Crónica

Arsacio Peña, a por los ciento diez años

  • La Universidad y varios colectivos médicos rindieron homenaje en su 108 cumpleaños a una figura indiscutible en el mundo de la Medicina

Arsacio Peña, a por los ciento diez años

Arsacio Peña, a por los ciento diez años / Jesús Jiménez PS

Arsacio Peña ha cumplido 108 años y se ha empeñado a llegar a los 110. Mientras tanto ahí está ese exquisito hombre que era capaz de dar clase de una sentada a varios centenares de alumnos en la Facultad de Medicina de Granada. Que era capaz de llevarse los pacientes con sus camas incluidas a que los alumnos supieran todos los intríngulis de las patologías. Nada virtual, todo presencial. Y que ha sido capaz de transmitir su sabiduría a casi seis generaciones de médicos que pasaron por su aula. Y allí estaba ayer en la antigua Aula Magna de la Facultad de Medicina, en su silla de ruedas, proyectando sobre el ambiente la silueta menuda de un hombre que ha conseguido traspasar de largo el siglo de vida. La neta curvatura que la edad ha provocado en su cuerpo evocaba la de un alquimista y quedaba compensada por una elegante compostura: con traje negro a rayas y corbata de nudo grande. De Arsacio Peña se sabe mucho. Todos los que se subieron al atril tuvieron en sus pequeños discursos palabras de admiración y agradecimiento por ser uno de los profesores que más les enseñó.

Que Arsacio Peña cumpla 108 años es motivo suficiente para que se le haga un homenaje. Es el médico y profesor más longevo de España y seguramente del mundo. Es motivo suficiente por su portentosa capacidad de enseñar, por su sobriedad a la hora de enfrentarse al alumnado y por ser un "maestro de maestros", como señaló uno de los intervinientes. El homenaje se lo había organizado la Real Academia de Medicina, el Colegio de Médicos de Granada y la Universidad de Granada, aunque ha sido la primera institución, presidida por Armando Zuloaga, la que ha llevado la voz cantante. Lo mejor que tuvo el acto es la solidaridad y la admiración de todos aquellos viejos alumnos que asistieron con la memoria a flor de piel a recordar aquellas clases con Don Arsacio (el Don con mayúscula es en este caso necesario), el único profesor que pasaba lista en clase y que con su rectitud hizo que los alumnos se tomaran más que en serio su asignatura de Patología Médica.

Fernando Girón, académico de la Real Academia de Medicina, se encargó de hace una semblanza biográfica. Arsacio Peña nació en la localidad vallisoletana de Langayo en el año en que comenzó la primera guerra mundial, en 1914. Su padre, también médico, le conminó a que siguiera sus pasos. Estudio Medicina en la Facultad de Valladolid y al terminar se puso a dar clases de su especialidad. Fue en 1944 cuando sacó la cátedra y se vino a Granada, aunque ya había ejercido y se había colegiado en Cádiz, donde estuvo nueve años. Llegó a Granada para ocupar la cátedra de Patología Y Clínica Médica en 1953, casi al mismo tiempo en que Franco inauguraba el Hospital Clínico San Cecilio y a escasos metros de la Facultad en donde él formaría durante más de 30 años numerosas generaciones de médicos.

Después todas las intervenciones estuvieron dirigidas a agrandar aquella enteca figura de 108 años que miraba atento y con ojos acuosos el desarrollo del acto. No sabemos lo que pensó el homenajeado (que aún tiene buena vista) cuando vio la foto en la que se veía a él y en lo alto de una mesa cercana un borrego que los alumnos de cuarto de Medicina habían introducido en la clase de los estudiantes de primero para asemejarlos con el animal. Eran las novatadas que se hacían con motivo de San Lucas, cuya festividad se celebra precisamente hoy. En la fotografía, tan insólita como curiosa (hoy hubiera sido portada en los periódicos), Don Arsacio miraba impasible al animal y a los bromistas y cuando la gamberrada llegó a su fin, él siguió dando clase como si nada hubiera pasado. "Pero se quedó con la cara de los que habían participado en la novatada y luego los suspendió a todos", nos decía un antiguo alumno.

