El Ayuntamiento multa al Duque de San Pedro de Galatino

TODO el mundo ha oído hablar en Granada de uno de sus hijos más ilustres, Julio Quesada Cañaveral y Piédrola, Conde de Benalúa y Duque de San Pedro de Galatino. En los jardines del Genil, cercano al Puente Verde, está el monumento a su memoria. Raro es el granadino que no conoce algo de su dilatada actividad.

Fue el que hizo el Hotel Alhambra Palace, llevó a cabo el proyecto de su amigo el ingeniero Juan José Santa Cruz para realizar hasta Sierra Nevada la carretera más alta de Europa; proyectó el tranvía de la Sierra consciente de los valores turísticos que tenía la zona; levantó fábricas, dio trabajo a miles de obreros; era amigo del rey Alfonso XIII y se codeaba con todos los Grandes de España. Alguien que aborrecía eso de las clases sociales llegó a decir que, si tienen que existir los duques, sean como el de San Pedro de Galatino.

Pues, a pesar de todo, no se pudo librar de una multa de 50.000 pesetas que le puso el Consejo de Ministros a instancias del primer alcalde de la Dictadura de Primo de Rivera en Granada, el Marqués de Casablanca.

El problema de las aguas potables en Granada ha dado muchas páginas a la imprenta. Dicen que tenemos la mejor agua de España en las reservas de nuestras montañas nevadas, pero la población ha sufrido lo suyo cuando tenía que beberla en condiciones higiénicas poco fiables por las malas condiciones en las que llegaba a la ciudad.

En la década de los años 20 del siglo pasado se suscitó un problema entre los técnicos de la administración y los particulares sobre el origen más saludable de nuestras aguas; el Ayuntamiento quería traerlas de las Dehesas de San Juan y del Calvario; el ingeniero Santa Cruz creía mejor y más barato traerlas de los manantiales del río Aguas Blancas ya que las otras sufrían contaminación al ser aguas superficiales de los ventisqueros y expuestas a los excrementos de las reses domésticas y salvajes. No se ponen de acuerdo y el final es que el Ayuntamiento manda.

Pero analizadas las aguas a instancias del Duque de San Pedro que le encarga el estudio al catedrático de Higiene de la Facultad de Medicina Álvarez de Cienfuegos, los resultados no eran precisamente muy buenos y al Duque, ayudado por Gallego Burín, no se le ocurre otra cosa que publicarlos en una imprenta local; lo prohibe el gobernador y los vuelve a publicar en una imprenta de Sevilla. Fue cuando el Consejo de Ministros acuerda el 16 de julio de 1927 imponerle la multa "por propagandas y campañas contra las medidas del Ayuntamiento de Granada, que a su juicio, persiguen una finalidad política…"

Cae la Dictadura y en 1930 Juan José Santa Cruz, presidente que era del Centro Artístico, promueve una campaña de homenaje al duque multado, recaudando dinero y convocando a todos los granadinos. Tuvo lugar el 1 de junio en el propio Ayuntamiento perfectamente engalanado y hasta con la guardia de honor formada. Allí acudieron a cientos para firmar su adhesión en un precioso álbum que le regalaron. Dicen que el Duque exclamó emocionado "aquí me dieron el palo y aquí me lo han quitado".

Toda la prensa nacional se hizo eco del hecho y en Granada el periódico El Defensor dedicó docenas de artículos al acontecimiento.

Los méritos que la ciudad le reconoció a don Julio y tal vez el regalo que le hizo a la Catedral, el pedestal del altar de la Capilla Mayor y la cesión del Hotel del Duque, determinaron que tan ilustre granadino fuera enterrado muy cerca de otra granadina insigne, Mariana Pineda, en el interior del recinto catedralicio.

Así son las cosas: hoy te multan, mañana te rinden homenaje y hasta te entierran en la Catedral con misa de tres curas.