Alejandro de Laborde en Granada

Sus precisos mapas, planos y comentarios sirvieron de guía a los invasores franceses. Hace 200 años de la publicación del 'Viaje pintoresco' de Laborde a España. Se enamoró de GranadaSus obras no se quedaron en simples descripciones o relatos, incluían comentarios sobre la situación política, económica y social · Es uno de los más aventajados eruditos hispanistas de todos los tiempos

Alejandro de Laborde en Granada
José Luis Delgado

15 de noviembre 2010 - 01:00

MUY buen servicio han hecho siempre los geógrafos viajeros a los ejércitos marcándoles los itinerarios y describiendo las rutas más adecuadas para las invasiones y conquistas. La Geografía siempre ha sido un arma muy útil para la guerra, ya lo dijo Yves Lacoste.

Entre las docenas de viajeros, arqueólogos, pintores, escritores, grabadores y curiosos que se pasearon por la España cristiana a lo largo de los siglos, hay uno que tiene ciertos rasgos diferentes, porque las descripciones de los itinerarios que recorre y de los lugares que visita son de una asombrosa precisión.

El arqueólogo y político liberal Alejandro Luis José de Laborde nació en París en 1774, era hijo del marqués de origen aragonés Juan Laborde; viajó a España en 1800 acompañando, según algunos porque otros lo niegan, a Luciano Bonaparte, hermano y consejero muy influyente de Napoleón.

El Conde de Laborde dejó sus impresiones en dos importantes obras que acabaron siendo de una gran utilidad para los invasores franceses: Viaje pintoresco e histórico a España (1806) e Itinerario descriptivo de España (1808). Justo en las fechas en las que se iniciaba la invasión francesa que dio lugar a la llamada Guerra de la Independencia. No está mal invadir un país con buena información topográfica, aunque para el invadido, maldita la gracia.

Porque las obras del viajero Laborde no se quedaron en meros relatos románticos o en la descripción de bellos paisajes y bonitos monumentos, sino que el autor se detuvo en añadir comentarios de la situación política, social y económica de las poblaciones que visitó.

En Granada, de la que se quedó prendado, citaba el número de cuarteles o barrios (Granada, Albaicín, Alhambra y Antequeruela); además describió los establecimientos públicos, las academias de matemáticas, los dos colegios (el del Sacromonte y el de San Miguel); hablaba de la Sociedad Económica, de la Real Maestranza, de la Universidad; ilustraba sus comentarios con cuadros de población, número de habitantes, su distribución social; situación del clero, número de parroquias, conventos y colegiatas, número de canónigos y prebendados; situación de la Chancillería, número de intendentes, corregidores, alcaldes, etc. Describía con precisión las rutas, las distancias, los precios de las postas, etc. Y todo acompañado de mapas, planos y grabados de una gran calidad.

Estas detalladas informaciones sirvieron de ayuda muy valiosa a los mariscales franceses de Napoleón y la prueba está en que eran estos documentos los primeros que cargaban en sus equipajes. Lo más curioso del viaje de Laborde a España es que parece que estuvo patrocinado por el propio Godoy. ¿Sería un viajero espía?

De todas maneras, el legado histórico-artístico que Laborde nos dejó lo sitúa como uno de los más aventajados eruditos hispanistas de todos los tiempos. Calificado por Elías Tormo como "el hispanista magnánimo". Sus conocimientos como arqueólogo le llevaron a describir con toda precisión nuestro pasado monumental: edificios, puentes, acueductos, calzadas, conjuntos urbanos, inscripciones, mosaicos romanos, etc. De hecho llegó a ser nombrado Director del Servicio de Puentes y Caminos del Departamento del Sena y Profesor de Historia y Literatura Antiguas en París.

Curioso y polifacético este conde de Laborde, enamorado de la Alhambra, el Generalife y el Albaicín, cuyas arquitecturas describió admirablemente con sus planos y alzados; 53 láminas nada menos dedicó a Granada. Pero no descuidó el paisaje costumbrista protagonizado por sus gentes, su folclore, sus calles, aguadores, toreros, gitanos y su sabor popular. "Granada es una ciudad agradable y bien construida con muchas fuentes, grandes jardines, hermosas plazas y buenos edificios" eso dejó dicho Laborde. Murió en París en 1842. Pero el Archivo y la Biblioteca del Patronato de la Alhambra, al que agradecemos las ilustraciones, conserva buena parte de su obra en Granada.

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