silenciosa de una era.

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