Si son las 15:00, esto es Albolote

Los termómetros marcaban 35 grados cuando los manifestantes hicieron una parada en el parque Guaynabo para reponer fuerzas y, los que pudieron, echarse una siesta · La comida la aportó una asociación de parados.

1. La marcha paró a comer en el parque Guaynabo. Los más avispados pudieron hacerse con las mejores zonas de sombra. 2. Una mujer con uno de los bocadilos aportados por una asociación de parados de Albolote. 3. Sánchez Gordillo y Cañamero, descansando. 4. Después de las tres horas de descanso, tocaba andar hasta Peligros.
Guillermo Ortega / Granada

31 de agosto 2012 - 01:00

Si son las tres y media de la tarde, el termómetro marca 35 grados y uno acaba de terminar de comer, la siesta es obligatoria. Y más si antes del almuerzo se ha pasado unas tres horas andando. Así que a sestear, o a intentarlo, se dedican buena parte de los componentes de la marcha en el céntrico parque Guaynabo (curioso nombre) de Albolote, un espacio en el que presumiblemente no les iban a dejar entrar porque cierra a las dos de la tarde pero que han dejado abierto para la ocasión.

Están diseminados en grupos, más abundantes en las zonas donde hay sombra. Llevan ropa cómoda, naturalmente: alpargatas o zapatillas de deporte, pantalones cortos, camisetas (algunas del Che Guevara, otras de Izquierda Unida o del SAT), sombrero de paja o gorra. A su lado descansan las banderas, sobre todo andaluzas (con o sin estrella) y republicanas. También hay restos de lo que han bebido: zumos, refrescos, café, algunas cervezas.

Diego Cañamero está sentado y apoya la espalda contra una farola. Lleva pantalón largo de tela y camiseta negra. Bajo sus pies, las sobras de la comida: algo de tomate, un trozo de chorizo, el hueso de un melocotón.

Está leyendo el periódico, y como justo en ese momento está en la página de Granada Hoy que informa sobre la marcha, al redactor le viene que ni pintado para presentarse. El portavoz nacional del SAT da la mano con firmeza y se muestra cordial. Dice que por donde han pasado les han tratado bastante bien, incluso mejor de lo esperado, y aunque agradece que en Albolote les hayan dejado el parque abierto, echa de menos que hubieran podido acceder a algún pabellón deportivo para asearse un poco antes de proseguir la marcha.

El pabellón lo tienen garantizado cuando lleguen a Peligros, meta de la primera etapa. Allí gobierna IU y se lo han puesto a disposición, como la agrupación local de IU en Maracena les ofreció bocadillos y agua y una asociación de parados de Albolote les hizo llegar tortillas de patatas, tomates, pepinos y otros productos que cultivan en sus propias huertas.

Estar con Cañamero un rato a solas es imposible. Al cabo de medio minuto aparece un simpatizante de la causa que se mete en la conversación para decir que sí, que hay gente, pero que si se hubieran sumado "tres mil parados de Maracena, tres mil de Atarfe y tres mil de Albolote...", y deja la frase en suspenso. Cañamero le mira y no contesta, a lo mejor porque sabe que ante ese tipo de obviedades es mejor callar.

A escasos metros, en una zona de césped, está Juan Manuel Sánchez Gordillo junto a un grupo de gente. Está tumbado boca abajo y habla por el móvil con gesto cansado. Si Cañamero tiene tirón, Sánchez Gordillo es indudablemente la estrella. Hay algunos que hasta se hacen fotos con él. Acepta encantado, se siente líder.

Darse una vuelta por el parque sirve para constatar que apenas se habla de política. Se nota que lo que toca es descansar y relajarse. Francisco Cabrerizo, secretario de acción sindical de SAT, se encuentra con el cantaor Juan Pinilla, que hizo el primer tramo por la mañana pero luego tuvo que irse a Granada. Ha vuelto y piensa quedarse lo que queda de jornada. Cabrerizo le comenta que por la noche, en Peligros, van a tocar dos hermanos suyos que son músicos. El cantaor parece interpretarlo como una invitación a sumarse y se excusa diciendo que no puede, que la noche anterior tuvo un bolo en Linares y tiene la voz fatal. "En Granada, si puedo, sí lo haré", anuncia.

Son ya más de las cuatro y todavía queda tiempo para reponer fuerzas. Está previsto que los manifestantes arranquen, rumbo a Peligros, a eso de las seis. "¿Cuánto se tarda de aquí a Peligros?", pregunta Cañamero. "Si vamos deprisa, poco más de una hora", le contestan. "Pues entonces a lo mejor hasta podemos irnos un poco más tarde y todo", sugiere el portavoz.

Él y Sánchez Gordillo deben ser, con total seguridad, los dueños del secreto. Preguntar a cualquier otro cuál será la "sorpresa" que hay preparada para su periplo por Granada es perder el tiempo. Y los líderes, por supuesto, tampoco sueltan prenda. "Yo no las sé, pero tengo entendido que hay varias opciones. A ver si podemos, porque mira cómo está esto de policías, que hasta nos han seguido esta mañana desde el cielo con un helicóptero", relata Cabrerizo, que en lo de la vigilancia policial lleva razón: justo en la puerta del parque hay varios agentes, y un poco más arriba ya se divisan furgonetas de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Son, a su pesar, sus compañeros de fatiga. A ellos también les toca estar todo el día a 35 grados, y no llevan ni alpargatas ni pantalón corto. Gorra sí.

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