Granada

Años de plomo en Granada

  • La sinrazón de ETA llegó a la provincia a finales de la década de los 90

  • Sus acciones terroristas dejaron tres muertos y una decena de heridos

Que ETA atentara en Granada era un hecho tan excepcional que en los primeros minutos después de atentado que acabó con la vida de Domingo Puente, aquel 10 de febrero de 1997, entre los vecinos corrió el rumor de que había sido una explosión provocada por una bombona de butano. No les entraba en la cabeza que aquello fuera un atentado terrorista. Lo fue. Granada también pagó con sangre. El epicentro del terror se localizaba en las grandes capitales y en el País Vasco. Pero la necesidad de la banda de alimentar el terror entre la población, políticos y fuerzas de seguridad propició que la violencia extrema de sus acciones también llegara a Granada.

La primera víctima mortal en la provincia fue Conrada Muñoz, vecina de Montillana. El 11 de agosto de 1989 murió al abrir un paquete bomba que estaba destinado a su hijo, José Miguel Bolívar, funcionario de prisiones en Las Palmas y que resultó herido, al igual que una prima. Años después, en un encuentro organizado por la asociación estudiantil Agua en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, su viudo, Dionisio Bolívar, recordó aquel terrible suceso. Aseguró que la muerte de Conrada "pudo haberse evitado". Se enviaron cuatro paquetes bomba. Uno llegó a ser localizado y se desactivó. "Tuvimos que velar a mi mujer en el patio del Clínico", rememoró con tristeza en aquel encuentro. Al entierro de Conrada no asistió ninguna autoridad local. Se juzgó a Francisco Mujika Garmendia, alias Pakito, por aquella acción.

No hubo más rastro palpable de ETA en Granada hasta el año 1996. Aquel verano es recordado por la campaña de verano que trajo a la banda hasta la provincia. El objetivo era doble, adquirir experiencia y amedrentar a una población que veía desde la lejanía de los telediarios lo que ocurría en el País Vasco. El martes 9 de julio de 1996, dos minutos después de las siete de la mañana un artefacto hizo explosión en el aseo de hombres de la estación de autobuses de Almuñécar. Sólo hubo daños materiales. A las once hubo otra detonación, en el Aquatropic de la localidad sexitana. Tampoco hubo que lamentar víctimas. Dos llamadas de advertencia alertaron sobre la colocación de los explosivos y permitieron los desalojos. Un día después, el 10 de julio, ETA hizo explotar otro artefacto colocado junto a las taquillas de la Alhambra. Tampoco hubo daños personales. Gorka Palacios Alday, miembro de los comandos Larrano y Vizcaya, participó en esta campaña de verano en Granada. También fue verdugo del concejal malagueño José María Martín Carpena.

1997 se tiñó de sangre. El 10 de febrero el comando Andalucía accionó un coche bomba al paso de un furgón militar de la Base Aérea de Armilla en las inmediaciones de lo que hoy es el Parque de las Ciencias. A consecuencia de la detonación murió el peluquero de la base Domingo Puente Marín, vecino de Güéjar Sierra. Otros ocho militares resultan heridos. Desde aquel fatídico día, cada 10 de febrero el municipio de Güéjar Sierra rinde homenaje a Puente con una concentración ciudadana.

El 3 de junio de ese mismo año, el comando Andalucía intentó asesinar a otro funcionario de prisiones en Granada, Francisco Camacho García. El etarra Asier Ormazábal ejerció las labores de vigilancia mientras que otros dos terroristas, José Luis Barrios Martín y Francisco Javier Gallaga Ruiz, colocaron entre un kilo y un kilo y medio de cloratita bajo el asiento del conductor del vehículo del funcionario. Éste se percató de que el asiento estaba "anormalmente duro". Miró debajo y descubrió una caja metálica precintada. Dio aviso y se procedió a la explosión controlada del artefacto, que destruyó el vehículo y dañó la fachada de una tienda de la zona. El funcionario tuvo que acudir a sesiones de psicoterapia por las secuelas del atentado.

