Ana Heylan, hija de la albacinera Godoy

Tal día como hoy, un 29 de octubre pero de 1612 hace exactamente 400 años, tuvo lugar en Granada la boda del grabador y tipógrafo flamenco de Amberes Francisco Heylan con la muchacha albaicinera Ana de Godoy en la parroquia de San Miguel; muy cortas fueron las relaciones o muy guapa la granadina puesto que el flamenco llegó a Granada en 1611; no tendría nada de particular que su hija Ana fuera por lo menos engendrada aquí, aunque los datos del lugar exacto de su nacimiento no están claros.

La exposición 'Imago imaginis' de la Casa de los Tiros sobre la Virgen de las Angustias nos trae este recuerdo. Ana Heylan recogió la experiencia de su padre y de su tío Bernardo, destacándose sobre todo en el grabado sobre metal sin llegar nunca a la altura de su padre. Francisco Izquierdo, estudioso de los grabadores granadinos, como lo hiciera antes Gómez Moreno y después el profesor Moreno Garrido, la califica como poco hábil para el diseño y de dibujos algo rutinarios.

Trabajando con aguafuerte realizó numerosas obras para ilustraciones y portadas de libros. Sus xilografías solían ser de pequeño tamaño y prácticamente todas de tema religioso, santos, vírgenes, especialmente "inmaculadas" y "vírgenes con niño", pensadas para el adoctrinamiento del pueblo. Su obra más conocida es la portada de la Historia Eclesiástica de Granada, del canónigo Bermúdez de Pedraza firmada en 1638. Aunque la de mayor envergadura es el túmulo que dedicó a la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV.

Fue grande la demanda de grabados tanto en metal (calcografía) como en madera (xilografía) a partir del siglo XVII; aparecieron numerosas escuelas de burilistas y aguafuertistas. Una de ellas fue la de la familia de los Heylan de la que hemos traído hoy a uno de sus miembros por esos curiosos motivos: ser mujer, generalmente ignoradas en la historia del arte, ser hija de granadina y tal vez por ser ella misma albaicinera, de la parroquia de El Salvador a la que pertenecía su padre.

Desde que se difundió la imprenta por España y a Fray Hernando de Talavera en 1496 se le ocurrió traer de Sevilla a la Granada recién conquistada a algunos impresores, la ciudad se convierte en consumidora de estampas impresas, prácticamente todas de temas religiosos y adornados con granadas. Luego llegaron Andrés del Burgo, los Nebrija y no sé cuantos más. Ya va teniendo Granada cierta tradición de buenos grabadores desde que el maestro Alberto Fernández se estableció hacia 1595 y talló aquellas láminas de santos alusivas a los dudosos descubrimientos sacromontanos.

Habría que remontarse al siglo II para empezar a ver en las catacumbas escenas religiosas, especie de grafitis de esa nueva religión que fue el Cristianismo, perseguido y clandestino hasta el siglo IV en que el emperador Constantino lo saca a la luz y Teodosio lo declara religión oficial. Mal momento aquel en que lo religioso y lo político van cogiditos del brazo. Se prostituye la religión y se aprovechan los políticos.

Proliferan las pinturas de santos, vírgenes y símbolos cristianos, a pesar de que el Concilio granadino de Ilíberis prohibió la reproducción de imágenes. Luego las cosas cambiaron y pareció bueno ilustrar al pueblo, mayoritariamente analfabeto, con imágenes: de eso se encargaron los escultores románicos llenando portadas, tímpanos y capiteles con miles de escenas del antiguo y nuevo Testamento. Con la aparición de la imprenta llegó lo demás.

Si Ana Heylan llega a vivir 400 años después se pone las botas, porque alguien ha dicho que una imagen vale más que mil palabras y a nuestra paisana Ana, una vez actualizada en la nueva sociedad del conocimiento, la hubiera fichado alguna revistilla ilustrada de esas que llaman del corazón.