Las raíces Filipinas, los dineros de los Osborne y varios sustos: La historia de los estudios de los terremotos en Granada

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Fueron los religiosos de la Compañía de Jesús quienes desarrollaron en la Cartuja los primeros estudios sobre sismología, el germen del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Riesgos Sísmicos que ahora recoge la Medalla de Andalucía

Parte de la plantilla del Instituto Andaluz de Geofísica frente al Observatorio de Cartuja.
Parte de la plantilla del Instituto Andaluz de Geofísica frente al Observatorio de Cartuja. / PS
A. A.

26 de febrero 2023 - 07:42

Hace prácticamente dos años, un 27 de enero de 2021, en la explanada de la sede del Instituto Andaluz de Geofísica, en Cartuja, la investigadora Mercedes Feriche comparecía ante los medios para explicar qué era aquel enjambre sísmico que traía de cabeza a Granada y con el corazón encogido a los granadinos. Los estudios sobre sismología, y sus estudiosos, ocuparon la primera línea en una actualidad que todavía seguía el ritmo que marcaban los partes de la pandemia. Susto sobre susto, la historia del Instituto ha estado marcada, precisamente por los sucesivos eventos sísmicos que se han dado en un territorio por otra parte generoso en este tipo de sacudidas. 120 años de experiencia en esto de tomarle el pulso a la Tierra avalaban a Feriche en aquella intervención de hace dos años, en la que los políticos, dejaban hablar a unos científicos que, como Santa Bárbara, están acostumbrados a aparecer en las plegarias únicamente cuando retumba.

Los estudios sismológicos comenzaron a ordenarse en Filipinas a mediados del XIX. En aquellos años el archipiélago era colonia española. La Compañía de Jesús contaba con un observatorio de Manila, explica Mario Ruiz Morales en su libro Terremotos. Sus primeros estudios en España. A finales de ese siglo, el 25 de diciembre de 1884 el municipio granadino de Arenas del Rey queda destruido por un seísmo. "La ocurrencia de semejante catástrofe supuso el detonante de los estudios sismológicos en la España peninsular", explica el libro. Y qué mejor que conocer un fenómeno allí donde se produce. La Compañía, deseosa de ampliar horizontes, comenzó a construir un observatorio en Cartuja en 1901. Fue inaugurado el 6 de junio de 1902. En su construcción fue clave el mecenazgo de la familia Osborne gracias a la labor del religioso Manuel María Sánchez Navarro Neumann.

Los jesuitas, desde Cartuja, observaban el suelo y también el cielo. Aquel era un punto de medición astronómico, de toma de datos meteorológico y de estudio sísmico. Navarro Neumann llegó a Granada en 1908 y comenzó a modernizar la instrumentación con la que contaba el que sería germen del actual Instituto Andaluz Universitario de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos. Los estudios del jesuita dieron a luz los primeros catálogos modernos de los terremotos en España, según indica la Real Academia de la Historia en el perfil dedicado a este malagueño inquieto. Se investigaron los sismos desde el año 500 aC hasta 1917, con fecha, hora, localización e intensidad en la escala de Mercalli.

La incansable tarea de los religiosos -que eran capaces de construir los aparatos de medición ante la imposibilidad de comprarlos, según se detalla en la información sobre su historia en la web del Instituto- colocó al Observatorio de Cartuja como "uno de los mejores centros del mundo dedicado a la sismología".

En 1920 una orden real declara de Utilidad Pública la estación sismológica granadina. El centro participó en la exposición iberoamericana de Sevilla de 1929. Alfonso XIII estuvo en el pabellón de Granada, y el Observatorio "consiguió la medalla de oro y el gran premio de la Exposición", se detalla en la información histórica del Instituto.

La década de los 30 estuvo marcada por la guerra y la expulsión de los jesuitas. Tras la contienda, el centro pasa a formar parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En esos años la investigación se encuentra limitada por la necesidad de instrumentos más precisos, más modernos. Pese a las dificultades, se mantiene el trabajo en el centro hasta que en los años 70 se firma un convenio por el que el Observatorio pasa a manos de la Universidad de Granada.

El enjambre de 1979 marca un hito en esta historia. Se ve a las claras la necesidad de adecuar el centro, contar con instrumentos nuevos y diseñar algo más grande. Aquel verano de los terremotos propició que se iniciara la red de toma de datos que hoy es ejemplo a nivel nacional y que ha permitido que el centro granadino "no tenga comparación a nivel nacional", explica José Morales, que durante dos periodos ha sido director del Instituto -ahora dirigido por Inmaculada Serrano- y en el que sigue como investigador. Morales destaca la triple tarea del centro, donde se hace ciencia, se imparte docencia y, además, se ofrece un servicio público, labor que mantiene desde hace más de un siglo.

La plantilla fluctúa entre la veintena la treintena de trabajadores. Se dividen en investigadores y personal de administración y servicios. Mantienen una red sísmica "muy densa, en la que todo está conectado en tiempo real", destaca Morales, que detecta cada pálpito de esta zona de Andalucía y que ha permitido tejer conexiones internacionales con otros países que sienten moverse la tierra bajo sus pies cada tanto. Ejemplo de estas colaboraciones son los trabajos que se realizan con centros italianos e incluso iberoamericanos.

"Con cada euro que se destina a investigación el nivel de conocimiento aumenta", argumenta Morales sobre el trabajo que se desarrolla en el Instituto. Éste se financia gracias a los proyectos de investigación con los que concurre a distintas convocatorias. "Lo que es importante es que haya detrás gente para que siga, que no se produzca un salto generacional", argumenta el investigador, que apunta al cambio drástico que ha dado esta rama de la ciencia en las últimas tres décadas gracias a la mejora tecnológica. "Desde los 90 ha habido un incremento exponencial en la calidad de la investigación". En estos años ha sido clave el papel desempeñado por Francisco Vidal, Fernando de Miguel y Gerardo Alguacil, a quienes se encomendó en los 80 crear la red de microsismicidad. Los estudios se trasladaron desde el Observatorio al nuevo edificio -compartido con el 112- en la primera década del siglo XXI.

Ahora, su labor ha sido reconocida con la Medalla de Andalucía a la Investigación, la Ciencia y la Salud. La distinción se hará entrega en la ceremonia oficial del Día de Andalucía, que tendrá lugar el próximo martes, el 28 de febrero, en el Teatro de la Maestranza de Sevilla.

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