Los Gnomos de la Alhambra fueron rechazados

En Granada de vez en cuando hay consenso, es cierto. Lo hubo para elegir a Don Reynaldo y para rechazar a Don Ruperto. El jurado desestimó su poema sinfónico 'Los gnomos de la Alhambra'

Los Gnomos de la Alhambra fueron rechazados
Los Gnomos de la Alhambra fueron rechazados
José Luis Delgado

09 de noviembre 2015 - 01:00

EN pleno y calurosísimo verano saltó la noticia; tenemos nuevo y consensuado director de la Alhambra; el dialogante doctor Fernández Manzano, que sabe que entre el negro y el blanco hay colores; ojalá llegue como "talismán" de mágicos poderes para olvidar capítulos pasados que pusieron a algunos funcionarios de la Alhambra a niveles tan enanos como los gnomos.

Era Talismán el bonito seudónimo que el padre de don Reynaldo utilizaba en sus colaboraciones de prensa; aquellas Semblanzas que escribía desde el Albaicín, rodeado de preciosas ninfas y azucenas morenas. Talismán, Antonio Fernández, fue también amigo consensuado de ilustres poetas y buenos cantaores de lo "jondo"; albaicinero querido por todos y que algunos recordamos ahora. ¡Cuánto hubieran dado el apuesto Antonio y la elegante Josefina por ver a su hijo Reynaldo sentado en el alféizar, abrazando con orgullo el alabastrino mainel del Mirador de Daraxa!

Traigo hoy a la página de la Granada de ayer otro gesto de consenso que un Jurado Calificador tuvo para rechazar por las buenas el poema sinfónico que el maestro alicantino Ruperto Chapí había presentado a un Certamen, atraído por el sustancioso premio de 5000 pesetas que el Liceo de Granada prometía.

La cosa fue así: se anunciaban los fastos para la coronación del poeta Zorrilla en 1889. El Liceo de Granada ofreció 5.000 pesetas a la mejor obra musical que se presentara al certamen, basada en el poema de Zorrilla Los Gnomos de la Alhambra (primera parte de su obra Gnomos y Mujeres). Al premio concurrieron ocho obras y todas ellas se rechazaron porque al jurado no le parecieron suficientemente buenas y el premio quedó desierto. El Liceo se ahorró los mil duros. Estamos en Granada.

Entre las obras presentadas al certamen iba el poema sinfónico Los gnomos de la Alhambra del maestro Chapí, el consagrado autor de El rey que rabió y La Revoltosa que tantos aplausos habían cosechado. El jurado de 'expertos' lo formaba, entre otros, el cronista Francisco de P. Valladar; el maestro de piano de García Lorca, Antonio Mesa Segura; el guitarrista Francisco Rodríguez 'El Murciano'; el maestro de capilla de la Catedral Celestino Villa y el condiscípulo de Chapí, Tomás Bretón que desde Madrid emitió también su veredicto adverso a la obra de su 'amigo' Ruperto. La partitura fue interpretada solo al piano; sin darle oportunidad al rumor de bombos, timbales, violoncelos ni contrabajos; sin oír violines, ni trompas ni clarinetes; sin saborear la dulzura del arpa ni la melancolía del oboe.

Pasados los fastos de la coronación de Zorrilla, la obra Los Gnomos de la Alhambra del maestro Chapí fue estrenada en Madrid con un clamoroso éxito; interminables aplausos hicieron salir varias veces al autor a saludar al público entre el que se encontraba la reina María Cristina. La prensa nacional de forma unánime valoró muy positivamente el poema sinfónico, a pesar de que fue escrito en muy pocos días y no se ajustaba demasiado, según el jurado, al proceso cronológico y argumental del poema original del poeta Zorrilla. Mientras todos los periódicos, El Globo, La Época, El Imparcial, La Iberia, etcétera, piropeaban la obra y aclamaban a su autor, el Liberal de Granada se limitó a calificarla de "estimable intento".

Somos en Granada poco dados a los consensos; salvo que sean para criticar; así ocurrió con las ocho obras que se presentaron al certamen. Los gnomos de la Alhambra se quedaron sin música en la coronación de Zorrilla. Ahora un nuevo consenso, al menos institucional, elige para la Alhambra no precisamente a un gnomo, según el currículum del nuevo director; lo que hace falta es darle tiempo y que no lo aburran otros gnomos; no sea que despreciado aquí sea luego aclamado allí, como pasó con la obra del maestro Chapí.

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