pasado con presente incluido

Carlos Asenjo, el solitario de los archivos

  • Es doctor en Historia Medieval y uno de los paleógrafos más reconocidos en Andalucía

  • Tiene publicados más de 40 libros, entre ellos diez novelas

  • Hijo predilecto de Guadix, recientemente recibió un homenaje en su pueblo

  • Le debemos saber mucho más de nuestra historia

Anda con pasos cortos pero decididos, ayudándose de un bastón y encorvado por la edad. Al verlo a lo lejos, es fácil imaginarlo ejerciendo con exquisita prioridad su vida de profesor e investigador de otra época que no es esta. Cuando se produce nuestro encuentro me choca su mano huesuda y su rostro emite esa sonrisa particular dedicada a los amigos. Allí, en una cafetería de la plaza del Campillo de la capital, la que hay en el edificio donde estaba la antigua Falange, Carlos Asenjo Sedano se ha puesto hablar y a los cinco minutos uno ya sabe que está con un hombre que tiene mucho que contar, un sabio nonagenario al que le funciona bastante bien la cabeza y mejor la memoria. "A mi reloj le queda poca cuerda, pero la cabeza está todavía en su sitio", me dice cuando le pregunto como está. Por entre sus gafas dobles superpuestas (unas de ellas de sol) se le ven unos ojos empequeñecidos tal vez por los miles de y documentos, inscripciones y textos antiguos que ha tenido que leer y clasificar. Carlos Asenjo, doctor en Historia Medieval, es sin lugar a dudas uno de los grandes paleógrafos que tiene Andalucía y a él se debe que los granadinos sepamos muchos más de nuestra historia. Cuando no está leyendo papeles viejos está escribiendo ensayos o novelas. Así ha acumulado casi cuarenta libros en la estantería de su existencia. Al decirme el número de libros que ha escrito, se acerca y con voz en todo de confidencia, me confía: "Yo creo que ese mérito se lo debo a que de joven padecía muchos dolores de cabeza y si bebía alcohol corría el riesgo de padecer unas terribles jaquecas. Yo le temía mucho a los dolores de cabeza. Por eso cuando mis amigos se iban de jarana yo me iba a mi casa a leer o a algún archivo a investigar". Entre legajos de documentos antiguos ha pasado gran parte de su vida, hasta tal punto que los accitanos lo conocían con el sobrenombre de "el solitario de los archivos". Historiador, novelista, ensayista y activo colaborador de prensa, es miembro de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Bellas Artes.

NIÑO DE LA GUERRA

Carlos Asenjo Sedano nació en Guadix "hace un montón de años, todavía no había empezado la guerra", dice restando importancia a la fecha en la que vino al mundo. Él era el segundo de nueve hermanos nacidos en el seno de una familia humilde que las pasó canutas porque su padre fue encarcelado durante la contienda civil. Carlos Asenjo puede que no se acuerde con lo que cenó anoche, pero se acuerda perfectamente de su infancia durante el conflicto bélico.

-¡Uf! Podría escribir cien libros sobre los niños que pasamos la guerra. A Guadix le pilló la zona roja. Yo tenía siete años y me acuerdo que teníamos que acostarnos vestidos porque a mitad de la noche nos despertaba mi madre para ir a escondernos cuando venían a tirar bombas. Los niños solíamos irnos a las pozas de los olivos porque nos habían dicho que allí la metralla no nos alcanzaba. Fíjate qué cosas. Para avisar de los bombardeos trasladaron la sirena de la fábrica La Purísima a la catedral, pero muchas veces cuando sonaba la sirena ya había pasado el bombardeo, jejejeje. Las bombas que no explotaban se exhibían en los camiones delante del Ayuntamiento. Me acuerdo que les ponían un letrero: 'Estas son las bombas que nos tiran los fascistas".

Carlos dice que la ingenuidad de su niñez no le permitía pasar miedo, pero comenta que le preocupaba mucho la inquietud y el sufrimiento de su madre, sobre todo cuando su padre fue encarcelado y ella tuvo que sacar adelante a seis hijos que tenía por entonces.

