Frutos secos y miel, olores y sabores de toda la vida
Más de 60 años han pasado desde que abrió sus puertas esta pequeña tienda en la calle Puentezuelas. Alaminos, miel y frutos secos, es uno de esos lugares que conservan la esencia de toda la vida, sin renunciar por ello a nuevos productos que la diferencian de otras similares. El olor a frutos secos se mezcla con las hierbas, la miel o los tés aromatizados.
Por su ubicación, cerca de la Facultad de Traducción e Interpretación, y su año de inauguración, 1945, los clientes de toda la vida se mezclan con la juventud de los que llegan a la ciudad por primera vez.
Entre el ruido de la pala cuando se sumerge en los sacos de semillas, el dependiente utiliza una de esas balanzas a las que aún no ha llegado la tecnología y mira los precios en un listado escrito a mano. Juan del Castillo, que regenta el negocio, conoce a la mayoría de los que se acercan hasta allí y les da ese trato personalizado que lo diferencian de otro tipo de comercios. Junto a su esposa atiende a cada uno dedicándole a cada caso el tiempo que necesita y aconsejándoles cuál es el mejor producto para cada uno.
Del Castillo es consciente de que es "complicado" competir en precios y por ello su seña de identidad es la calidad y la diferenciación con productos difíciles de encontrar. La leche de coco, algarroba tostada o harina de garbanzo se unen a las teteras forjadas o las lámparas de sal, en un espacio pequeño pero lleno de matices.
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