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"Deja lo que puedas, toma lo que necesites"

  • A la salida de Arzúa nos adelantan dos chicos que llevan un lema en la camiseta: 'Va por ti, Elizabeth'

  • A estas alturas del trayecto nos hemos dado cuenta de que conforme avanzan la jornada se nos va quitando las ganas de hablar

El el techo de A Casa Verde se cuelga de todo, hasta sujetadores.

El el techo de A Casa Verde se cuelga de todo, hasta sujetadores. / reportaje gráfico: antonio castillo

En los viajes me gusta coleccionar gestos y palabras de personas que lo más seguro no voy a ver más en la vida. Mis largos paseos no tienen otra misión que cazar expresiones furtivas o gestos de la gente. Una de las expresiones más dulces que me he encontrado ha sido precisamente en el Camino de Santiago. Fue en el albergue municipal de Arzúa. A mi lado le había tocado una japonesa que hacía la ruta sola. Solo intercambié con ella dos gestos y dos palabras, pero comprendí que estaba ante una mujer muy interesante. Debía de tener mi edad y tenía el pelo cano. Era muy menuda, tanto que me costaba comprender cómo podía con la gran mochila que llevaba a sus espaldas. Como digo ella ocupaba la cama que había a mi lado y al ver que yo buscaba un enchufe para cargar el móvil, ella quitó el suyo del enchufe y con una beatífica sonrisa me conminó a que yo pusiera el mío. A la mañana siguiente ella madrugó más que yo y al cargar su mochila y ver que yo estaba ya despierto, me deseó buen camino. Seguramente eran las únicas palabras que sabía en español.

Salimos de Arzúa a las seis y media, cuando el día aún no se había desprendido del betún de la noche. A esa hora ya hay muchos peregrinos en la ruta. Nos adelantan dos chicos que llevan camisetas blancas con una inscripción: 'Va por ti Elizabet'. Le preguntamos quién es Elizabeth.

Madrugó más que yo y, al ver que estaba despierto, me deseó buen Camino

-Una amiga nuestra a la que le han detectado un cáncer -nos dicen.

El Camino también es un rosario de plegarias. Y un rosario de lápidas porque de vez en cuando hay alguna que recuerda la muerte de algún peregrino en pleno trayecto. Encontramos una dedicada a Miguel Ríos, no a nuestro cantante que siempre vuelve a Granada, sino a un peregrino que murió en 2011 y los 'Amigos de Sobrado dos Monxes' le han dedicado este recuerdo. Un poco más adelante encontramos otra dedicada a Guillemo Watt, "que abrazó a Dios en una etapa del Camino de Santiago a los 69 años".

En La Casa Verde

El día se presenta con algo de lluvia y una niebla que se espesa cuando llegamos al lecho de algún arroyo, bien sea uno que se llama Ladrón o bien otro que se llama Langüello. Por fin vuelvo a utilizar el impermeable que me compré. Si vuelvo de nuevo a mi casa si haber utilizado el impermeable, me hubiera traumatizado un poco. El destino de la etapa se llama Arca (O Pino) y hasta ese pueblo hay algo más de 20 kilómetros.

Para desayunar en condiciones (un bocadillo de lomo o de tortilla de patatas) con una estrella de Galicia, nos sirve un sitio que se llama A Casa Verde, en Salceda. Allí nos atiende de maravilla Sonia, una vieja conocida de Antonio Luis, que ha parado allí en otras ocasiones. A Casa Verde es un bar al menos curioso. En sus paredes la gente pone mensajes y en su techo se cuelgan todo tipo de prendas que el peregrino deja en señal de gratitud o simplemente por dejar constancia de que él o ella han estado allí. Por haber hay hasta sujetadores en los que las peregrinas han puesto sus respectivos lemas: "Aquí me lo pasé genial", dice uno en el hueco del seno izquierdo. Sonia nos da un rotulador para que pongamos nosotros cualquier cosa en la pared. Es difícil porque apenas hay ya huecos. Antonio encuentra un espacio libre y escribe su frase estrella: "Qué agustico estamos". Yo encuentro un rodal limpio en el espaldar de una silla y pongo el mío: 'Dejaos de pollas, vayamos a pollas'. Firmado: 'Uno de Graná'. En el rastreo visual por paredes y sillas encontramos lemas de todo tipo y circunstancias. En cuanto nos atañe, nos reímos de uno que pone 'Mucho Motril' y de otro que pide al apóstol que 'haga lo posible porque el Granada tenga pronto AVE. ¡Ja!

En A Casa Verde coincidimos con un matrimonio gaditano y con la charla amigable que surge se nos hace difícil levantar el culo de la silla y seguir el Camino. Y más cuando Sonia se encarga de rellenar varias veces los chupitos de licor de hierba casero. Hablamos de sitios por los que hemos pasado y de la sequía en los campos de Galicia.

