Cuando Granada se convirtió en un inmenso plató de cine

Historias de Granada

En la década de los sesenta se rodaron en Granada sesenta y dos películas, quince de ellas en 1968

En aquellos tiempos podías ir a tomar un vaso de vino al bar Sevilla o a Los Leones y encontrarte con Tyrone Power, Rita Hayworth o Mario Moreno Cantinflas

Actores cenando en el restaurante Sevilla. Paco Rabal mirando a la cámara.
Actores cenando en el restaurante Sevilla. Paco Rabal mirando a la cámara.
Andrés Cárdenas

Granada, 10 de abril 2022 - 05:19

La gente del periodismo navega entre la fanfarronería y la incredulidad. Vemos tantas cosas y tan de diferente manera que nunca sabes lo que es verdad o es mentira. El colega José Luis Kastiyo (es Castillo, pero le gustaba ponerle una 'k' y una 'y' en la firma de sus artículos) nos contaba una anécdota sobre Daniel Saucedo, redactor jefe de Patria, que va ese eso: de fanfarronería y de incredulidad. Resulta que en 1952 viene a Granada una bellísima y jovencísima Carmen Sevilla a rodar una película llamada Violetas imperiales. Ella está empezando en el cine. Quién va a hacerle una entrevista es Daniel Saucedo, seguramente el periodista más apuesto y guapo de la redacción. Cuando Daniel –que luego llegaría a ser el director del rotativo– termina de escribir la entrevista dice a los compañeros que se tiene que ir pronto porque ha quedado con Carmen Sevilla. Dado el carácter algo guasón y bromista del redactor jefe, nadie lo cree. Creen que es una fanfarronería de ligón empedernido. A la noche siguiente, igual. Se va pronto de la Redacción de la calle Oficios porque dice que ha quedado con Carmen Sevilla. Aquello se queda como coletilla para los incrédulos periodistas que cuando ven salir a su redactor jefe le dicen en plan de cachondeo eso de:

–¿Ya te vas Daniel? ¿Es que has quedado con Carmen Sevilla?

Y así varias semanas, hasta que un día dejó de decir que había quedado con la bella actriz. El rodaje, que duró casi dos meses, se terminó y Carmen Sevilla dejó Granada.

Cuadro de Daniel Saucedo, pintado por Rosario Clavarana
Cuadro de Daniel Saucedo, pintado por Rosario Clavarana

Pasaron los años y José Luis Kastiyo, que se dedicaba a las noticias relacionadas con el cine en el citado periódico, tuvo que ir a Madrid. En un acto coincidió con Carmen Sevilla, ya casada con Augusto Algueró. José Luis Kastiyo se presentó a la actriz diciéndole que trabajaba en el periódico Patria de Granada. Entonces la artista le preguntó cómo estaba Daniel Saucedo. José Luis le explicó que había muerto. La actriz puso en su rostro una expresión de profunda tristeza y dijo. "¿Sabes que fuimos novios y que estuvimos muy enamorados?".

La anécdota la relata Kastiyo en el prólogo del libro Granada y cine, de Juan José Carrasco Soto. "Pocas veces he sentido una más íntima satisfacción al conocer que nuestro redactor jefe no iba de farol al comentarnos ese envidiable amor de juventud. Ni un pesar más intenso al no poder contarle que ella aún le recordaba con cariño", escribe Kastiyo. La bonita historia de amor entre el redactor jefe y la actriz no pudo continuar, según averiguó Kastiyo, porque el celoso novio exigía que la naciente estrella dejase el cine. Una historia de película.

Quince películas en un mes

La relación de Granada con el cine es muy significativa. Desde que en 1905 Alice Guy Blacé (primera directora de cine de ficción de la historia) grabase las vistas de la Alhambra desde el mirador de San Nicolás para su película Espagne, Granada ha servido de escenario natural para infinidad de películas. En 1933 el director Leo Mccarey convirtió a Loja en la República Democrática de Freedonia para la película Sopa de ganso, de los hermanos Marx. Sopa de Ganso trata del conflicto y del patriotismo absurdo de dos países vecinos imaginarios, localizados en el centro de Europa. Por un lado, se encontraba la República Democrática de Freedonia (Tierra de la libertad) dirigida por un liberal, el señor Rufus T. Firefly, interpretado magistralmente por Groucho Marx. Una escultura de latón en el llamado mirador de Sylvania de Loja recuerda aquel rodaje.

