Cantarero y la conquista de Granada

EN los Festivales del año pasado Mariola Cantarero nos regaló una inolvidable velada en el Palacio de Carlos V con la OCG interpretando fragmentos relacionados con la ciudad, como aquel canto A Granada, de la Fantasía Morisca de Ruperto Chapí, o el Alahor in Granata de Donizetti. Y, como dejó escrito el periodista de esta casa Jesús Arias, Mariola llegó a Granada para ser "profeta en su tierra".

En 1850 se estrenó en el Teatro del Palacio Real de Madrid la ópera titulada La conquista de Granada, escrita por el navarro Emilio Arrieta; curioso personaje éste que, aun habiendo sido el compositor de la Corte y protegido de Isabel II, fue luego el autor del himno Abajo los Borbones, que quiso sustituir a la Marcha Real (Marcha Granadera). Sólo escribió dos óperas pero fue autor de numerosas zarzuelas, algunas tan conocidas como Marina.

La conquista de Granada, de cuyo libreto es autor el italiano Temístocles Solera, el mismo que escribió para Verdi nada menos que Nabuco, fue dedicada a la reina Isabel II, de la que dicen era su propio amante; está basada en nuestro tradicional y rico romancero morisco alusivo a la conquista del Reino de Granada y a los combates fronterizos entre moros y cristianos que tanto influyeron en el teatro barroco italiano. Seguro que Solera conocía las crónicas sobre Granada y sus guerras que escribieran Hernán Pérez del Pulgar y Ginés Pérez de Hita, y la obra de Mateo Alemán Guzmán de Alfarache.

Durante el cerco a la Alhambra, Gonzalo de Córdoba se enamora de Zulema (personaje interpretado por la soprano granadina Mariola Cantarero), hija de Muley Hassem y la cristiana Leonor, y hermana de Boabdil y de Almanzor.

Gonzalo y Almanzor se han de enfrentar a muerte; para evitar el compromiso, Gonzalo envía a su amigo Lara disfrazado. Sufre Zulema porque el que va a morir o es su hermano o es su amante. Muere su hermano Almanzor y, al final de una larga trama, Gonzalo explica a Zulema la verdad; todo se aclara y viene la reconciliación cuando tanto Zulema como su propio padre Muley Hassem se convierten al cristianismo.

La obra termina con el triunfo de la Cruz sobre la Media Luna. Recordemos el contexto histórico y literario al que se refiere. Por eso nadie puede darse por ofendido, a menos que tenga el cerebro en penumbra y la memoria histórica en los cerros de Úbeda.

Precisamente esta magnífica ópera fue puesta en escena hace cuatro años en el Teatro Real, a cargo del Coro y la Orquesta Sinfónica de Madrid, magistralmente dirigidos por Jesús López Cobos; y fue allí donde nuestra paisana Mariola se ganó el favor del público y de la crítica por su magnífica voz.

Sería una lástima que no pudiéramos disfrutar en Granada de tan bello espectáculo, siendo una de las más hermosas óperas españolas que tiene el aliciente de tratar un tema tan granadino y que además puede ser protagonizada por una de las sopranos más brillantes del bel canto mundial. Y no es nuestra única soprano, que ahí están María del Carmen Ramírez, Sandra Pastrana, Leticia Rodríguez, Laura Sabatel, Carmen García, Paqui Ruiz y seguro que la lista sigue, porque esta tierra es de buenos artistas; la pena es que se triunfen más fuera que dentro y tengan que morirse para que suenen las palmas y se reconozcan los méritos.

Resulta entrañable escribir sobre una de nuestras sopranos nacionales más prestigiosa, siendo tan granadina como que nació en el mismo Hospital de San Juan de Dios, fue bautizada en las Angustias, alumna muy aventajada de nuestra querida Elena Peinado y vecina del popular barrio del Parque de la Rosaleda, junto al Estadio de la Juventud.

Sigue así paisana, porque algún día te veremos hecha en bronce junto a Manuel de Falla en la Avenida de la Constitución. Bendita seas Mariola Cantarero, que hasta en el apellido llevas el cantar.