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Toros en Granada: el novillero Cristiano Torres se impone como vencedor de la Almendra de Plata de Gor

  • El jurado premia la actuación del novillero salmantino, deja a Tristán Barroso como finalista y destaca el juego de los erales de Enrique Ponce 

Toros en Granada: el novillero Cristiano Torres se impone como vencedor de la Almendra de Plata de Gor

Toros en Granada: el novillero Cristiano Torres se impone como vencedor de la Almendra de Plata de Gor / D. G. T.

Los cuatrocientos años de toros en Gor se saldaron de la mejor manera posible. Y todo ello a pesar del viento que molestó, y de qué manera, durante la final de la decimoctava final de la Almendra de Plata. Después de tres días de encierros y novilladas, se clausuró este consolidado ciclo de novilladas con un gran mano a mano entre dos promesas del toreo: el pacense Tristán Barroso y el salmantino Cristiano Torres, que fueron una gran dimensión como toreros sin caballos.

En el primer novillo quiso Barroso estirarse con el capote pero las rachas de viento dificultaron la acción aunque permitió mostrar su concepto clásico con el percal. El novillo no terminó de entregarse ni el pacense de sentirse cómodo viendo cómo la muleta tremolaba y lo dejaba descubierto en cada tanda. Destellos con la muleta dejaron ver su buen trazo como torero al menos hasta que cogió la espada donde estuvo francamente desafortunado.

Encajó la barbilla para recibir al segundo de su lote. Cuajó el toreo a la verónica, colocando riñones y jugando con exquisitez las manos. No pareció Barroso un novillero cuando en el tercio se dobló con el toro, corriéndole la mano. Inicio magistral que luego ratificó al coger la zurda. Naturales hondos y preñados de sabor que puso a la plaza a favor del torero. Pero la faena la sustentó en la mano derecha que es por donde mejor embistió el animal. Hincó las rodillas en tierra para ganarse el favor del público y remató con toreo auxiliar para asegurarse el triunfo. Pero todo el fulgor y la magia se disiparon cuando llegó la hora de matar. Una vez más, la suerte suprema fue la asignatura pendiente: cinco pinchazos antes de enterrar la espada.

Cristiano Torres deslumbró con el mando de su muleta en segundo de la tarde. La capacidad y la serenidad fueron el dominante de su actuación, imponiéndose a un novillo bronco pero con ímpetu. Supo aprovechar las inercias del toro, llevándolo especialmente tapado en la última tanda donde se rebosó con la mano derecha y consiguió hacer crujir los cimientos de la plaza. Una faena salpicada de momentos y destellos de torería, vibrante por momentos, hasta que cogió la tizona. La espada malogró también el triunfo.

Por delantales recibió Torres al último de la feria y mostró, una vez más las credenciales que le acreditaban como digno finalista. Y con un vibrante novillo, de nombre Desgreño, inició la faena de rodillas dispuesto a comerse la tarde y quizá por eso la faena la sustentó en el toreo auxiliar y en el adorno, manejando la situación pero sin llegar a cuajar al toro en los palos fundamentales. Desazón con la espada que frustró rubricar su actuación como correspondía. Un público amable quiso, no obstante, que no se fuera de vacío y le correspondió con una oreja.

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