No son los 80

Reinvención. No es sólo una palabra aguda, es también la única salida que le ha quedado a los locales de ocio de la zona de Pedro Antonio de Alarcón, que durante décadas ha sido el centro neurálgico de la ciudad en lo que a alternativas nocturnas se refiere.

El paso del tiempo -gran aliado del olvido- no ha tenido en cuenta todo lo que estos pequeños negocios han hecho por la ciudad, llegándose a convertir en un pilar básico de la economía granadina. La época estival tampoco ayuda a que los empresarios tengan margen de maniobra para fijar unas directrices que eviten que muchos establecimientos tengan que echar el cierre, ya sea de manera estacional o definitiva.

Pero Darwin, vería sus teorías convertidas en hechos si tuviera la oportunidad de enredarse por una noche por las calles del centro de la ciudad, que sigue acogiendo a todo tipo de tribus urbanas y, a pesar de las dificultades, ofrecen numerosos servicios para los noctámbulos.

La Ruta Destroy o popularmente conocida como Ruta del Bakalao llegó -heredera directa de la movida valenciana- a caballo entre las décadas de los 70 y 80 justo después de un momento de liberación tan importante para España como fue la Transición democrática. Este momento marcó a fuego la cultura festiva que hoy día todavía sigue dejando reflejos de aquella época.

Fue ese el momento en el que la sociedad consiguió, a golpe de días y sus respectivas noches sin dormir, uno de los derechos más preciados en estos momentos: pasarlo bien.

Tanto es así, que consumidores y empresarios parecen haber aunado sus fuerzas para tratar de paliar una situación que se prolonga ya demasiado tiempo y que se está haciendo insostenible para una buena parte del sector. Los dueños de estos locales, en su mayoría autónomos, no dejan pasar ni una sola idea susceptible de atraer a la gente y, sobre todo, para fidelizar a una clientela ávida de pasar buenos momentos, a bajo coste.

Copas por cervezas. Es la estrategia más usada por los jóvenes -y no tanto- desde hace algún tiempo. ¿Cómo disfrutar del tiempo del ocio sin maltratar en exceso al bolsillo? Es la pregunta que muchos de los consumidores ya han resuelto: controlando el gasto, pero eso sí, sin dejar de consumir.

El zumo de cebada se ha convertido en la bebida más consumida desde que la sociedad comenzó a notar los efectos de la recesión global. Finalmente, el consumir productos más baratos se ha impuesto a la idea de quedarse en casa por ahorrar. Así lo confirman los empresarios y los habituales de la zona. Laura Rodríguez confiesa que es complicado buscar un sitio en el que compartir momentos distendidos en compañía de amigos por la cantidad de sitios para a elegir en la ciudad, pero si tiene que decantarse "en la zona de Pedro Antonio se pueden encontrar muchos lugares agradables y baratos con jarras de cerveza a 2 euros".

Pero la noche comienza por el principio. La hoja de ruta de los más trasnochadores tiene su origen en la cultura del tapeo granadino. Una forma económica de compatibilizar cena y marcha gracias a los establecimientos que, por cortesía, ofrecen frecuentemente auténticas comilonas para acompañar de un refresco, una cerveza o un vino de verano.

La calle Gonzalo Gallas , en el centro de la capital, cuenta con una gran oferta de pequeños bares que presentan siempre un saludable aspecto en las horas previas a que comience el continuo movimiento que ofrece el casco histórico.

Pero ante tanta variedad entre la que elegir, también resulta complicado decidirse. Es el dilema que encuentra a menudo Inma Álvarez cuando sale: "Me gusta mucho la Chana para el tapeo, pero cuando queremos cambiar de aires nos venimos al centro porque aunque vengamos sin una idea de donde parar al final siempre acaba habiendo un sitio en el que poder pasar la noche agusto.

Con el estómago lleno, los más juerguistas peregrinan a los locales de moda, que suele ser fruto del boca a boca y cuando un nuevo local abre sus puertas la noticia corre como la pólvora. Es entonces cuando el centro de Granada comienza a latir con fuerza en un continuo chorreo de transeúntes que buscan un lugar para quedarse. Luis Lupiañez es uno de los que saben explotar la noche al máximo y sigue una rutina muy similar cada vez que se echa a la calle. "Sobre la 1:30-2:00 suele empezar a haber gente en los pubs durante la semana y como la hora a la que cierran no da para completar la noche, al final siempre se suele acabar en la discoteca Vogue", comenta.

La plaza de toros es también una de las preferidas para empezar la noche, pero cuando se trata buscar un sitio juvenil y con posibilidades de cambiar de ambiente sin necesidad de coger el coche, vuelve a ser Pedro Antonio la zona preferida para vivir la noche.

Javier Liñán, aun no siendo asiduo de la noche granadina, reconoce que siempre piensa en Pedro Antonio de Alarcón cuando hay que proponer una salida. "En el centro hay muchas opciones, pero sobre todo en la calle Sócrates que está la Chupitería 69 y cuando sales puedes parar en algunos de los sitios, porque en éstos sí suelen poner alcohol de calidad".

Aun representando una de las zonas más calientes de la movida granadina, los establecimientos de la zona no se libran de la ingeniería financiera que sus propietarios tienen que poner en práctica para poder salir adelante. El elevado precio de los alquileres de los locales -que ronda los 2.000 euros de media- deja poco margen de beneficio a los empresarios que se ven obligados a poner en marcha todo tipo de estrategias para ofrecer a los consumidores un servicio que marque la diferencia con la competencia.

Fiestas temáticas, torneos de dardos o billar, fiestas de promoción de las bebidas más punteras o ciclos de música son algunas de las tácticas que los dueños de los bares y pubs del centro tienen que poner en práctica para que la gente acuda de manera periódica a los locales. Si algo ha proliferado en los últimos tiempos es la figura de los relaciones públicas, que se postula como una inversión a largo plazo -aunque difícil de medir su rentabilidad- para dar a conocer los lugares más atractivos de la mítica Pedro Antonio de Alarcón.