Feria Taurina del Corpus

La Feria Taurina del Corpus de Granada se despide por la puerta grande

  • La última jornada es la mejor de todo el ciclo taurino y el público ya espera la próxima temporada

Morante de la Puebla, ayer

Morante de la Puebla, ayer / Jesús Jiménez / Photographerssports

Tuvo que llegar la cuarta y última de abono para poder ver lo mejor del ciclo taurino, un programa que ha sufrido mucho –aplazamientos, incertidumbre, polémica, problemas,...–, pero que al final se ha dado. Es deseo de todos que, la próxima temporada, la situación no se parezca en nada a la actual, y que en todos los órdenes, pero también en los toros, la afición pueda volver a los tendidos, los empresarios a rematar buenos carteles, los toros a embestir, y los toreros a torear.

El más joven de la terna, Pablo Aguado, fue el triunfador de la tarde. Morante, cortó una oreja en su segundo, y Manzanares desaprovechó su oportunidad fallando con la espada. El de Sevilla salió a hombros por la Puerta Grande.

Morante de la Puebla, que lidió el primer sobrero, por devolución del que abría plaza, no quiso saber nada del animal, que salió con mucho brío, derrotando continuamente en tablas. Ya lo castigó en el caballo, y ordenó seguir haciéndolo a sus subalternos con los capotes. Un puedo y no quiero, eso pareció la labor de Morante. Dos pinchazos y media huyendo. Pitos al toro en el arrastre y al torero al finalizar la faena. Con el cuarto de la tarde, salió otro Morante, esta vez algo más dispuesto. Cogió a Veraneante, muy cerca de tablas del tendido 3, instrumentando media docena de buenas verónicas. Con la muleta realizó una faena honda, tanto como le permitió el toro que cabeceaba a la salida de los pases, algunos pases en redondo de bella factura, unos ayudados por alto abrochados con un excelente trincherazo, fueron preámbulo de cuatro magníficos naturales frente a puerta de chiqueros. Mató de media estocada bien posicionada. Su faena fue premiada con una oreja.

José María Manzanares recibió de forma espectacular a Derribado, un toro de 468 kilos de peso, y negro de capa. Con el capote fue sacando el toro a los medios a la verónica, con un animal que acudía pronto y con codicia. Le gustó el animal a Manzanares, por lo que se va al centro del ruedo, quería que todos vieran por igual su faena. Acude el de Olga Jiménez con prontitud y desde lejos, consiguiendo Manzanares pases muy largos y con mucha hondura. Cuatro buenas tandas y a matar, lo hizo recibiendo, logrando solo clavar media espada, que no parecía suficiente, lo volvió a intentar, pero el toro ya no acudía, tanto así que se dobló las manos, privando al torero de tocar pelo. Solo fue ovacionado. Con su segundo, quinto de la tarde, de inicio salió el toro Frangeado, de Olga Jiménez, pero en momento fue devuelto a los corrales y sustituido por otro de Daniel Ruiz, de nombre Lechón. No pasó nada en los primeros tercios, salvo el saludo, montera en mano, del banderillero Mambrú. La faena de muleta fue ganando conforme avanzaba. Manzanares puso todo para no quedarse atrás, y consiguió meter al toro en la muleta, consiguiendo buenos pases por ambos pitones, pero otra vez la espada le priva de éxito. Entera atravesada que hace guardia y tres descabellos.

Aguado brinda sus dos orejas al respetable Aguado brinda sus dos orejas al respetable

Aguado brinda sus dos orejas al respetable / Miguel Ángel Molina/EFE

Cerraba el cartel Pablo Aguado, que mostró en la Nueva Plaza de Toros de Granada su gran momento de forma. Recibió a su primero, de nombre Carcelario, un toro negro mulato de 485 kilos de peso por chicuelinas rematadas con dos medias de lujo. En el quite por chicuelinas volvió a destacar, pero sobre todo en una gran faena con la muleta. Comenzó cerca de tablas con unos ayudados por alto con rodilla flexionada, saliendo hasta las rayas, donde derecho como una vela cita al toro una y otra vez, serio, regio, sin perderle paso, y por ambos pitones. Tenía el triunfo cerca, por eso preparó con esmero la estocada, enterrándola por completo y de buena factura. Paseó dos orejas por el albero de la plaza. En el que cerraba plaza, no pasó nada en el recibo, ni tampoco en la entrada al caballo, pero sí en el tercio de banderillas, donde la cuadrilla estuvo sobresaliente, recibiendo una gran ovación que les obligó a saludar montera en mano. La embestida del animal era demasiado sosa, y pese a que Aguado puso todo de su parte, pasaba sin celo, con la cabeza demasiado alta y sin celo ninguno. Mató de pinchazo hondo y estocada.

¡Vivan los toros!

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