Expectación que despierta en los granadinos Brigitte Bardot al pasar por la Gran Vía.
Expectación que despierta en los granadinos Brigitte Bardot al pasar por la Gran Vía.

En la década de los sesenta se rodaron en Granada nada menos que sesenta y dos películas. Quince de ellas fue en el mítico año de 1968. Por aquellos tiempos la presencia en Granada de estrellas del celuloide era muy frecuente. Uno iba al bar Sevilla y se podía encontrar con Tyrone Power o Mario Moreno Cantiflas. O encontrarte a Lauren Bacall marcándose un zapateado en la cueva de María la Canastera. O a Brigitte Bardot paseando por la Gran Vía y provocando la admiración en el paisanaje masculino. O a Claudia Cardinales sentada en el banco de la plaza del Humilladero. El mencionado José Luis Kastiyo cuenta que un día fue con Juan José Carrasco al bar Los Leones y se encontraron en una mesa a Claudia Cardinales y Henry Fonda, que estaban en Granada rodando una película. Ellos se pusieron en una mesa al lado y en un momento determinado le enviaron a la actriz una nota en la que le decían que eran periodistas pero que no querían molestarla. Carrasco estaba tan absorto esperando la reacción de la actriz, que en vez de limpiarse los restos de callos de la comisura de los labios con la servilleta, se los limpió con la corbata de seda que llevaba. Estropeó la corbata, pero valió la pena la bella sonrisa que le dirigió la italiana.

En el restaurante Sevilla, que está en la memoria de todos, había decenas de fotografías de personalidades del cine que habían ido allí a comer: Ava Gardner, Rita Hayworth, Paco Rabal, Anthony Quin, Yul Brinner, Henry Fonda, Silvana Mangano… El empresario que durante muchos años regentó el local, Juan Luis Álvarez, me contó en una ocasión la vez que, siendo él un adolescente, estuvo comiendo con Marlon Brando, que vino a Granada a rodar una película, en la cual hacía de nazi muy rubio. El actor se tuvo que tintar el pelo y no dejaba que se acercara nadie a pedirle un autógrafo.

Cartel de Sopa de ganso.
Cartel de Sopa de ganso.

Aquel establecimiento, al que solían ir los actores, estaba repleto de anécdotas. Una muy conocida está ubicada en 1968 en la terraza del citado restaurante una noche veraniega en la que estaban cenando los actores de la película Hasta que llegó su hora: Henry Fonda, Jason Robards, Charles Bronson y Claudia Cardinale. Estaban rodando en Guadix y La Calahorra, pero vinieron a cenar a Granada y a acompañar a la actriz italiana, que había sido invitada a presidir una corrida del Corpus. De pronto salió de una alcantarilla cercana una rata. Fue todo un espectáculo ver a todos los actores subirse a la silla en la que estaban sentados para evitar la cercanía del roedor. Menos mal que no había por allí cerca un paparazzi porque la fotografía de los considerados 'duros' del cine subidos a la silla y asustados hubiera dado la vuelta al mundo. Al final fue Claudia Cardinale la que acabó con la rata de un sillazo. Por cierto, cuenta Carrasco Soto que esa noche la actriz iba deslumbrante con un vestido roto de tirantes y sin sujetador. En ese brusco ademán de acabar con la rata, se le quedó completamente al aire uno de sus pechos. Aquello sí que debió de ser un espectáculo.

Sin duda esta película, Hasta que llegó su hora, estuvo llena de malentendidos y malas noticias. Por lo pronto, el periodista Tico Medina difundió en el periódico Pueblo, en el que por entonces trabajaba, que durante el rodaje de la misma se había suicidado en Guadix Jason Robards, uno de los actores principales de la película. Robards era por entonces muy perseguido por los periodistas de las revistas de cine porque estaba casado con Lauren Bacall, la ex mujer de Humphrey Bogart. La noticia se difundió por las agencias y causó un enorme revuelo. Pero no, quien en realidad se suicidó tirándose al vacío desde la habitación del hotel en donde se hospedad, el Brasilia, fue el actor canadiense Alan Mulock, que estaba pasando una mala racha personal tras haber muerto su esposa de un cáncer cervical. En el momento de saltar, llevaba el traje con el que debía rodar su escena, el encuentro en el apeadero de la estación junto a Jack Elam, Woody Strode y Charles Bronson. Mickey Knox y Claudio Mancini, uno de los productores de la película, fueron testigos del suicidio de Mulock. El actor sobrevivió a la caída, pero una de las costillas rotas le perforó el pulmón durante el traslado, que se hizo en el coche de Mancini. Murió en el hospital Ruiz de Alda. Dicen las crónicas que Sergio Leone, el director de la película, más preocupado por el desarrollo de su rodaje, exigió que se recuperara el traje de Mulock antes de que se lo llevaran. Mickey Knox escribió pocos años después un libro sobre su participación en el séptimo arte y cuenta que Mulock era un drogadicto y que se suicidó por desesperación, ya que no pudo adquirir drogas en Guadix. Por entonces Granada no era el paraíso de la marihuana como lo es ahora.

