Ansiedad, tan peligrosa como necesaria
Si se pierde el control, puede convertirse en enfermedad, pero sin ella nadie podría hacer un examen o dar una clase
El trabajo, el hogar, las actividades del día a día y la prisa para hacer todo esto, convierten la vida cotidiana en una auténtica pesadilla o, por lo menos, en un camino que se hace cuesta arriba cuando todo parece depender de uno mismo. Pero, ¿qué hacer para terminar con la rutina a la que esta sociedad está sometida? La respuesta no es sencilla, no basta con olvidarse y dejarlo a un lado, las actividades diarias parecen haber pasado de ser una obligación a una deidad de la que sentirse esclavos. El estrés puede generar en ansiedad cuando la persona no es capaz de controlar sus impulsos y las obligaciones acaban adueñándose de las vidas.
Y es que, la ansiedad se ha convertido en la enfermedad del siglo XXI, muy por delante de cualquier patología que se manifieste físicamente. La inquietud, la tensión acumulada, la dificultad para controlar las preocupaciones y, sobre todo, el ritmo de vida de la sociedad actual son los síntomas más frecuentes que condicionan la aparición de este trastorno.
Según el profesor y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), José Giner, "la causa de que se considere como la enfermedad por excelencia de este siglo es que es una circunstancia que se da, cada vez, con mayor frecuencia. Pero sin ansiedad nadie podría hacer un examen, dar una clase o acudir a una cita importante, siempre que, claro está, sea controlada".
El profesor Giner asegura que aproximadamente el 3% de la población española adulta sufre este tipo de patología, "que se manifiesta más en mujeres que en hombres y con una edad que oscila entre los 35 y 40 años, con independencia de su nivel sociocultural. Una enfermedad que con respecto a hace 20 años ha aumentado de manera importante y que continúa creciendo".
Existen dos tipos de ansiedad: una que es normal y que se manifiesta en todas las personas, ya que es el equivalente a estar más alerta sobre algo que preocupa, y otra generalizada que deriva en un problema cuando se está tan en alerta que no hay nada que pueda relajar a la persona. Para llegar a este extremo, según Giner, "debe pasar un tiempo mínimo, unos seis meses, en el que el enfermo llegue a tal situación, que se vea incapacitado para realizar las actividades cotidianas del día a día". Esto puede desencadenar en un cuadro depresivo en el que se llegue a depender de drogas, barbitúricos, alcohol o cualquier otra sustancia y cuya circunstancia más grave es el suicidio.
Algunas de las recomendaciones que hacen los expertos son saber vivir el presente, hacer lo que se deba hacer al cien por cien, pero terminarlo, no intentar estar en sitios distintos para hacer varias actividades al mismo tiempo, ser más pacientes con el entorno de cada uno y, sobre todo, disfrutar de lo que se realiza y del momento en que se lleva a cabo.
Además, existen diversas actividades que pueden ayudar a controlar la ansiedad, como el ejercicio físico y mental. Sólo hay que tomarse la vida con un poco de sosiego y tranquilidad.
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