Carlos Pfeifer, muere el referente de la modernidad
El 23 de diciembre falleció en Granada a los 86 años el arquitecto Carlos Pfeifer, autor de una producción ejemplar que lideró la ruptura con el historicismo de posguerra y artífice del compromiso definitivo con el lenguaje de la modernidad.
La víspera de Nochebuena se apagó la estrella. Carlos Pfeifer de Fórmica-Corsi guió durante décadas a varias generaciones de arquitectos granadinos, señalando el camino de la modernidad. Cometa o meteoro, el brillo de esta estela que se extingue en Navidad es de todo menos efímero. Su rigurosa trayectoria, carente de renuncias conceptuales, ha dejado un reconocimiento profesional unánime que no acallaron sus veinticinco años de lúcido aunque silencioso retiro.
Carlos Pfeifer nació en Málaga en 1925, ciudad en la que se instaló por motivos de salud su padre, un químico natural de Lepizig. Trasladada la familia a Granada en 1932, Pfeifer ingresó en la Escuela de Arquitectura de Barcelona en 1946, obteniendo la titulación en 1952. El fin de la autarquía, la mejora de las condiciones económicas y sociales del país y la intención del franquismo de abrirse al mundo quitaron sentido a la arquitectura historicista promovida desde el régimen, permitiendo a Pfeifer la experimentación con el lenguaje de la modernidad desde el comienzo de su actividad profesional.
Su vuelta a Granada no fue fácil: tras seis meses como Arquitecto de la Diputación, la ausencia de encargos y de un soporte cultural, industrial y económico adaptado a sus inquietudes le obligó a marcharse a Madrid en 1954 para formar parte de la Oficina Americana de Proyectos que dirigía la construcción de las Bases Militares en España. Aquel contacto le alejó del organicismo imperante en Barcelona en beneficio del rigor del racionalismo de entreguerras otorgando rigor a la traza de sus edificios, modelos de consistencia formal.
Tras su definitivo regreso a Granada en 1956 construyó sus primeros edificios de viviendas: la esquina de Martínez Campos con Portón de Tejeiro, en la calle Cruces de Motril, en la plaza de San Cristóbal de Almuñécar, 250 viviendas en el Zaidín para el Patronato de Santa Adela, la Casa de las Columnas en la avenida de Dílar y las Unidades Vecinales para la Obra Sindical del Hogar en Fuente Vaqueros, Huéscar, Montefrío y Pinos Puente. Constituyen ya auténticos prototipos de la modernidad en los que Pfeifer ensaya con el empleo de estructura metálica, materiales industriales y novedosos sistemas constructivos, logrando vinculaciones estéticas próximas al racionalismo y neoplasticismo.
Entre 1958 y 1959 desempeñó el cargo de Arquitecto Escolar, iniciando un ambicioso plan de construcción de Centros de Enseñanza Primaria por toda la provincia. En 1960 terminó el Colegio Mayor del Sindicato de Estudiantes Universitarios, parte de una operación promovida por el Gobierno Civil donde también se integraban la Escuela de Maestría Industrial y las instalaciones deportivas del Estadio de la Juventud. El actual Instituto del Agua se hace reconocible con la ordenación en damero de los huecos de las habitaciones, así como con su rotunda implantación donde se optimiza el soleamiento mediante volúmenes que se expanden hacia mediodía según un riguroso criterio funcional. El edificio anuncia los rasgos que, añadidos a su cálida monumentalidad urbana, se mantendrán como invariantes de la arquitectura de Pfeifer: estructura metálica vista en porches, el cuidadoso empleo de texturas que matizan los contrastes volumétricos, el gresite como revestimiento de fachada, los grandes huecos de vidrio enmarcados por carpinterías de acero y el remate mediante cornisa prefabricada que libera el movimiento de una cubierta plana.
En 1962 recibió el encargo de la Compañía de Jesús para construir el Colegio Mayor Loyola en el Campus de Cartuja, donde organiza el programa funcional empleando una trama modular de octógonos y cuadrados adaptada a la compleja topografía que permite iluminación alta en los desniveles que se generan. Es un edificio sin fachadas; terminado en 1965, se lee como un alzado desplegable unificado por el remate de la cubierta plana y por las celosías de hierro de igual geometría que la modulación de las plantas. Impecable en su implantación, el Loyola hilvana las piezas simbólicas del programa en un eje de simetría (vestíbulo, salón de actos y capilla), desarrollando a cada lado las zonas de usos comunes en una planta baja compacta. La simetría se rompe con la rotunda torre de seis plantas que aloja las habitaciones de 99 residentes.
