Las Cruces se abonan al éxito
Las Cruces de 2016 han terminado con éxito. Y mucho. Este año ha habido overbooking en toda la ciudad durante los dos días de fiesta (2 y 3 de mayo) que han durado este año las Cruces, ayudadas por el buen tiempo, el puente festivo y las ganas de diversión. Y ha salido bien, con altas ocupaciones hoteleras, lleno en bares y restaurantes, miles de personas en las calles y las casi 90 cruces con bastante éxito de público, sobre todo las que contaban con barra o bares y restaurantes cercanos para disfrutar del ambiente con una buena gastronomía: pinchitos, salaíllas, habas, bocadillos, lomo... y todo lo tradicional de un día entre volantes y sevillanas.
La jornada del día oficial, ayer 3 de mayo, comenzó con la resaca del día festivo, el 2, en el que la ciudad se volcó con la celebración en una jornada de fiesta que tuvo su segunda parte. Lo primero fue el pregón oficial, a cargo de Adrián Sánchez, coreógrafo y bailaor que, en su trayectoria profesional, cuenta con el Premio Imagen artística de Granada 2008. Sánchez ofreció un pregón corto en la palabra que completó con lo que él sabe, el baile, ofreciendo un espectáculo flamenco en plena Plaza del Carmen para el deleite de los asistentes. El pregonero recordó lo que disfrutaba de niño y de joven en este día como "granaíno por los cuatro costaos". De hecho desveló que solía esperar "con nerviosismo e ilusión estrenar mi traje de flamenco, pasear con mis padres por el barrio de la Chana, poder visitar las cruces y hacer una de mis pasiones: bailar". Y lo demostró después con una pieza al baile sobre el escenario montado en el patio central del Ayuntamiento.
El pregonero describió el origen del día de la Cruz y agradeció la oportunidad como componente "del panorama actual del flamenco granadino".
Además, se entregaron los premios del concurso de este año del montaje de cruces en las modalidades escolar, de escaparates, patios y calles y plazas. Los primeros premios en las categorías fueron para el Padre Manjón, el Bar Antonio, la Corrala de Santiago y la cruz de Plaza Larga. En todas las categorías hubo tres premios y menciones especiales.
Después de los premios se trasladó el protagonismo a las propias cruces. Por segundo día miles de personas realizaron sus rutas para ver los montajes, muy elaborados en muchos casos y con auténticos detalles de calidad. Un enriquecimiento que se pedía por parte de los organizadores en los últimos años para realizar auténticos altares y generar un auténtico atractivo para turistas, visitantes y granadinos. Y no defraudan. Mantones valiosos, piezas de cerámica antigua, imágenes, utensilios de anticuario, ... todo lo necesario para contar con una cruz digna de las fiestas más tradicionales y típicas de la primavera, que generan un turismo propio solo para verlas, compitiendo con ciudades como Córdoba o Jaén.
Durante la tarde, hasta pasadas las diez de la noche, en la Plaza del Carmen y en las Pasiegas se sucedieron las actuaciones musicales y de baile con grupos de las asociaciones de vecinos de los barrios, el propio grupo municipal, la escuela Marichú o el grupo de mayores. Coros como Arrayanes o la banda de música municipal de Granada también tuvieron su espacio sobre los escenarios montados para celebrar el día de la Cruz en Granada.
Desde que en 2005 se restringiera la autorización para instalar barras exteriores junto a las cruces, la fiesta ha dejado atrás polémicas motivadas por el hecho de que parecería ser más bien sinónimo de consumo incontrolado de alcohol y dejara muchas zonas históricas de la ciudad repletas de toneladas de residuos.
Decoradas con numerosas de flores y macetas, las cruces se presentan como verdaderos altares engalanados con cacharros de cerámica, mantones y textiles, peroles de cobre y un elemento que, para los desconocedores de la tradición, puede resultar inquietante: unas tijeras abiertas y clavadas sobre un pero (manzana). En un sentido figurado, este fruto sirve para advertir que el que se atreva a criticar la cruz se expone a que le corten la lengua, lo que intenta frenar la maledicencia popular que en muchos casos puede acabar poniendo algunos "peros" al montaje.
La historia local recuerda que, especialmente en los históricos barrios del Albaicín y del Realejo, los jóvenes construían pequeños altares con una cruz, que eran decorados con mantones de manila, cacharros de cerámica, peroles de cobre y el curioso pero antes mencionado con una tijera clavada.
Paralelamente al montaje de las principales cruces de Granada, los jóvenes recreaban sus versiones a escala pequeña y, desde sus casas o paseando por sus barrios, se acercaban al visitante pidiendo un "chavico", una propina simbólica.
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