Claudia García López, en la Facultad de Ciencias de la UGR.
Claudia García López, en la Facultad de Ciencias de la UGR. / Fundación Bbva
A. A.

26 de julio 2023 - 06:00

Las imágenes son hipnóticas. En la pantalla del ordenador suaves líneas tejen un patrón de espirales blancas sobre un fondo azul. “Son estructuras ordenadas”, comenta sin disimular su entusiasmo Claudia García López (Almería, 1993). Lo que se ve en la pantalla son las formas que se generan en el agua cuando las corrientes marinas dan con un ‘obstáculo’, con unas islas, en este caso el archipiélago de Madeira. Ese fenómeno se explica gracias a la vorticidad, “la fuerza con la que giran los fluidos”. Es un fenómeno que ocurre de forma natural, que se ve en la naturaleza y en el Universo y que explica cómo se mueven las nubes sobre las islas o la presencia de un hexágono en el polo norte de Saturno o las características bandas de Júpiter.

¿Cómo? Los modelos matemáticos explican estas imágenes, que en un principio parecen fruto del azar. Es gracias a la ecuación de Euler, bautizada en honor del matemático del siglo XVII que la formuló. Von Karman, otro genio, en los años 80 aplicó la fórmula de Euler a los fluidos . “Dijo que la ecuación podía predecir ese fenómeno”. Podía. Ahora, Claudia García López demostró que, efectivamente, esa hipótesis lanzada a finales del siglo XX es así y se puede aplicar al estudio de las turbulencias que afectan a los vuelos. “Lo demostré”, explica en su parco despacho de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada esta joven almeriense, con raíces en Montefrío y una de las matemáticas de vanguardia más prometedoras a nivel nacional. Su trabajo en relación a los fluidos la ha encumbrado con uno de los premios Vicent Caselles, otorgado por la Fundación BBVA y la Real Sociedad Matemática Española (RSME), reconocimiento al que está muy agradecida. “Nos motiva y también sirve para mostrar que hay jóvenes”, cantera en la ciencia matemática. Estos galardones “reconocen la creatividad, la originalidad y el logro en el campo de las matemáticas en los primeros años de la profesión científica, y favorecen su continuación, para así servir de estímulo a los profesionales que desarrollan su labor en la investigación”, detalla el comunicado de la UGR tras la concesión del premio.

Graduada en Matemáticas por la Universidad de Granada, García López obtuvo el doctorado en la UGR y la Universidad de Rennes (Francia) bajo la dirección de los profesores Juan Soler y TaoufiK Hmidi, antes de disfrutar de estancias posdoctorales en la Universitat de Barcelona y ser profesora ayudante doctora en la Universidad Autónoma de Madrid. Sus trabajos de investigación se basan en el estudio de ecuaciones y modelos que provienen de la geofísica y la dinámica de fluidos.

Estudió en el Stella Maris de Almería. De aquella época recuerda que las Matemáticas “se me daban bien. No tenía que estudiar, era un juego”. Tras terminar Bachillerato se decantó por hacer el grado en Granada. “Las Matemáticas de la carrera eran muy diferentes” a las del instituto. De aquella época recuerda que para entrar en el grado –hoy con una nota de corte que ronda el 12– con un cinco era suficiente. “Todo el mundo pensaba que la salida era ser profesor”. De su primer año en la Facultad de Ciencias recuerda el impacto de tener que hacerse con un lenguaje nuevo. “No pensé en abandonar, pero no sabía cómo me iba a ir”. La trayectoria de esta investigadora revela que, efectivamente, Claudia se hizo con los mandos de la situación. En tercero de carrera pidió una beca de investigación. En ese mismo curso se aproximó a las ecuaciones diferenciales, una forma de aproximar la ciencia matemática a la naturaleza para explicarla. Tras el grado realizó el máster de Física y Matemática. Tras continuar con su formación fuera de Granada regresó para formar parte de la Unidad de Excelencia de la UGR MNat Modelling Nature from Nano to Macro, en la que trabajan científicos de distintas disciplinas para explicar qué ocurre, para explicar el mundo.

De camino, además de ayudar a conocer fenómenos como las hermosas espirales que se forman en los océanos, la almeriense es exponente de la pujanza de los estudios matemáticos en Granada. “Hay mucha gente buena aquí”, resume. Eso sí, queda trecho por andar y la investigadora recuerda la precariedad en la que se mueven los jóvenes científicos. “Necesitamos financiación”, clama. Apunta que Granada está al mismo nivel que otros centros de investigación, pero que el punto débil es la falta de fondos de la que adolece la ciencia en España. Ahora está en la Facultad de Ciencias, desde donde trabaja con grupos de medio mundo –menciona Corea y Abu Dabi como dos de sus últimos destinos, cuatro meses en Estados Unidos– lo que le da perspectiva para reclamar mejores condiciones para la ciencia. “Sobre todo necesitamos estabilidad en las convocatorias, necesitamos constancia para poder planear” una carrera investigadora.

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