-Mi padre no era político ni nada, pero alguien dijo que era un fascista y lo metieron en la cárcel. Era curioso el sistema carcelario. Los encerraban en lo que fue el antiguo casino. A los presos no les daban ni cama ni comida. Eso corría a cargo de las familias. Yo iba todos los días a llevarle el bocadillo a mi padre. Y un día a la semana, los jueves, podíamos verle. Me acuerdo que a través una alambrada muy tupida, yo le pasaba, sin que nadie me viera, papelillos en los que le ponía las novedades de la guerra.

-Como un espía ¿no?

-Siiií. Para mí era emocionante. En la sede de los socialistas de Guadix había una radio y todos los días a una hora determinada daban el parte con las novedades de la guerra. Yo me iba por los alrededores y simulaba que estaba cogiendo colillas, cuando en realidad iba a enterarme para luego escribírselo a mi padre en los papelillos que le daba. Aquella era una sociedad muy pobre, ingenua y atrasada. Recuerdo que un día apareció el cielo todo rojo, como una especie de aurora boreal, y la gente creyó que aquello era la señal de que se iba a acabar el mundo. Se llenó la catedral de personas rezando porque creían que iban a morir todos.

FUNCIONARIO DEL INP

Cuando Carlos habla de ese pasado parece como si se le encendiese un botón que accionara una memoria a prueba de bombas, y nunca mejor dicho. Se vuelve sumamente elocuente y acaba todas sus confesiones con una sonrisa que marca la distancia en el tiempo. En su alma no hay ningún atisbo de rencor, solo la placidez de lo vivido. Su voz, un poco más baja de la media, es apacible y serena. Cuando me está contando su infancia, empiezan a llegar sus amigos de la tertulia: José Antonio López, Ramón Domech, Juan de Dios Polo, Pascual Dengra, Jesús Gil, el ex futbolista Tina… Todos los días se juntan para tomar café y hablar de lo que haya que hablar, que para eso el tiempo les pertenece.

Carlos Asenjo me sigue contando que después de la guerra y de aquellos años atroces del hambre, empezó a trabajar como funcionario en el Instituto Nacional de Previsión, trabajo que compaginó con sus estudios de Comercio. Cuando se inventaron las facultades universitarias optó por entrar en la Universidad, aunque para eso tuvo que aprobar el Bachilller en un Instituto San Isidro de Madrid. Iba para corredor de bolsa porque le gustaban las matemáticas, pero un azar del destino hizo que cursara Letras.

-Mi profesora Pilar Espín fue a hacerme la matricular a la Universidad, pero vio que para Ciencias había una cola enorme y decidió apuntarme a Letras. Hice la especialidad de Historia y cuando terminé opté a una plaza de profesor. Me ficharon para la docencia en la Escuela de Magisterio, que dependía de la Iglesia.

A todo esto se casa con Dolores, la mujer que le ha acompañado casi toda su vida y que le dio siete hijos. Poco después se doctoró en Historia Medieval con la tesis titulada: Guadix: la ciudad musulmana en el siglo XV y su depuración en la ciudad cristiana del siglo XVI, dirigida por el eminente Jacinto Bosch. Gran parte de sus estudios históricos los ha hecho sobre su pueblo, donde Asenjo ha sido siempre un apellido a tener en cuenta. Su hermano José fue un novelista importante que ganó el premio Nadal y su hermano Luis, al que conocí bastante, fue corresponsal de prensa.

-Del pasado de Guadix no se sabía casi nada. Me dediqué a investigar en los archivos documentos y saqué muchos datos. Yo fui, por ejemplo, el que hizo el primer estudio serio de la catedral de Guadix, de la que no se conocía casa nada. ¿Quieres que te cuente una anécdota?

-Claro.

-Dicen que cuando vino Alfonso XIII a Guadix le alabó al alcalde de entonces la catedral y le preguntó de qué estilo era. El alcalde le contestó: 'sí, es muy bonita'. El rey le contestó: 'Sí, es muy bonita, pero... ¿de qué estilo es?'. El alcalde tragó saliva y volvió a repetir: 'Sí, es muy bonita'. De ahí no salía, jajajaja.

Pero las ansias de saber de Carlos Asenjo eran infinitas. Estudió Árabe, Latín y Paleografía, todo para desentrañar ese pasado que siempre andaba buscando.

