Falla, Landowska y Puyana, el clave está en Granada
Los nazis llegaron a confiscar algunas partituras y correspondencia de Manuel de Falla en la casa de la clavecinista polaca Las cartas de Falla y Landowska fueron halladas medio siglo después de ser confiscadas por las tropas del III Reich
GRANADA es clave, la única ciudad del mundo en la que se produjo la gran fusión de intérpretes y compositores en torno a un instrumento como el clave, 'gadchet' del piano y el órgano, la tablet musical del Barroco. Manuel de Falla, Wanda Landowska y Rafael Puyana son los nombres clave de una historia que tiene su inicio y final en Granada. El final, que podría ser el comienzo, se produjo el pasado verano, cuando el clavecinista Rafael Puyana, sintiéndose vencido por la enfermedad decidió donar su biblioteca, archivo documental y colección de valiosos instrumentos realizada a lo largo de toda su carrera al Archivo Manuel de Falla. Durante los últimos meses de su vida, desde su residencia parisina, Puyana se dedicó a embalar, clasificar, ordenar y clasificar su particular tesoro de partituras anotadas, programas, libros, música con su digitación personal y grabaciones.
Puyana telefoneó desde París a su amiga Isabel de Falla y con voz temblorosa le comunicó su deseo de donar ese legado al Archivo Falla. Con este gesto, que incluye también una colección de instrumentos antiguos de gran valor, Granada se convierte en un centro indiscutible del instrumento rey de la música antigua. El nombre de Puyana se une al de la polaca judía Wanda Landowska, inspiradora de Falla durante los años veinte, quien recuperó para las salas de conciertos y la música del siglo XX un instrumento como el clave, que había conocido su gran época de esplendor en el Barroco. Se puede afirmar con rotundidad que Landowska sacó del cuartillo el clave, de los salones de los 'chateau' y demás salas palaciegas.
La misma Landowska aconsejó a Falla sobre el uso del clave en El retablo de maese Pedro, ópera de cámara que Falla compuso sobre El Quijote de Cervantes. Falla conoció a Landowska durante su primera estancia en París (1907-1914), pero no hubo colaboración artística entre ambos hasta los años veinte: Wanda participó como clavecinista en el estreno parisino de El retablo de maese Pedro, el 25 de junio de 1923, y estrenó el Concerto que Falla le dedicó para pagar una deuda de gratitud a la exquisita clavecinista, "por su inestimable colaboración instrumental en el estreno del Retablo, tanto en París como en Nueva York, interpretando, por ofrecimiento espontáneo, la parte de clavicémbalo".
El Concerto tuvo un proceso creativo lento y meticuloso; durante tres años, no cesó Falla de escribir y reescribir su obra, puliendo hasta los más ínfimos detalles. Así, escribió a Landowska el 11 de septiembre de 1926: "Por el correo de esta mañana le he mandado la última parte (en partitura) del Concerto.
La segunda seguirá pronto. Son las indicaciones, los matices, etc. lo que me ha hecho retrasar el envío de las dos últimas partes. ¡Es tan difícil marcar exactamente lo que uno quiere!". El estreno del Concerto tuvo lugar el 5 de noviembre de 1926 en el Palau de la Música de Barcelona; el propio Falla dirigió el conjunto instrumental compuesto de profesores de la Orquestra Pau Casals y la solista fue Wanda Landowska, que consideraba esta obra como "la primera composición de esencia moderna concebida para un instrumento antiguo, el clave".
En noviembre de 1922 Wanda Landowska ofreció dos recitales en el teatrito del hotel Alhambra Palace. El día 23, interpretó obras de Bach, Daquin, Haendel, Mozart, Pasquini, Purcell, Scarlatti y una de sus propias composiciones; y dos días después tocó obras de Bach, Couperin, Pachelbel, Rameau y Scarlatti. El público no fue numeroso, pero selecto, y escuchó con emoción a la intérprete. Al final del segundo concierto, "Wanda Landowska recibió dos hermosos 'bouquets' de las más preciadas flores, recuerdos de admiración del gran maestro Falla y de una 'peña' de inteligentes y jóvenes amigos del Arte", señaló 'El Defensor de Granada'. Falla le dedicó en febrero de 1923 una reseña en La Revue Musicale, en la que ideó una sugerente comparación entre la intérprete polaca e Isabel de Parma, esposa de Felipe V: "Y cuando, en esta colina de la Alhambra, pedimos a Wanda Landowska que interpretara la música de siglos pasados, nuestra imaginación evocaba la figura de Isabel de Parma en el Tocador de la Reina del Palacio árabe, interpretando en su espineta las Variaciones sobre el canto del caballero de Félix Antonio de Cabezón".
