ayer y hoy

Felipe II, un granadino con malafollá

  • Un 15 de enero subió al trono el Rey Prudente, granadino de gestación, casado cuatro veces aunque se acostó con todas las que pudo Cambió Granada por Madrid y el Carlos V por El Escorial

A través de los historiadores y de laColección de Documentos Inéditos (Codoin) nos enteramos de quién era este granadino, nombrado rey de España el 15 de enero de 1556 y prototipo de nuestra proverbial "malafollá granaína". Pero a veces tengo mis dudas, porque novias tuvo un montón.

Felipe II fue un granadino tránsfuga; cambió Granada por Madrid y el Palacio de su padre Carlos V por El Escorial. El Rey Prudente había sido engendrado en Granada en el verano de 1526 para luego nacer a Valladolid en mayo de 1527. Una extraña flor oriental de perfume muy original, el clavel, fue el regalo de su padre a su bella madre Isabel de Portugal al enterarse del embarazo. Un clavel, precisamente la flor más alegre para el rey más triste.

Si se hubiera quedado entre nosotros hubieran sido el Palacio de Carlos V su primer hogar y la Plaza de los Aljibes su patio de juegos. Un terremoto inoportuno espantó a su madre y con ella se esfumaron toda una Corte de humanistas y toda una catarata de proyectos que pudieron haber hecho de Granada la ciudad-panteón de los Austrias. En la Catedral su padre mandó construir un lugar en la Capilla Mayor donde irían los enterramientos, a unos metros de la Capilla Real.

Felipe II no quiso saber casi nada de Granada. Menos mal que nos dejó la Chancillería de Plaza Nueva. Resulta paradójico que la aborreciera tanto siendo como era la ciudad más de moda en el siglo XVI. Fue un granadino triste, engendrado bajo los temblores de una tierra que ya nunca más visitó. Tal vez no se sentiría cómodo rodeado de moriscos; tal vez no le agradara vivir frente al Albaicín, ni asomarse al patio de los Arrayanes, obra de moros, excesivamente colorista, sensual, pecaminosa. Pero allí pudo haber tenido su harén. Él se lo perdió.

No le faltaron los problemas: moriscos, protestantes, turcos, ingleses, holandeses, portugueses… y para colmo los gravísimos líos con su desequilibrado hijo Carlos, con su "querido amigo" Antonio Pérez y hasta con la Princesa de Éboli.

No sonreía demasiado, algún castizo diría que tenía "malafollá"; ni siquiera le alegraban esos personajillos de la Corte que salpimentaban los palacios; los llamados "hombres de placer", cuya misión era precisamente hacer reír. Con Felipe II se llegaron a contabilizar 125, entre enanos y bufones. Nada le divierte; ni sus muecas, ni sus ocurrencias; casi los compadece, sobre todo a Magdalena Ruiz, la enana preferida de su hija Isabel Clara Eugenia de la que dice: "hay días que está de mal humor, está flaca, sorda y caduca; y creo que es todo del beber". A esta bajita que inmortalizó el pintor Sánchez Coello le gustaba beber y bailar y eso no lo podía soportar un rey tan "prudente".

Ajetreada fue su vida amorosa: cuatro veces se casó y nunca con una española; pasaron por su alcoba oficial una portuguesa, una inglesa, una francesa y una austriaca; cuatro veces quedó viudo. No salía de un luto cuando lucía el siguiente, porque cuando no moría una esposa lo hacía un hijo. Optó por no quitarse nunca el traje negro. Salvo para acostarse con sus amigas: Isabel de Osorio y tal vez con la Princesa de Éboli Ana de Mendoza, la del parche en el ojo (por bizca, no por tuerta), a la que luego encarceló. Por su real cama pasaron otras cuantas: Catalina Laínez, Elena Zapata, Eufrasia de Guzmán, hasta su pintora Sofonisba Anguissola. Y de hijos ilegítimos… ni se sabe. La monarquía, como otra divertida actividad de alcoba, no tiene enmienda.

Es difícil definir la 'malafollá', incluso para mí que soy 'granaíno'. Pero visto lo mucho que utilizó la cama este antipático rey, ¿tenía realmente malafollá?

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