Elecciones Generales Granada 2019

Ambiente apagado entre los seguidores de Vox en Granada

  • Pesimismo en el hotel donde tiene su cuartel general el partido Santiago Abascal

Un seguidor de Vox en Granada sigue el recuento

Un seguidor de Vox en Granada sigue el recuento / J. J. M.

Incredulidad y poco ambiente en la sede de Vox en Granada, que para estas elecciones generales se ha instalado en el Gran Hotel Luna, ambientado para la ocasión con luces verdes iguales al logo de la formación de derechas.

Entre simpatizantes y militantes cunde un cierto pesar ante los resultados escrutados casi al 60%, aunque también se muestran confiados en que un empujón final les permita formar una coalición de derechas. Dos afiliados situados tras la zona de prensa elucubraban con las primeras encuestas y hacían números, pero con los resultados oficiales se apoderó el silencio y las consultas a través del teléfono móvil. "¡Qué ruina de país!", exclama uno de ellos. "Me ha llamado mi hermano y no se lo cree", dice otro señor.

Otra familia, que vino al hotel con sus banderas de España y que confiesa que antes votaba al PP, cree que la fragmentación de la derecha es buena para el país, aunque en el reparto de escaños no cree que sea positivo por el reparto que formula la Ley d'Hondt. "¿Dónde está la gente que iba a las manifestaciones con las banderas?", se escuchaba con tono indignado en un corrillo.

Tal es el pesimismo que algunos seguidores se conforman con que el PSOE pierda escaños conforme avanza el recuento de los sufragios. Unos tibios aplausos cuando la televisión conecta con el discurso del número 2 nacional, Javier Ortega Smith. Pero la tecnología juega una mala pasada y la emisión vuelve a fallar.

El hermetismo sigue siendo la nota imperante en la entrada del despacho donde Macarena Olona, que va a conseguir el primer escaño de Vox por Granada, seguía el recuento. Parece que la fiesta no va a ser tan completa. Mientras tanto, continúa la expectación con los votos sueltos que se vayan robando los partidos en las postrimerías del escrutinio. "Está el pescado vendido", se resignaba un hombre casi anciano y con ropa de deporte.

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