CajaGranada y la extraña sucesión (I)
Claret pudo quedarse pero un pacto entre el PSOE regional y el provincial provocó su destitución · Jara puede defender la autonomía, pero cuando acabe su mandato, en seis años, volverá a hablarse de fusión
Una duda: ¿un análisis sobre CajaGranada no debería tener mejor acomodo en las páginas de economía? Podría ser, pero quien ponga en duda a estas alturas que la política juega un importantísimo papel en su funcionamiento, se debería llevar un premio a la ingenuidad.
O un castigo. Y ahí surge otra duda: ¿Es eso lo que se ha llevado Claret por decir que las cajas eran ajenas al tejemaneje político? Cítese cuanto antes la frase textual, pronunciada el pasado 6 de julio: "Somos de propiedad social, no gubernamental. El que un representante político tenga opiniones es muy de agradecer, pero CajaGranada sólo responde ante el consejo de administración".
Lo dijo y un par de meses después resulta que Claret recibe la noticia de que deberá dejar su cargo. Qué coincidencia.
Se asegura que es lo que tocaba, que no podía renovar porque así lo decía la Ley de Cajas. Pero he aquí que esa ley data de 2004, y que los estatutos por los que se rige CajaGranada fueron aprobados en 2005 y sí permiten que su máximo dirigente esté doce años en el cargo. Es lioso de explicar, pero en esencia eso significa que Claret podría haberse mantenido en su puesto hasta 2013.
Entonces, ¿no será que a Claret lo han destituido, aunque la cosa no se airee porque cosas así son delicadas y es mejor dar una apariencia de normalidad, de relevo rutinario?
Desde que Chaves dijo que lo suyo sería que en Andalucía hubiera una única caja de ahorros, Claret se negó en redondo y defendió a capa y espada la autonomía de la entidad granadina, algo que dejó al secretario general del PSOE, Francisco Álvarez de la Chica, atado de pies y manos. Por un lado, no debía enfrentarse a su partido a nivel regional, con el que las relaciones no eran a esas alturas idílicas porque Griñán no era el caballo de los granadinos en la trama de sucesión de Chaves. Pero por otro, tampoco debía contradecir al presidente de la caja. Difícil situación la suya.
Pero De la Chica supo maniobrar. La única salida posible, o así lo vio, era pactar a dos bandas: con el PSOE andaluz, a quien se le ofrecería la cabeza de Claret a cambio de que la Junta no insistiera durante los seis próximos años con la cantinela de la caja única, y con el PP, a cuyo presidente, Sebastián Pérez, le propuso como sustituto el único nombre que sabía que iba a aceptar sin poner reparos, el de Antonio Jara.
Jara tiene varias ventajas: se le recuerda como un excelente alcalde y lleva veinte años apartado de la política, periodo suficiente como para que se engrandezcan las leyendas. Está, por resumirlo con una frase épica, por encima del bien y del mal.
Hay una tercera ventaja, la que más le conviene al PSOE andaluz: tiene 64 años, así que dentro de seis deberá dejar el cargo porque la Ley de Cajas se lo obliga. En su mandato, Jara tiene toda la libertad del mundo para defender autonomía e independencia. Esos seis años son la traducción de la expresión "al menos a medio plazo" que pronunció De la Chica. En seis años no se hablará de fusión ni de caja única. Después, muy probablemente, sí. Porque la fusión, al fin y al cabo, podría compararse a la nostalgia: no es ni buena ni mala, es inevitable.
¿Y en qué lugar queda Claret? Se le dará una buena salida, la presidencia de esa asociación de cajas de ahorros que se llama Banco Europeo de Finanzas. Aunque para su desgracia esa incorporación, por razones burocráticas, no será inmediata, llevará su tiempo. Mientras tanto, como penitencia, tendrá que soportar que las quinielas le sitúen como candidato a la alcaldía de Granada, una misión que en realidad ni él ni su partido planean.
Para otro día se deja la parte más política del pacto entre socialistas y populares, la que se refiere al reparto de cargos en la caja. Eso da para mucho.
No hay comentarios