Día de la Cruz

Las Cruces de Granada, en el túnel del tiempo

  • La ciudad culmina dos días de fiesta por todo lo alto con la vuelta de las barras a casi todas las calles, el civismo de los granadinos, y la ausencia de incidentes

Las Cruces de Granada, en el túnel del tiempo

Las Cruces de Granada, en el túnel del tiempo / Antonio L. Juárez | PS

Perfectamente habrán podido pasar veinte o más años sin tener estas sensaciones. Unas Cruces como las de antes. Por muy manido que esté el término en estos últimos días, es que esta vez es verdad. Jolgorio en las calles, con aglomeraciones pero soportables, con calorcete y con el civismo que se perdió cuando el botellón se convirtió en moda, y de ahí pasó a pandemia. Cuando esa palabra sonaba incluso exótica en los primeros dosmiles. Y es que además, las Cruces han pasado en apenas tres años de celebrarse en balcones y con bailes virtuales por eso del bichovirus a lo que vivimos de más pequeños, algunos ya incluso peinando canas y cambiados de década.

Si tiene alguien mérito de esto son los granadinos, que después de veinte años con polémicas y restricciones autoimpuestas, otras por castigo, vieron cómo una de sus fiestas mayores menguaba hasta el punto de perder completamente el sentido alegre que tenía, y convertirlo en una actividad tan divertida como ir a ver La Gioconda en el Louvre. Dos décadas de penitencia que han tocado fin en este 2023 y que algunos, con más o menos sorna, le dan la medalla del éxito al actual alcalde Paco Cuenca, que para este año ha abierto la mano de las barras, eso sí, fuera del Centro.

Desde el Palacio de Congresos hasta lo más profundo del Albaicín, pasando por la Corrala de Santiago que siempre abruma, y muchas sevillanas como anticipo de lo que se viene dentro de un mes, el segundo Corpus de la normalidad. Raro es quien no se ha encontrado a nadie este año en las Cruces. Y sobre todo en la del Colegio Público Genil. ¿Faltó alguien por pasar por allí? Ejemplo para este redactor. En apenas cinco minutos tres grupos de amigos diferentes en el mismo lugar, unos con rebujito, otros con pinchitos, y otros como punto de encuentro. Y por ahí andaba el delegado de Turismo Fernando Egea. Y cómo no, el alcalde Cuenca en el que también es su barrio. Todo un meeting point, que no la Meeting Point.

En el barrio de la Cruz también era su día grande. Aunque desde el viernes llevan en fiestas en honor a su homonimia, el Día de la ídem es el suyo. Y desde primera hora de la mañana atronaba en la calle Luis Miranda Dávalos el reggaetón pasando sin solución de continuidad a las sevillanas, y ese punto intermedio incalificable que era mezclar Camela con bases latinas. Y tan pronto se llenaba la carpa volaban las habas, las salaíllas, y las Ámbar, que mira que hay marcas de cerveza para que contrataran las que tienen el destino más juguetón.

Del barrio de la periferia al corazón de la ciudad en una tarde en la que el rebujito ya fluía y activaba el gen de levantarse de la silla y subir los brazos, girándolos armónicamente con las muñecas, “y, agarra’ a tu cintura, te canté / a la sombra de los pinos” (o de la carpa).

El olor a patata asada abre el apetito sobre las ocho de la tarde. Espera una larga cola para entrar en la Corrala de Santiago. "Espera que queda poco y ahora vamos a por ella", le dice una madre a su hijo pequeño a apenas diez metros de la entrada del primer premio de patios. Más paciencia debían tener los que querían ver la del Rosario, en el flanco de la iglesia de Santo Domingo. Por eso alguno miró un poquito regular a Rosa cuando entró directamente. papá Miguel esperaba dentro. Ventajas. De la papa asá al pescaíto del Campo del Príncipe, donde lo cofrade se funde con las Cruces y el inminente ambiente rociero que siempre impregna el corazón del Realejo. Se oye un coro en la cervecería Bajo de Guía cantando"camino de las arenas". Está más que claro el ambiente que se respira. Y sin colas, como la hora y media que se tiraron algunos para pedirse una 'fruta' en alguna barra. Por eso hubo quien directamente pasó de las Cruces o de las barras para irse a los bares. Eso, y que las horas ya cansaban. Dos días de fiesta dan para dar de mano pronto. "Acho, ¿ya te vas? Es que eres malo", le decía un amigo a otro en Alhamar 30 cuando el 'desertor' se despedía.

Las Cruces más largas en años se van yendo con esa temperatura que decimos que no es ni frío, ni calor, pero que no son cero grados. Es esa temperatura del sitio y del estar. The place to be. La de la vida que fluye, las flores florecen, la música se desborda y las tradiciones se hacen sempiternas.

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