En un texto atribuido al músico transformado en poeta Federico García Lorca, sobre la visita de Landowska a Granada, señala: "Todos sabemos la ejecución sencilla, pura y poderosa de Wanda Landowska, verdadera muestra de espíritu llena de eterna juventud que evoca las viejas épocas con una rara plasticidad y que nos hace oír viejas voces, sueños muertos y personas desconocidas".
La intérprete galopolaca fundó en 1925, en Saint-Leula-Forêt (cerca de París), su École de Musique Ancienne que consiguió rápidamente un gran reconocimiento internacional: entre sus discípulos, podemos citar a músicos del prestigio de Clifford Curzon, Ruggero Gerlin, Ralph Kirkpatrick o Aimée Van de Wiele. En 1940, ante el avance de las tropas alemanas, tuvo que abandonar París, y, después de pasar año y medio en el Sur de Francia, se trasladó a Estados Unidos, donde vivió en Nueva York y a partir de 1950 en Lakeville (Connecticut). La llegada de los nazis a la casa parisina de Saint-Leula-Forêt supuso la confiscación de su importante colección de instrumentos, entre ellos un valioso Pleyel, así como de una gran parte de su documentación.
En estos objetos confiscados por los nazis se encontraba la correspondencia entre la clavecinista y el compositor gaditana. La historia del hallazgo podría ser el argumento de un auténtico 'thriller' con tintes de musicológicos, de especialistas en el mundo de la composición. Una vez que fue requisado el grueso de las posesiones de Landowska, y antes de que se presentaran los oficiales alemanes para la revisión de la casa, un personaje llamado Denise Restout se presentó en la residencia de la solista polaca.
Había conseguido entrar gracias a que los nazis tras esquilmar la vivienda dejaron las llaves al casero. Denise descubrió que se habían llevado incluso las pertenencias personales de Wanda Landowska, incluidos algunos vestidos, libros y demás documentos. Pero dejaron algún que otro tesoro que los nazis no llegaron a descubrir o bien no le prestaron la suficiente atención. Meses más tarde, en marzo de 1941, Restout regresó a la casa y comprobó que se habían dejado algunos objetos de valor. La historia del hallazgo da un salto en el tiempo de medio siglo. La correspondencia entre Wanda Landowska y Manuel de Falla es encontrada en Nuremberg en 1992, entre unos papeles olvidados. Se trataba de las cartas que intercambiaron los dos músicos desde 1924 y 1925 sobre el concierto de Landowska que debía acabar Falla en 1926. Los documentos fueron remitidos al Landowska Center en abril de 1993, cincuenta años después de haber sido confiscados por los nazis. El centro estadounidense dedicado a la solista le envió copia de los documentos al Archivo Manuel de Falla, donde se encuentran en la actualidad. En una de estas cartas, Landowska le escribe a Falla: "Su 'Concerto' es una obra maestra. Estoy toda vibrante de alegría y felicidad. Trabajo desde la mañana hasta la noche, y solo pienso en encontrar los acentos verdaderos y justos para serle fiel. Le escribiré dentro de unos días para pedirle luz, pero esperando, van estas palabras de reconocimiento por su música tan humana, tan fuerte y tan llena de sol. Su fiel Wanda".
Landowska, y aquí se enlaza con el principio para cerrar los tres nombres-clave, fue la maestra de un joven Rafael Puyana, de quien aprendió la técnica y contenido que llevaría a las aulas y salas de concierto de todo el mundo. Puyana es el heredero de esa relación Falla-Landowska. Fue un paso más allá de la misma música de clave, ya que era de las pocas personas del mundo especialista en la construcción, reparación y conservación de claves.
En 1992 donó un clave histórico al Archivo Manuel de Falla, el mismo que tocara junto a Wanda Landowska, idéntico modelo al que tocó su maestra en el Peinador de la Reina. Solo puso una condición: debía ser utilizado por piezas compuestas por Falla o relacionadas con su obra. Puyana ahora lo ha donado todo, quizá para cerrar el triángulo y dejar el clave de esta historia bien temperado.
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