Un coche bomba fue el medio elegido para acabar con la vida del entonces alcalde de Granada, Gabriel Díaz Berbel. Un día de finales de noviembre de 1997, el "mosqueo" de los escoltas -tal y como lo describió el etarra Mikel Azurmendi Peñagaritano Hankas- evitó el atentado. El vehículo preparado para explotar había sido detectado en una calle entre el domicilio de Díaz Berbel y la plaza del Carmen por el servicio de contravigilancia. La Audiencia Nacional condenó a los miembros del comando Andalucía -Hankas, Barrios y Maite Pedrosa Barrenechea- a 108 años por el intento de asesinato del que fuera alcalde de Granada y la ex alcaldesa de Sevilla Soledad Becerril, ambos del PP.

Esos mismos terroristas fueron juzgados por el intento de atentado contra la Comandancia de Granada en 1998. Recopilaron información de los acuartelamientos de Loja, Almuñécar y La Herradura. Finalmente escogieron como objetivo la Comandancia de Granada. En la madrugada del 28 al 29 de septiembre de ese año, al activar el mecanismo, se dispararon los granadas. Los etarras dejaron el coche en una calle de Casería de Montijo, se fueron precipitadamente y llamaron a la Policía Local para avisar de la existencia de una bomba en su interior. En ese momento, un vecino, José Antonio Sola Rodríguez, vio algo sospechoso, dio aviso a la Policía y colaboró en el desalojo del inmueble. Antes de que se desactivaran los explosivos, el artefacto estalló. El joven, voluntario de Cruz Roja, resultó herido en un brazo.

La escalada de violencia llegó a su culmen con el asesinato de Luis Portero el 9 de octubre de 2000. El fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía murió de dos disparos en la cabeza en la misma puerta de su casa. El crimen fue obra de Igor Solana y Harriet Iragi. Aquella muerte conmocionó a Granada. 200.000 personas salieron a la calle para gritar contra la "barbarie de ETA". Mientras la sociedad mostraba su repulsa ante el asesinato de Portero, Solana e Iragi se fueron a Güéjar Sierra -el pueblo de Domingo Puente- a pasar el día para sortear la investigación policial. Antes de ir a Güéjar se acercaron a El Corte Inglés, donde compraron unas lubinas que prepararon en la habitación que tenían alquilada en la calle Asturias, en el barrio del Zaidín.

Aquel fue un año duro para Granada. En noviembre fue asesinado en Madrid el juez militar José Francisco Querol. En aquella acción también murió su escolta, el policía granadino Jesús Escudero García. Su funeral se celebró en la Catedral de Granada apenas tres semanas después de las honras fúnebres de Portero. Su hijo, Jesús Escudero Turpín, señaló entonces: "Que tu padre muera por una causa absurda e inútil no se puede encajar de ninguna forma". Como él, otros 14 granadinos murieron en atentados fuera de la provincia. En total, según distintas estimaciones, son 18 los granadinos que perdieron la vida a manos de ETA.

Los sucesivos golpes policiales, la firmeza judicial y el tajante rechazo social propiciaron que las acciones de la banda terrorista se espaciaran en el tiempo. Granada no volvió a estar señalada con sangre, aunque sí figuró dentro del itinerario de la organización.

En verano 2003, Jon Joseba Troitiño y Asier Eceiza Ayerra, forjados en lo que se denominó kale borroka, reservaron una habitación en hotel Montesol de Sierra Nevada. Utilizaron el nombre de Bermejo Aragonés, la misma identidad falsa con la que Troitiño reservó habitación en hoteles de Benidorm y Alicante, donde el 22 de julio de 2003 explosionaron sendas maletas bomba que causaron trece heridos. El objetivo por el que reservaron habitación en la Sierra nunca quedó claro, aunque se relacionó con la posibilidad de tener un lugar apartado en el que buscar refugio después de un posible atentado.

Un año después, en noviembre de 2004, agentes del Sereim de la Guardia Civil en Granada auxiliaron a dos montañeros en la Laguna de la Mosca, en la cara norte del Mulhacén. Pablo M.G. y Ander A. pasaron la noche con los agentes antes de poder ser evacuados en helicóptero. Compartieron 20 horas juntos. A Pablo le constaban cinco detenciones y un año de prisión por sus vínculos con la kale borroka. Ander también había sido detenido en 2002 por participar en actividades en favor de la organización, ya disuelta.

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