"En España ser superdotado no es una virtud, sino una desgracia"
La presidenta de la Asociación de Superdotados de Granada (ASGRA) afirma que las administraciones hacen caso omiso a las necesidades de estos niños
Ser superdotado debería ser una alegría, una buena oportunidad, un regalo de la naturaleza para llegar a ser lo que uno quiera. Pero no es así, los niños con una sobredotación cerebral, un coeficiente intelectual mayor a 130, tienen un problema en este país: "Ser superdotado no es una virtud, es una desgracia", así lo afirma la presidenta de la Asociación de Superdotados de Granada (ASGRA), Belén Ros.
La asociación se encuentra en estos momentos paralizada debido a diversos factores, entre ellos, la escasa atención de la Administración a las necesidades reales de estos pequeños. Y es que parece contradictorio pero es real: niños superdotados que son llevados al fracaso. Esto se debe principalmente a la inexistencia de centros educativos especiales que atiendan adecuadamente a este tipo de niños, a la "mala valoración de profesores no especializados", explica Belén Ros, y asegura que muchos docentes confunden la apatía del niño hacia el modelo educativo (muy inferior a sus capacidades) con los problemas de aprendizaje.
No recibir el estímulo intelectual adecuado a su edad conduce casi inevitablemente al fracaso escolar. Existen numerosos casos en los que un chaval superdotado no ha acabado el Bachillerato. "Un coeficiente intelectual elevado no hace diferente al niño", nos dice la presidenta de la Asociación, pero tiene que estar motivado, si se siente decepcionado al ir al colegio, su inteligencia se vuelve en su contra y le hace no integrarse con el grupo.
Por eso, la rápida actuación de los padres es muy importante, deben detectar la actitud de sus hijos de manera precoz para ayudarle y acudir a un especialista, un psicólogo experto en sobredotación que valore correctamente el coeficiente intelectual del niño.
En España se considera que el 2% de la población tiene un coeficiente mayor de 130 y la mitad no lo saben. En Granada no existen centros especializados para estos niños, "yo me tengo que llevar a mis hijos fuera", nos dice Belén Ros.
A estos niños hay que proporcionarles la educación que su coeficiente requiere para que se sientan atraídos y acudan al colegio con la motivación necesaria para convertirse, si les dejan, en auténticos valuartes académicos de la sociedad actual.
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