Granada

García-Duarte, carta a la juventud

  • Granada dedica una calle al pediatra Rafael García-Duarte, fusilado en 1936

  • Desilusionado con la juventud, se dio de baja en el partido y escribió esta carta que más de uno debiera leer

García-Duarte, carta a la juventud

García-Duarte, carta a la juventud

Es verdad que la juventud de entonces no es la de ahora; la preparación académica pone hoy en la escena política a jóvenes de magnífica formación; preferimos las gentes del Erasmus y de los másteres honrados a los "meaesquinas" del botellón y los del currículum inflado con títulos adulterados; pero conviene atender al pasado; no es la primera vez que se tropieza en la misma piedra porque no escuchamos los consejos de los mayores; y no está mal poner la oreja.

Desembocando en la orilla derecha del río Genil, lindando con el Hospital de la Inmaculada, se encuentra la calle dedicada al pediatra granadino Rafael García-Duarte Salcedo. Su biografía lo emparenta con el que fuera ilustre rector de nuestra Universidad Eduardo García Duarte y con su primo Francisco Ayala García-Duarte.

Su vida estuvo entregada a la Medicina como catedrático de Pediatría y a la política militando desde joven en las Juventudes Socialistas y luego como concejal y diputado por Granada, hasta que, como pasa en numerosas ocasiones, aburrido por el comportamiento de algunos compañeros de partido, se da de baja en la organización socialista, porque una cosa es el socialismo y otra el PSOE. Es lo que le suele ocurrir a los políticos honrados. Aún así, fue uno de los fusilados en las tapias del cementerio en 1936.

Unos años antes, en septiembre de 1931, cuando el doctor García-Duarte contaba con unos estupendos 37 años, joven pero ya maduro, dejó escritas en la prensa local estas nostálgicas palabras dedicadas a la juventud: "…La confraternidad humana se ha esfumado… Cuando el interés individual, de clase o de partido se antepone a los generales, se marcha hacia la catástrofe. Tres peligros ponen en trance difícil a la nave nacional: la juventud, la prensa y el hambre. Estamos en una era de dominio de la juventud. Interviene en la política, pero si ha aportado su osado valor y su fuerza impulsiva, ha aportado también la impericia y la imprudencia. Los jóvenes han sido siempre en todos los sectores los vanguardistas, los que ocupan las filas de peligro, de ataque y de choque… Pero es que ha pasado algo más y peor: se han apoderado de la dirección. Son la mano dura que actúa y dirige y precisamente aquí está el peligro. Los elementos experimentados y conocedores han sido postergados. La dirección en manos de los noveles se ha hecho menos sensata, menos meditada, menos docta… Aquí y allá vemos a los muchachos que, sin formación política honda, excitan y mueven a las masas con el ardor y la ligereza que los pocos años llevan consigo. ¿Qué les pasa a los hombres maduros en un ideal político, a los sólidamente formados? Este es el panorama; los veteranos, quietos, mudos, pasivos, y los mozalbetes irresponsables con las riendas en las manos y como consecuencia viene la improvisación, la ligereza, la falta de prudencia y la exaltación briosa".

La carta es mucho más larga pero su contenido resulta familiar. Así continúa: "En vez de sonar los clásicos monárquicos, son los "pollos bien" los que actúan. En vez de los históricos republicanos, son los jóvenes los que mangonean; en vez de los acrisolados socialistas son los tiernos tallos del día 14 los que dan normas; en vez de los clásicos sindicalistas, son los exaltados muchachos los que dirigen... En bien de todos es mejor que cada uno ocupe su puesto…" .

Corría el año 1931; Granada, con su primer alcalde aún inexperto, recién nombrado y a punto de dimitir, el doctor Martín Barrales, daba los primeros pasos de una República recién estrenada; lo que pasó unos años después es mejor estudiarlo en los muchos libros escritos por los que saben de esto. La cosa terminó en una guerra civil que cada cual cuenta a su manera, que no apetece repetir y que creo sinceramente nunca se repetirá, pero hay que tener cuidado.

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