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El grupo de investigación de fenómenos paranormales Misterio Al Sur Masip intenta desvelar qué hay detrás de las historias de fantasmas
Desde que el hombre habita en el mundo se ha hecho las mismas preguntas: ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos? o, en cualquier caso, qué hay después de la muerte. Los que tienen claro que "algo hay" son el grupo de investigación de fenómenos paranormales Misterio Al Sur Masip. Desde su constitución como asociación a principios de año, han conseguido convencer de esto a más de 600 seguidores en las redes sociales, que siguen día a día su trabajo, el cual pretenden hacer con el mayor rigor posible y cuyos resultados cuelgan en Facebook y en su blog.
Desde su constitución formal, han querido implicarse en la sociedad motrileña, ya que todos residen en esta localidad, y han organizado conferencias de expertos de otras ciudades o presentaciones de libros, como en el caso de la obra de José Manuel Frías 50 lugares mágicos de Andalucía, cuyos beneficios fueron destinados al Banco de Alimentos y que sirvieron para comprar 800 kilos de comida para los más necesitados.
Los miembros de la asociación son Mercedes, María José, Carlos, Paco y José Manuel y se dedican a sectores tan dispares como el comercial, el administrativo o relacionados con la construcción, sin embargo, les une una misma pasión: "La búsqueda de la verdad". El grupo está prácticamente cerrado, tan sólo a falta de 'fichar' a un físico, que sea capaz de "llevarnos la contraria". Tienen claro su perfil: "Pensamos en alguien que no crea en estas cosas y que quiera acompañarnos a descifrar algunos misterios", señala el presidente de la agrupación, José Manuel Lou.
Su punto de partida al iniciar cualquier investigación es siempre escéptico, por lo que suelen tener explicaciones lógicas a casi todo. Por ejemplo, en el caso del famoso fantasma del Calderón, cuya foto fue analizada incluso por Cuarto Milenio, ellos creen que se trataba de actores que estaban esperando a salir a escena, aunque no niegan que haya "demasiados rumores" de que sí hay alguna presencia en el emblemático teatro motrileño, algo que quieren investigar, y están a la espera de que el ayuntamiento de la localidad costera les dé permiso. La Casa de la Condesa de Torre-Isabel es otro de esos lugares en los que ha habido varios testimonios que aseguran que se oyen voces, por lo que también podría es objeto de su interés.
Casi siempre su implicación empieza así: Demasiadas personas que afirman que han visto algo extraño. Entonces, organizan una investigación previa y preparan la expedición, después de lograr los correspondientes permisos. "Intentamos ser lo más respetuosos posible, ya que no nos llevamos nada ni cambiamos nada de lugar, ni tampoco forzamos ninguna puerta", comenta Lou.
En ocasiones, se trata de lugares de difícil acceso que, sin embargo, recorren en los casos que así es necesario a pie, cargados con el material que les servirá como herramientas para sus investigaciones: cámaras de fotos y de vídeo, grabadoras, linternas (de las que se ajustan en la cabeza, para tener las manos libres), baterías, ordenadores portátiles, detectores de presencia o magnéticos y tiendas de campaña, pues suelen pasar la noche en el lugar, ya que dicen que hay menos distracciones de ruido o movimiento. Recopilan el material y después lo escuchan y desde el principio se han llevado unas cuantas sorpresas.
Su anecdotario está repleto de historias que, cuanto menos, causan respeto. Así, relatan que es una práctica habitual para ellos que algunos de sus seguidores se apunten a una lista para acompañarles en sus investigaciones y, en una ocasión, lo hizo un hombre muy escéptico. Durante aquella noche, el voluntario aseguró que había notado el roce de un animal en su pierna, a pesar de por allí no había nada ni nadie. Cuando escucharon las grabaciones, resultó la casualidad de que se oyeron ladridos de un perro, que en lugar no habían detectado. No quiso volver.
La afición común de estas personas a las que le une su pasión por el misterio les cuesta tiempo y dinero, sin embargo, aseguran que "merece la pena". Entre sus justificaciones está la adrenalina que sienten cuando se encuentran en el lugar a investigar. "No es lo mismo ver los toros desde la barrera, que cuando se está allí", añade Paco, por lo que no todas las personas son aptas para acompañarles. Les suelen entrevistar de forma previa y asegurarse de que son mayores de edad y de que no padecen del corazón, puesto que tienen que estar preparados para emociones fuertes.
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