Granada

Erasmus de la UGR: "Mi familia está más tranquila que si estuviera en Granada”

  • Dos estudiantes de la Universidad de Granada viven su erasmus en la ciudad portuguesa de Évora

  • Tienen clases presenciales, ganas de continuar y preocupación por si podrán, o no, regresar a sus casas por Navidad

María Cerdán y Mati Montoro

María Cerdán y Mati Montoro / M.R.M.

“No es el Erasmus que me esperaba. A todos nos ha cambiado la forma de ver nuestro día a día, pero hay que afrontarlo con positivismo”. Mati Montoro, estudiante de la Universidad de Granada, es una de los poco más de 1.100 matriculados en la UGR que han aceptado participar del programa de movilidad Erasmus este curso. Son prácticamente la mitad que el año pasado, según los datos facilitados por la Universidad, una caída que obedece al impacto del coronavirus en este tipo de iniciativas de internacionalización.

Mati comparte vivencia en Évora, Portugal, con otra estudiante de la UGR, María Cerdán. Las dos, amigas y compañeras d e piso, cursan su sexto año en la Escuela de Arquitectura. El pasado curso decidieron solicitar una movilidad Erasmus. De los que dieron aquel paso 79 han decidido reducir su estancia y 101 aplazarla para el año que viene.

“No me planteé renunciar”, reflexiona a través de la línea telefónica María. Natural de Almería, tiene una de sus mayores preocupaciones en si podrá regresar en Navidad, o si una vez en España podrá volver a Portugal tras el parón navideño.

Sobre su destino, María destaca su proximidad con Granada como un punto a favor. “Si me hubiera ido a un destino en el que se necesitase viajar en avión... pero estoy en Portugal, puedo ir en coche o pueden venir a recogerme”. 

Évora es un trasunto de Granada en palabras de esta estudiante. “Es chiquitita” y muy universitaria. Eso sí, apenas se han registrado 200 casos de contagio por Covid-19, un dato ínfimo comparado con Granada. Cuando Mati, natural de Ugíjar, y María viajaron a su destino el pasado mes de septiembre estaba permitido ir sin mascarilla en la calle. “Fue como un shock”, recuerda María, que se asombró de ver a “los abuelillos saliendo del hospital sin mascarilla”. Desde hace unos días, tras dos brotes, se han ampliado las restricciones y las mascarillas ya son son obligatorias también en la calle. Uno de los brotes se dio en una fiesta de estudiantes brasileños. El otro en un gimnasio. La almeriense destaca otras normas en vigor para atajar la enfermedad. Sólo pueden reunirse cinco personas y los bares están abiertos hasta las diez. “Eso sí se hace, y lo del aforo también lo cumplen”. “Hasta hace unas semanas la sensación que había aquí era de que no existía el Covid”, recuerda Mati sobre su llegada a la ciudad portuguesa. El repunte de casos ha obligado a tomar medidas, como las limitaciones en las reuniones, “bueno... es un erasmus diferente”.

Las clases en Évora son presenciales para estas dos estudiantes de la UGR. “Sí hay medidas de seguridad, como la división en grupos de algunas asignaturas, pero al final es complicado”. Su grado tiene una gran carga práctica y el desarrollo de proyectos obliga a trabajar en grupo. Ahí “es difícil mantener la distancia”.Mati indica sobre su experiencia como erasmus que era un proyecto que “me planteaba, pero no llegaba a decidirme”. Finalmente se animó y decidió irse este curso, marcado –como el anterior– por la pandemia. Residente en Ugíjar, Mati apunta que “mi familia está más tranquila de que esté aquí y no en Granada”. Comparte con su compañera su preocupación sobre cómo serán las navidades. “No sé si podré volver a España en Navidad o volver después para los exámenes”.

¿Cómo va a terminar este curso? “Espero que bien”, responde María, que confiesa que “intento no salir mucho, o si salimos, lo hacemos al aire libre”. Cree que el “sentimientos erasmus” que vincula estas movilidades con organización de eventos de ocio y fiestas “es un poco absurdo”.

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