De manos de la rectora de la Universidad de Granada y del presidente de la Real Academia de Medicina, Pilar Aranda y Armando Zuloaga, el provecto profesor recibió una placa conmemorativa en agradecimiento por "su excelente trabajo desarrollado a lo largo de su dilatado trayecto profesional".

José Lobón Hernández, director del Departamento de Medicina de la Universidad, después de destacar los aspectos docentes del profesor Peña, contó una anécdota personal al remitirse al día en que fue a examinarse y se le había olvidado esa papeleta que era necesaria para presentarse a la prueba. Al terminar el examen el alumno Lobón fue a decirle a su profesor que se le había olvidado la papeleta, pero que si quería al día siguiente se la llevaba. "No se preocupe joven, tiene usted tiempo hasta septiembre", le dijo don Arsacio.

Juan José Hervás, presidente de la Asociación de Amigos del Hospital Clínico San Cecilio, recordó aquellos días en los que se colaban en el minúsculo y sobrio despacho de don Arsacio para ver las revistas médicas que éste subrayaba con pluma estilográfica, "porque queríamos saber todo lo que don Arsacio sabía", dijo. Y recordó cuando se hizo popular la ‘dieta de la pancreatitis’ que su profesor enseñaba: no comer nada en siete días. "Don Arsacio era escueto en sus palabras, sabio en sus afirmaciones, inteligente en sus predicciones y leal en su amistad", concluyó Hervás.

Miguel Guirao Piñeyro habló en nombre de la asociación que preside: la de Antiguos Alumnos de la Facultad de Medicina. Tras hacer una breve historia de la misma, recordó cuando don Arsacio la revitalizó y cuando, por ello, recibió la medalla de oro del colectivo.

Por el Colegio de Médicos intervino su vicepresidenta Isabel Castillo, que habló de cuando Don Arsacio ingresó en la institución: el 23 de enero de 1953. Lo que le ha convertido en el colegiado más longevo de la historia del Colegio de Médicos. También recordó que el homenajeado había sido nombrado colegiado de honor y que uno de los premios de investigación que da la institución lleva su nombre.

Aurora Valenzuela, decana de la Facultad de Medicina, resaltó el "conocimiento profundo y académico" del homenajeado y dijo que ir a sus clases "era un auténtico placer. No necesitaba grandes artilugios: una mesa, una pizarra, una tiza y el enfermo que se llevaba del hospital". Y dijo que siempre recordará el lema de Don Arsacio: "Siga usted el orden, y el orden le seguirá a usted".

El presidente de la Real Academia de Medicina, Armando Zuluaga, dijo del homenajeado que era una "figura viva de la Medicina por su categoría científica, investigadora, docente y asistencial y que por méritos propios fue personaje destacado en nuestra Academia". El presidente señaló que Don Arsacio "ha dejado una huella imborrable que quedará grabada en nuestras mentes, y que ojalá sepamos transmitir nuestras generaciones de académicos, como es el respeto, la humildad, el buen hacer y el compromiso con la sociedad y nuestra clase sanitaria". También dijo que Don Arsacio había sido el busque insignia de muchas instituciones a las que ha pertenecido.

Cuando llegó el turno a la rectora, Pilar Aranda, ya estaba casi todo dicho sobre Don Arsacio. Aun así, dejó constancia de la figura indiscutible que el homenajeado ha sido en el mundo de la Medicina, el profesor y médico de referencia y, en resumen, ese ejemplo que todos deben seguir en la Universidad de que la ella es rectora. El Gaudeamus Igitur, el himno universitario por excelencia, fue entonado con la pasión que se merecía el homenajeado.

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