Granada

Charles y Karl, dos egregios Carlos

  • La comparación entre sus ideas de lucha de clases y lucha por la existencia provocó una peligrosa falacia

Próximamente se cumplirá el segundo centenario del nacimiento de Karl Marx (5 de mayo de 1818) e imagino, no sé si será mucho imaginar, que desde diversos movimientos sociales y algunos partidos políticos se desarrollaran actos en su recuerdo e incluso homenajes de alabanza. Las teorías de Carlos Marx, es muy habitual encontrar su nombre así castellanizado, se conocen en el pensamiento político como marxismo y se desarrollaron por Lenin para constituir desde 1917 y 1922 la Rusia de los soviets y la URSS y posteriormente en la China de Mao desde 1949. Nuestro primer Carlos murió el 14 de marzo de 1883, a punto de cumplir los 65 años. Del desarrollo real de sus ideas políticas en los países citados, uno de ellos ya no existe y el otro dudo mucho que sea marxista, es obvio que no voy a hablarles en Ciencia Abierta. No es nuestra temática aunque recordemos que el marxismo fue el motor teórico de numerosas revoluciones sociales a lo largo del siglo XX y podemos considerar que queda en el imaginario colectivo de la izquierda política aunque solo sea para ilustrar el estampado de algunas camisetas junto al rostro del Che Guevara. En realidad todos fuimos marxistas en la juventud.

Se preguntaran porqué nombro a Karl Marx. La razón es que hay un segundo Carlos, este no suele castellanizarse, cuyas ideas también revolucionaron el mundo, en este caso el de las ciencias naturales. En este caso sus ideas, con algunas modificaciones, siguen vigentes para explicar el mundo natural y su biodiversidad. Me refiero, claro, a Charles Robert Darwin, cuya vida corrió en paralelo al anterior, pues nació en febrero de 1809 y falleció el 19 de abril de 1882, con 73 años. El darwinismo o el neodarwinismo sigue siendo la explicación científica del origen de la enorme diversidad de formas de vida existente en nuestro planeta.

El pensamiento burgués de la época utilizó la idea darwiniana para legitimar su poder políticoLa selección natural es una genial transposición de las ideas sociales y económicas de la época

La vida de estos dos Carlos transcurrió cronológicamente a lo largo del siglo XIX; sus principales obras se editaron con pocos años de diferencia, El Origen de Darwin en 1859, El Capital de Marx en 1867, y la influencia entre ellos es un buen ejemplo de las relaciones entre Ciencia y Sociedad. Adecuadamente contextualizadas las obras de estos dos Carlos son un nexo perfecto entre las ciencias sociales y las ciencias naturales, entre las letras y las ciencias que tan empeñados están algunos diseños del curriculum educativo en separar profundamente. Sin embargo hemos de ser cuidadosos para no cometer la falacia de realizar un fácil paralelismo entre ellos. Esa mentira fue intencionadamente utilizada por el pensamiento positivista de finales del siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX. Expliquémoslo.

La idea de cambio que introduce el darwinismo en el mundo intelectual del último tercio del siglo XIX fue tan poderosa que impregnó a todo la sociedad de la época, tanto a los pensadores liberales como a las ideas del socialismo emergente. En el entierro de Marx, en el cementerio de Londres de Highgate, Engels dijo en su discurso: "Si Darwin ha descubierto la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto la ley del desarrollo de la historia humana". Sabemos que Marx leyó El Origen en 1860 y expresó su admiración por la forma de explicar el cambio en la naturaleza, incluso comparó inicialmente su idea de cambio en las sociedades humanas, por la lucha de clases, con los cambios en la naturaleza. Sin embargo desde 1868, al apreciar como el pensamiento liberal burgués utilizaba las ideas de Darwin, advirtió claramente que no se podía generalizar la teoría biológica al mundo de las sociedades humanas.

La generalización falsa que realizó el pensamiento liberal burgués de la época fue utilizar la idea darwiniana de "la lucha por la existencia" para justificar y legitimar su poder político en la base científica que había desarrollado Darwin para el mundo natural. Lo natural era que la burguesía ejerciera el poder pues era la clase social con más éxito, la más apta según las leyes naturales. Desde esta premisa se desarrolló todo el darwinismo social a lo largo de décadas con grandes connotaciones autoritarias, elitistas y racistas. El propio Charles Darwin comprendió que este uso de su teoría era enormemente peligroso y advirtió que su obra se restringía al mundo natural; sin embargo seguidores de Darwin, como Herbert Spencer y Francis Galton, impulsaron las ideas del darwinismo social.

Encontramos en estos hechos que conectan el pensamiento científico con su entorno social una enorme paradoja. Unas ideas políticas reclamaban su legitimidad apoyándose en las leyes científicas de la naturaleza y con toda la autoridad de la Ciencia, ya saben: "La Ciencia no miente". Lo singular es que Darwin no desarrolló su idea de la selección natural a partir de los datos de la naturaleza, como podemos pensar o quizás nos hayan enseñado equivocadamente. Su idea de selección natural no le surgió contemplando los pajaritos de las islas Galápagos. "Carlos Roberto" Darwin desarrolló su idea de selección natural inspirado en la lectura de varias obras de científicos sociales de su época. Es conocida la influencia del texto "Sobre la población" de Robert Malthus, el cual fue leído en 1838 por Darwin, pero no sólo fue Malthus. El estudio detallado de la correspondencia de Darwin permite señalar que otras varias lecturas influyeron en sus ideas y en el desarrollo de su teoría. A saber: las ideas del filósofo Aguste Comte, los trabajos del estadístico belga Adolphe Quetelet y el trabajo del economista escocés Dugald Stewart On the life and writing of Adam Smith en el que analizaba el significado de las teorías económicas del autor de La riqueza de las Naciones.

Resulta ser que "el origen" de la idea de la selección natural es una genial transposición de las ideas sociales y económicas imperantes en la época en que vivían nuestros estimados Charles Darwin y Karl Marx. No estaría de más que algo de ello se incorporara correctamente al curriculum y estudio de las ciencias y la filosofía de nuestros estudiantes, evitando errores o simplificaciones falaces.

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