-Me producía un gran placer encontrar un documento del siglo XV o XVI y después de leerlo o traducirlo, comprobar que yo era el primer que reparaba en él desde hacía siglos.

ETAPA POLÍTICA

Luego vino su corta etapa política. Fue ya en la democracia y con UCD.

-Mi familia no quería que yo entrara en política, pero Jiménez Blanco me convenció para encabezar la lista para alcalde de Guadix. La verdad es que me ilusionaba ser alcalde de mi pueblo. En aquellas primeras elecciones democráticas saqué los mismos concejales que el PSOE, pero gracias al 'fuego amigo' de Fuerza Nueva, no pudo ser. De alguna forma también me alegré, porque aquello se convirtió en un avispero político. Entonces el partido, en compensación, me hizo diputado. Estuve cuatro años en la Diputación en la época de Sánchez Faba y llevé Cultura. ¿Sabes lo primero que hice? Saqué unas becas de 30.000 pesetas para que investigadores de la provincia sacaran los archivos de los sótanos y de la cuadras. Gracias a eso se conoce mucha historia de Granada.

Carlos Asenjo dice que fueron cuatro años felices en su vida porque pudo hacer cosas por mejora la Cultura de esta provincia y porque conoció a mucha gente interesante.

-La política se entendía de otra forma que ahora. Todo estaba por hacer y había mucha ilusión por trabajar para mejorar la situación de los pueblos. Además, había camaradería, a pesar de la ideología tan distinta que teníamos. Yo me llevaba bien con todos.

Carlos Asenjo se vino a vivir a Granada. Dice que a su pueblo va de vez en cuando y en verano. "Allí la gente me conoce y me saluda, pero el problema es que yo ya no conozco a la gente". Fue nombrado hijo predilecto y hace solo unos días recibió un homenaje municipal.

-Curiosamente los tres o cuatro homenajes que he recibido de mi pueblo han sido alentados por el PSOE. Cuando voy en verano siempre me acerco al cementerio, donde están enterrados todos mis seres queridos. Allí ya todo son recuerdos y nostalgia porque ya no tengo apenas amigos, todos están ya muertos- dice con el tono de tristeza que merece la frase.

El intenso amor que siente por su pueblo ha hecho que recientemente donara a la Fundación del pintor Julio Visconti, allí enclavada, tres documentos importantes del siglo XV. Dice que Guadix ha perdido mucha población en los últimos años debido a la autovía.

-Guadix ha llegado a tener 30.000 habitantes, cuando no había apenas coches ni autovía. Ahora mucha gente que trabaja allí en el hospital, en las escuelas o en las grandes superficies, cuando termina su turno coge el coche y se va porque vive en otro sitio. Antes no tenía más remedio que vivir allí y empadronarse.

Desde que murió hace unos años su esposa, Carlos Asenjo vive solo, aunque todos los días tiene la visita de alguno de sus hijos o alguno de sus diez nietos, que van a comer con él. Se levanta a las siete y media, desayuna y, haga frío o calor, se da una ducha fría. Después oye las noticias y se va a misa a la Iglesia Corazón de Jesús. Desde allí va andando hasta las Titas. Vuelve a la plaza del Campillo a su tertulia diaria de las doce y después regresa andando a su piso, que está en una calle cercana al Gobierno Civil. Dice que ese ritual lo mantiene en forma. Las tardes las pasa escribiendo o leyendo. Lo último que ha publicado, el pasado año, ha sido un ensayo: Catálogo sentimental de las ideas políticas.

-Estoy leyendo un trabajo de Leopoldo Blume sobre los mejores escritores de todos los tiempos. También estoy con una biografía de casi mil páginas de Fernando VII. Fue un rey pésimo que le hizo mucho daño a España después de la Guerra de la Independencia. Por cierto, tú que eres de Bailén… ¿sabes que un tatarabuelo mío luchó como brigadier en la batalla de Bailén? Se llamaba Bernardino de Asenjo Palero. Mandaba el Regimiento Guadix y por lo visto tuvo mucho protagonismo en la batalla. Algún día de estos escribo algo sobre él.

Y es que la curiosidad de este hombre no se agota nunca.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios