Granada

"Ya era hora". Granada se despide por fin de la mascarilla en el transporte público

Varias personas, algunas con mascarilla y otras sin ella, bajan de un autobús en Granada.

Varias personas, algunas con mascarilla y otras sin ella, bajan de un autobús en Granada. / José Velasco / Photographerssports

Cuando despertó, la mascarilla ya no estaba allí. Granada se ha levantado hoy, como el resto del país, habiendo dejado atrás una de las últimas secuelas de la pandemia: desde esta madrugada la mascarilla ya no es obligatoria en el transporte público, una decisión que llega tarde para algunos, la mayoría jóvenes, que responden con un lacónico "ya era hora" cuando se le pregunta sobre este asunto. 

"Es un poco estúpido ir a cualquier lado sin mascarilla y ponértela solo para el Metro", sentencia Isabel Sánchez, una joven estudiante que coge el transporte público todas las mañanas para ir a clase. De hecho los jóvenes han sido los que antes se han olvidado la mascarilla en casa este miércoles, mientras que los más mayores han ocupado sus asientos en el autobús con su correspondiente cubrebocas. 

Eso sí, madrugar no suele sentar bien, e, independientemente de la edad, no ha faltado quien salga de casa con la mascarilla en el bolsillo para ponérsela antes de subir al transporte. "Es la costumbre. Son ya tantos meses que al final te acostumbras", explica, entre risas, Álvaro Onieva, quien se guarda la mascarilla en el bolsillo una vez preguntado por ella. "Yo con el frío que hace, prefiero dejármela puesta", añade para seguir con la broma una amiga suya. 

En la estación de autobuses la situación tampoco varía mucho. Los granadinos que se disponen a coger un autobús a algún lugar de España han tenido a bien no echar la mascarilla en el equipaje, aunque hay algún viajero que, al ser un viaje más largo, sí llevará puesto el cubrebocas durante el trayecto por seguridad, según explicaban algunos viajeros a la espera de que llegase su medio de transporte. 

La nueva medida llega a Granada con los contagios a la baja, aunque con la mortalidad por el Covid en cifras preocupantes, según el último parte de la consejería de Salud. Pese a todo, los granadinos han tardado poco en dejar atrás la mascarilla, una medida que la gran mayoría coincide en que era más que necesaria, dado que España era el único país de la Unión Europea que mantenía esta medida, por lo que no han necesitado muchos más argumento para decir adiós finalmente a esta prenda de ropa. 

Lo cierto es que su utilidad era más bien limitada. Sin embargo, esta medida pretendía proteger a los más vulnerables que no tenían opción de evitar el transporte público. Es decir, en las aglomeraciones relacionadas con el ocio, la elección es libre. En cambio, en lo que refiere al transporte público, muchas personas no tenían otra opción de movilidad. Más allá de esto, y de la posible interferencia entre virus llegado el invierno, la medida ya se estaba tildando de 'sinsentido' por expertos y población.

Asimismo, el gremio del transporte aducía que mantenerla ya suponía una 'estigmatización' al transporte público como un lugar de riesgo.  El sector defiende que no es cierto que haya más probabilidad de infectarte en un metro que en un bar o un ascensor lleno de gente. Numerosos estudios científicos han confirmado que con las medidas disponibles (mascarillas, desinfección, filtración del aire), el transporte público no representa un riesgo de por sí.

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