Juegos de azar

Abre el Casino de Granada: hagan sus apuestas

  • El Admiral Granada inicia sus actividades a las cuatro de la tarde

  • Operarios aún pintaban la fachada con el recinto abierto

Entrada principal del Casino Admiral Granada pocas horas antes de la apertura de sus puertas

Entrada principal del Casino Admiral Granada pocas horas antes de la apertura de sus puertas / Álex Cámara

"Te dan los dineros y echas el rato". Dos chavales jóvenes, musculados, uno con tatuaje en el bíceps, caminan por los alrededores del Hotel El Capricho. Hablaban como si acabaran de salir de echarse unas manos de cualquiera de los juegos de azar que, desde ahora, se puede jugar en Granada de forma presencial, y no a través de páginas web o esperando hasta altas horas de la madrugada en las ruletas que emiten las televisiones privadas.

No daba la impresión de que abriera el gran Casino Admiral Granada. En la carretera de Monachil, todos los coches pasaban de largo como cualquier miércoles. Escondido dentro del complejo del Capricho, entre la plaza de toros, el restaurante y el hotel, se vislumbraba la fachada del nuevo edificio.

La apertura les cogió a trascartón: se veían más trabajadores y operarios que clientes, quizás más acostumbrados poner en juego sus dineros más entrada la noche. Los que llegaran más con la oscuridad se encontrarían deslumbrados por el recién pintado frontal del casino, de oro, como el "paquete dorado de cigarrillos largos" que "insinúa glamour y riqueza" del que Johnny Quid diserta en Rock‘n’Rolla.

Los pintores, de brocha larga y palo de encalar, daban los últimos retoques a la fachada. Una mujer con bata de limpiadora portaba un cubo con fregona en el patio de entrada que dirige hacia dos escalinatas que brillan tanto que hacen afirmar la pisada para asegurarla. El césped recién cortado ahumaba el ambiente con su penetrante olor alimentado por el agua que los aspersores repartían sin mucho control. Para no pisar la hierba había que esperar a que uno de ellos completase su rotación para no mojarse. Una dumper pasaba junto a dos hombres robustos y trajeados que no dejaban de hablar por su móvil.

64 personas pasaron el proceso de selección para un casino que generará 200 empleos

La entrada cambia el olor a césped al de azahar mezclado con serrín. El restaurante asiático que se abrirá junto a la sala de juegos aún está desembalando mesas y otros enseres. También olía a nuevo. A las cuatro de la tarde se habían abierto las puertas y todo era amabilidad y muchas preguntas en el ambiente. Como si de la recepción de un hotel se tratara, casi diez personas reciben tras un mostrador al jugador y al curioso de turno. Ninguno puede entrar porque sí. Hay que dar los datos personales, como el DNI, para hacer una ficha y detectar si el cliente ha sido diagnosticado de ludopatía.

Una agente de seguridad, una mujer joven con vestido de vértigo red-blooded, y una suerte de Ken de ojos azules con porte milanés, todos con sonrisas de extrema simpatía invitan a darse de alta en ese registro. Un señor de mediana edad y rasgos asiáticos se dirige hacia el mostrador. La imagen que todos nos hemos creado con las pelis de Las Vegas, materializadas de un vistazo. Sólo faltaba Andy García.

Momento en el que se lanza la primera bola de la ruleta: salió el 0 Momento en el que se lanza la primera bola de la ruleta: salió el 0

Momento en el que se lanza la primera bola de la ruleta: salió el 0 / Casino Admiral

Quien accedió a la sala recibió todos los parabienes con un pack de bienvenida, la entrada en el sorteo de una moto eléctrica, y una copa de cava. Varias mesas de ruleta americana, blackjack, póker caribeño, Texas Hold’Em, máquinas tragaperras (llamadas slots en el argot casinesco) se despliegan por una sala donde aguardan los 64 trabajadores que han superado su periodo de formación de tres meses.

La cantidad total de puestos de trabajo generados asciende a 200 y la inversión ha rondado los 2,5 millones de euros. Un gran mural de la Alhambra ejerce de ventanal. Decenas de pantallas de televisión permiten ver, a la vez que se juega, deportes en un bar temático.

Un padre y lo que parece su hijo se encaminan hacia el casino. Eran las seis de la tarde. Pasan por delante de un cartel que dice 'zona de cumpleaños' colgado de una ventana del restaurante El Capricho. Fuera del complejo hay varias guarderías. Dos madres recogen a sus hijos, pero les preocupa más que no haya espacio para aparcar que la presencia del casino. Cada cual tiene sus preferencias. Y sus apuestas.

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