Estudiantes que buscan piso en Granada: "Llegué en septiembre y fue imposible"
Estudiar en la UGR
Prácticamente la mitad de los estudiantes de grado de la Universidad de Granada son de otras provincias, lo que hace necesario que tengan que buscar alojamiento
Mirar piso en Cúllar Vega suena casi a excentricidad cuando quien busca alojamiento es un estudiante universitario. Y, sin embargo, se da el caso. Lo cuenta Federico Rodríguez, sevillano, estudiante de Relaciones Laborales y que se las vio y se las deseó para encontrar dónde vivir en Granada. El problema es que comenzó su búsqueda en septiembre, una vez que consiguió plaza en la Universidad de Granada.
"Sólo encontré plaza en la residencia Fernando de los Ríos", explica sobre cómo solucionó la cuestión del alojamiento en Granada. En este trance se encuentran cada año miles de estudiantes. De los prácticamente 45.000 matriculados en estudios de grado en la UGR más de la mitad (unos 26.000) proceden de otras provincias y casi 4.000 más son extranjeros. Vienen a Granada atraídos por su Universidad y ambiente estudiantil y eso hace que la demanda de piso compartido y de plaza en residencias estudiantiles sea notable. Así se refleja en los análisis que realizan consultoras como JLL, que determina que la posibilidad de crecimiento del negocio de las residencias está ahí y que, de hecho, Granada es una de las ciudades españolas que concita más expectativas de negocio entre los fondos de inversión que se dedican a este sector.
Este estudiante cuenta que llegó a hacer decenas de llamadas durante los días de septiembre en los que se dedicó con ahínco a buscar alojamiento en Granada. Finalmente, la casualidad hizo que él y un compañero encontraran plaza en la Fernando de los Ríos, donde precisamente habían surgido dos vacantes. Aquello fue hace tres años y este joven sevillano no se plantea buscar piso ni cambiar de alojamiento. "Me ha encantado", explica sobre su experiencia en la residencia que se ubica en Cartuja.
Buscar piso en septiembre convirtió la empresa en una quimera. “Fue imposible” encontrar nada en Granada capital, recuerda este joven, que llegó a plantearse irse a Cúllar Vega e incluso mirar en localidades más alejadas, lo que le obligaba a contar con la necesidad de hacer uso de varias líneas de transporte público para ir a las clases. Ni siquiera encontró piso en Armilla, localidad que, a buen seguro, ya percibe el influyo de la cercanía del campus del PTS, donde se ubican las facultades de Medicina y Ciencias de la Salud.
El movimiento para encontrar habitación comienza en primavera. Los estudiantes de los cursos superiores se dedican en esos meses, antes del verano, a zanjar el tema del alojamiento. El proceso es el mismo año tras año, aunque eso sí, en las últimas campañas el uso masivo por parte de los estudiantes de redes sociales también ha tenido su impacto en la tarea de hacerse con un alquiler. Federico reseña que, a día de hoy, Instagram resulta una herramienta muy útil para poner en contacto oferta con demanda. Son los propios estudiantes los que difunden estos mensajes entre sus seguidores, lo que hace que el impacto de estas stories sea notable. "Hay mucha ayuda de unos estudiantes con otros". Señal de que los tiempos cambian ahora apenas se ven carteles en con oferta de habitaciones en farolas y fachadas.
Carmen Lozano, que el próximo curso afronta su tercer curso en Granada como estudiante universitaria, es de la localidad malagueña de Antequera. Comparte piso en una de las zonas más apetecidas por la comunidad estudiantil, plaza Einstein. Comparte piso con otras tres personas y cada uno de ellos paga unos 220 euros por la habitación. Los gastos comunes son divididos entre los cuatro, con lo que la mensualidad ronda los 300 euros. Valora fundamentalmente el ambiente de estudio y la cercanía de su piso a la Facultad, donde estudia Relaciones Laborales y Recursos Humanos.
En estos años no ha visto incrementado el precio del alquiler, y parece que éste se mantendrá el próximo curso. No ocurre lo mismo con los gastos comunes. Luz y agua se han encarecido en los últimos meses para toda la población, también para los estudiantes. Si hace un año la factura eléctrica era de 30 euros, ahora, estima Carmen, llega a los 70.
Asegura que a la hora de buscar alojamiento ella y sus compañeros tuvieron “mucha suerte” y que el trámite se arregló sin mayores problemas. La diferencia con respecto al caso de Federico es que Carmen y sus compañeros buscaron piso en el mes de junio, "tarde" para realizar esta gestión, pero con fortuna.
Los estudiantes de la Universidad de Granada constituyen un verdadero pulmón para la economía de la ciudad. De media, cada estudiante de la UGR gasta al año 6.532 euros, según el último informe sobre esta cuestión, presentado en junio de 2020 y bautizado como Generación de Valor de la UGR en su entorno: Análisis de su impacto económico y social y realizado por encargo del Consejo Social de la institución. Al año, según los cálculos realizados por los investigadores que realizaron el informe, son los 217 millones que llegan gracias a la vida estudiantil. Ese dato, los 6.532, es un promedio. La cantidad es superior en aquellos que vienen de otras provincias y mucho más elevado si se trata de estudiantes extranjeros.
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