Entre 1965 y 1969, Carlos Pfeifer levantó la Casa Sindical de Granada sobre una manzana de ensanche en la avenida de la Constitución, proponiendo con rigor geométrico un poderoso zócalo de tres plantas en forma de U alineado a linderos que genera un potente eje a la vez que interpreta las escalas de las calles secundarias. Sobre el zócalo se eleva una torre de siete alturas que se expresa al exterior a través de la exacta modulación geométrica que impone la trama estructural. A pesar de la simetría, la Casa Sindical define un incuestionable referente de modernidad y representatividad urbana por el sutil despiece de los paños enmarcados de fachada mediante carpintería de acero y elegantes antepechos de gresite en punta de diamante. Tras décadas de precario mantenimiento, en 2009 fue objeto de una restauración integral para su conversión en Hotel que, a pesar de su protección integral desde el Plan General de Granada, no respetó la memoria constructiva original, diluyendo todos los componentes que relacionaban el edificio de Pfeifer con la materialidad de su ejecución.
Entre 1964 y 1968 construyó la Escuela de Maestría Industrial, actual IES Politécnico Hermenegildo Lanz, promovida por el Ministerio de Educación y ejecutada según un criterio de edificación baja estructurada en torno a porches que diluye su presencia en el entorno. Su ordenación es racional y rotunda, organizando el programa según una disposición en U con la zona representativa hacia la fachada principal, mientras que los ámbitos de enseñanza se disponen perpendicularmente, acotando un amplio espacio interior de pistas para conectar con el Estadio de la Juventud. Porches cubiertos relacionan interior y exterior, vinculando entre sí las distintas partes del programa con exacta ordenación funcional y precisa concreción constructiva.
A finales de los sesenta construye junto con Fernando Higueras y Antonio Miró un conjunto de edificios de viviendas para la Caja de Ahorros de Granada en la avenida de América. A la racionalidad y la claridad del esquema funcional de cada una de las torres se añade la sutil puesta en valor de los espacios interiores, las vistas y las circulaciones, tamizados por el empleo de cubierta de teja, ladrillo visto y otras referencias vernáculas.
En los años de cambio de década, Carlos Pfeifer construyó en Granada el Colegio Regina Mundi, la Academia Progreso y el Colegio Amor de Dios, así como el Colegio Hernando Colón de los Maristas en Huelva, el Colegio Nuestra Señora del Rosario en Campillos y el Colegio de la Milagrosa en Torremolinos. En 1969 proyecta la Escuela de Arquitectura Técnica de Granada; la renuncia a la dirección de obra ha impedido comprobar hasta dónde hubiese llegado la adscripción brutalista del proyecto, reflejada en los elementos vistos de hormigón que encuadran grandes paños de ladrillo visto.
En 1982 ejecutó su último proyecto, una iglesia en el nuevo pueblo de Canales sobre un promontorio al borde del Pantano donde quedó sumergido el viejo pueblo. La planta retoma la forma octogonal que el emplazamiento, más próximo a lo rural que a lo urbano, ya le había sugerido en el Loyola. Muros de mampostería y cristaleras de plexiglás sostienen la cubierta resuelta con un diedro a modo de faldón sobrepuesto. El propio despiece de la carpintería dibuja la cruz que marca el presbiterio, donde la transparencia convierte al paisaje en privilegiado retablo de un conmovedor altar a contraluz.
En 1986, desilusionado ante los profundos cambios sufridos por la profesión, Carlos Pfeiffer se jubiló voluntariamente. Desde entonces, su obra es reconocida a través de publicaciones profesionales y de una exposición colectiva organizada por la II Bienal de Arquitectura de Zaragoza en 1994 expuesta con carácter monográfico en el Monasterio de San Jerónimo de Granada. En 2001, el Ayuntamiento de Granada le concedió el Diploma al Mérito de la Ciudad. Cuatro obras suyas han sido incluidas en el registro de edificios de Docomomo, fundación que persigue la documentación y conservación de la Arquitectura del Movimiento Moderno que incluye en su base de datos, revisada en 2011, hasta 1.200 edificios de España y Portugal construidos entre 1925 y 1965.
Carlos Pfeifer apadrinó el nacimiento de la modernidad sin fisuras como objetivo innegociable tanto con la renuncia inicial a la arquitectura simbólica del régimen como con la separación posterior de la especulación inmobiliaria. Su desaparición deja a la arquitectura granadina definitivamente huérfana de maestros. Pero la estrella que ahora se apaga no será navideña, nunca será una estrella fugaz: la luz que alumbró el objetivo añorado deja el resplandor inabarcable de la honestidad, la economía de medios, el compromiso y una meritoria autonomía profesional.
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