-Es que apenas chove. Yo me acuerdo cuando aquí siempre estaba choviendo -dice Sonia.

Estamos tan agustico, que diría Antonio, que no nos hubiéramos ido de allí en todo el día. Pero al final se impone la cordura y nos despedimos del matrimonio gaditano y de Sonia.

-Esperad que os acredite la Compostela -nos dice la hospedera antes de coger los rotuladores y con letra preciosa justificar que hemos pasado por allí-.

Nada más dejar A Casa Verde para de lloviznar. Ahora los rayos de sol dejan ver por las grandes arboledas de eucaliptos. Algunas de las casas por las que pasamos exhiben una exuberante vegetación doméstica en la que la reina es la petunia.

Y así llegamos a uno de los lugares más apropiados del Camino para descolgarse la mochila y echar un trago de agua. Lo hacemos en la fuente que hay en la ermita de Santa Irene, después de dejar la cuesta de O Empalme. Alguien nos explica que en la hornacina que hay encima de la fuente hubo una imagen de la Virgen que desapareció en 1980. Y que las aguas de esta fuente dicen que son milagrosas para los campos, pues cosecha que se riega con ellas no conoce plaga.

Una cena en el albergue

Antes de llegar a Pedrouzo vemos que hay mojones que indican el Camino y flechas amarillas que llevan al centro de la población. Antonio Luis nos explica que esas flechas que indican el centro de la villa han sido pintadas por personas a las que le interesa que el Camino pase por O Pedrouzo. Y es que, al fin y al cabo, la picaresca es universal y no tiene patria.

Pasamos por un mural que está lleno de sentencias filosóficas, desde aquellas que indican al peregrino que lo importante es llegar a la meta, hasta las que le inducen a no apegarse demasiado a los bienes terrenales porque "la muerte está tan segura de ganar, que siempre nos da una vida de ventaja"

Antes de llegar a O Pedrouzo oímos el insistente canto de un pájaro que Manolo lo identifica como el de un camachuelo. Nadie le lleva la contraria. A estas alturas del trayecto nos hemos dado cuenta de que conforme avanza la jornada se nos va quitando las ganas de hablar. Parece como si quisiéramos guardar todos los esfuerzos para cuando estemos sentados en torno a una comida.

Cuando llegamos al albergue de Arca (O Pino) y tomamos posesión de las literas (al final las voy a echar de menos), Antonio Luis sugiere que compremos comida en el supermercado del pueblo y organicemos una merienda-cena en el albergue. No es mala idea. Durante la manduca se impone una reflexión personal sobre lo que cada uno ha perseguido al hacer el Camino de Santiago. Es el momento porque nos queda solo una jornada de marcha y otra de estancia en Santiago.

Lo que parece que tenemos todos claro es que no es necesario ser creyente para sentir el espíritu del Camino. Manolo dice que él tenía muchas ganas, pero más que nada para disfrutar de la naturaleza.

-Me encanta andar por el campo y oír ese silencio que solo rompen el canto de los pájaros. Y aquí se puede disfrutar de eso.

Antonio Luis lo ha hecho tantas veces que ha comprendido que el espíritu del Camino es compartir. Compartir lo que tenemos, nuestras preocupaciones, nuestras alegrías. Él dice que mantiene una intensa amistad con muchas personas que se ha encontrado durante sus etapas en el Camino.

-Con algunos me 'guasapeo' muy a menudo -dice.

José Manuel afirma que ha hecho el Camino porque estaba libre y no tenía otra cosa mejor que hacer, pero que está muy contento con la experiencia.

-De todas maneras lo haré otra vez. Y creo que más largo y solo.

Antonio dice que de alguna forma el Camino puede ser la metáfora de la vida, una peregrinación donde no faltan las dificultades, las alegrías, las victorias personales y las penas.

-Mirad la enseñanza que nos da la mochila. La tenemos que llenar pero de cosas imprescindibles, no de cosas e innecesarias que lo único que pueden añadir es peso superfluo para dificultarnos el viaje. ¿No es esa otra metáfora de la vida?

Mi opinión va por decir que el espíritu del Camino es, en definitiva, lo que hace especial al Camino de Santiago, lo que lo diferencia de otras rutas senderistas. Allí se piensa mucho. Se habla mucho. Se comparte mucho. Y comparto precisamente un lema que en mi anterior Camino leí en una urna que había al lado de una iglesia en la que había varias monedas: "Deja lo que puedas, toma lo que necesites".

-¡Qué bonito! -dice José Manuel.

-Y que agustico estamos -dice Antonio.

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