Claudia Cardinale sentada en una plaza granadina.
Claudia Cardinale sentada en una plaza granadina.

Otra conocida anécdota la protagoniza Yul Brynner, que vino a Granada a rodar una película en la que hacía de Pancho Villa. Se alojó en el hotel Nevada y todas las noches se bebía una botella de güisqui oyendo a la orquesta que allí había y que llevaba el nombre del establecimiento. Al calvo de Hollywood le encantaba el grupo granadino Nevada.

En la cuesta abajo

Después de los sesenta comienzan a disminuir los rodajes de películas en Granada. Tiene en parte la culpa una crisis por la que pasa el cine y la evolución del gusto del espectador, que ya empieza a hartarse de tanto espaguetis-western malo. Por uno bueno que se rodaba, salían diez pésimos. En 1975 desaparece la censura y poco más tarde se tolera el desnudo. Los españoles, tantos años reprimidos, cambiamos las escenas de los duelos entre pistoleros por las escenas en las que se ven cuerpos despojados de ropa.

Cartel de El último guateque 2.
Cartel de El último guateque 2.

En esa década se rueda El viento y el léon en el castillo de La Calahorra. En los ochenta solo se rodaron 26 películas, entre las que ha que destacar Rojos, la de Indiana Jones y la última cruzada, Días contados y El último guateque II, del director granadino Juan José Porto. En los noventa fueron nada más que diez, entre las que hay que destacar Muerte en Granada. En 2003 se rodó La luz prodigiosa, en 2013 Caníbal y en 2015 Un día perfecto, de Fernando León. La cifra de rodajes hay ido disminuyendo con el tiempo hasta lograr que pasen años sin que se ruede ninguna.

Según cuenta Carrasco en su libro, las instituciones granadinas jamás se preocuparon por aquellos años de promocionar a la provincia como lugar ideal para rodar películas. "Para las instituciones los rodajes eran 'cosas de peliculeros', no tenían ni la más mínima conciencia de la repercusión turística y económica que era para la ciudad unos de estos rodajes. Creían que no hacía falta publicidad, que Granada se vendía sola". Carrasco cree que con toda la gran cantidad de películas que se han filmado aquí, daría al menos para tener un festival o un museo dedicado al cine rodado en Granada. "Nuestra provincia siempre ha vivido de espaldas al cine, cuanto al rodaje se refiere", concluye Carrasco.

Film in Granada

Pero nunca es tarde para remediar ese desinterés por Granada como plató de cine. Recientemente la Diputación de Granada ha puesto en marcha una oficina que, bajo la marca Film in Granada, pretende atraer rodajes a esta provincia que dinamicen la actividad económica en la medida de lo posible. A lo largo de su historia Granada ha acogido más de 200 producciones audiovisuales, en su mayoría largometrajes. De lo que se trata, de alguna manera, es de intentar que nuestra provincia vuelva a ser ese territorio único en grandes paisajes, espacios naturales, arquitectura, patrimonio y ambientes rurales y urbanos como ya lo fue en los años cincuenta, sesenta y gran parte de los setenta.

Rodaje de 'La Unidad'.
Rodaje de 'La Unidad'.

La oficina atendió durante el pasado año 50 proyectos audiovisuales y para 2022 ha acogido cinco grandes producciones cinematográficas, como La sociedad de la nieve, de José Antonio Bayona o la nueva película de Jonás Trueba. El verano pasado la oficina de la Diputación colaboró en la preproducción para el rodaje en Granada de la serie de Movistar, La Unidad. "Nuestra misión es asesorar técnicamente a los municipios en materia audiovisual, colaborar con los productores de cine y televisión en la búsqueda de localizaciones y dar visibilidad a los profesionales y las empresas, que tendrán ahora un lugar donde mostrar sus trabajos y ofrecer sus servicios", ha dicho Julio Grosso, encargado de la oficina. Nunca es tarde si el resultado es bueno.

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